viernes, 31 de diciembre de 2010

Fines y comienzos




Tachando números llegamos a éste, un treinta y uno de diciembre que anuncia el fin de los trescientos sesenta y cinco días que han compuesto este año que nos deja, un final que a unos parece triste y otros sienten como alegre… Sí, hay años buenos, años malos y años regulares, lo peor de todo es que son años (¡nos hacemos viejos!... por suerte o desgracia…)… Lo mejor para unos, esos que salen hasta las tantas de la madrugada, beben alcohol con un embudo y se emperifollan como repollos, es lo peor para otros, léanse médicos de urgencias, bomberos, policías, camareros o churreros (bien mirado, trabajan, que no es poco…). El caso es que no nos falte nada, y si nos falta algo, que sea, preferiblemente, ese traje pomposo del escaparate de la esquina, el Porsche negro metalizado con el que sufrimos alucinaciones o aquel viaje a París que le prometimos a nuestra señora en una boda de miel sin mucho kilometraje.
Por último, decirles (sin libro de por medio: no servirá de precedente, lo prometo) que siempre es un placer ver como, año tras año, este lugar donde viven los monstruos crece con cada uno de sus comentarios, con cada recomendación que me hacen, con cada tirón de orejas, de noticia en noticia, de seguidor a seguidor. Para todos ustedes: ¡Feliz 2011!

Imagen: linternas del cielo o “khoom loy” (Thailandia/Asia)
Banda sonora original:
When a woman loves. 2010. R. Kelly. http://www.dailymotion.com/video/xfzd8a_211271317_webcam#from=embed
Exe geia panta geia http://www.youtube.com/watch?v=UqHPIidLyEQ
Ti se Mellei Esenane http://www.youtube.com/watch?v=9O0fTNALwNw
En: Afieroma Sti Mikra Asia (DVD). 2001. Glykeria & Giorgos Dalaras.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Bromas, ingenio e imaginación


Un año más, como por arte de magia, se me olvida gastarles una inocentada (¡Ay Senén!¡Qué descaro tuvo el español que transformó la masacre de Herodes en el pitorreo padre!), y les advierto ganas me sobran, pero no hay manera de sacar un hueco: el remolque de quehaceres va amontonándose irremediablemente sobre el escritorio y me es imposible idear alguna broma con la que rodar de risa a su costa…. El próximo no se libran…, si es que consigo dar con la broma oportuna… cosa harto difícil.
Mire usted, si la vida se compone en su mayor parte de cosas tristes, ¿por qué quien hace reír siempre está en un segundo plano? ¿Quién dijo que provocar la carcajada del populacho es cosa de mediocres y juglares de medio pelo? Prefiero descojonarme a llorar a moco tendido, prueba de ello es que, desde que era un niño, he admirado la labor de chistosos, comediantes y payasos, todas ellos mentes lúcidas, ingeniosas, ocurrentes, rápidas… e imaginativas. ..
Sin imaginación no hay risa…, ni disfraces, ni chistes, ni parodias…, ni magia, ni música, ni danza… No hay artistas callejeros, ni pintores, ni trapecistas, ni sueños… No habría cuentos, palabras o poesía… No habría nada… ¡Bien podría el llamado “plan Bolonia”, ese que ha dado más de un quebradero de cabeza a todo tipo de rectores universitarios (cosa de la que me alegro), haber incluido entre su catálogo de estudios un “Máster en imaginación”!
Y con eso, con un poquito de imaginación recién llegada de la mano de Sven Nordqvist en su ¿Dónde está mi hermana? (editorial Flamboyant), les dejo hasta el viernes, día en el que despediremos este año 2010.

lunes, 27 de diciembre de 2010

De villancicos


Cuanto más lee uno, menos aguanta las simplezas de esta fauna ibérica que le rodea. Topicazos y programaciones televisivas navideñas (¿el baño, por favor?) a un lado, durante estos días hay que tener un par para no seccionarse la yugular ante todo tipo de afirmaciones insustanciales... Podría contarles desde las más simples a las más fantasmagóricas, pero por su bien he decidido ceñirme a la de esa progre (vieja, beata y blanda: añado) que se alegraba categóricamente de que por fin a sus nietos no les enseñen villancicos en la escuela. Paradojas repugnantes que constatan que lo más “in” del momento es atentar contra la tradición. ¡Cuánto caché da olvidarse del aguinaldo (aguilandos en otros lugares)! Es preferible invertir la mísera paga extra de este año (quien la haya cobrado, claro…) en El Corte Inglés, que reunirse en torno a una botella de mistela y turrones de todo tipo para pasar la tarde cantando villancicos.
Pero como lo mío es joder a todos estos seres del inframundo, hoy les mando dos canciones navideñas, la una en formato visual http://www.dailymotion.com/video/x2m5pw_flamenco-la-macanita-villancico_music y la otra en forma de poesía (pónganle música), muy similares en contenido... Y sí: es más sencillo disfrutar de estos días, que refunfuñar a regañadientes esa frase que tanto oigo últimamente: “Odio la navidad”.

De su esposo en compañía,
soñolienta y fatigada,
por ver si les dan posada
toca en las puertas María.

Él le dice: -Esposa mía,
ten calma, vamos a ver…
Nos abrirán al saber
que te encuentras en estado
y un lecho busca prestado
tu Niño para nacer.

Pues tiembla la virgen bella,
él se quita en el camino
su paltocito de lino
para ofrecérselo a ella.

-Vaya mi linda doncella
con este manto abrigada-
dice con gracia forzada
mientras siente las diabluras
que hace el frío en las roturas
de su franela rayada.

[…]


Aquiles Nazoa.
Retabillo de Navidad.
Ilustraciones de Ana Palmero Cáceres.
2007. Caracas: Ekaré.

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!


Esta noche es Nochebuena… ¿A quién se le ocurriría la maravillosa idea de darle una denominación tan poco acertada? He aquí los motivos que me inducen a elucubrar sobre el asunto:
a. Durante la noche de este viernes celebramos la instaurada cena en la que familiares y otros seres del Averno, departimos con buen humor y alguna que otra puñalada. Confraternizamos con el cuñado o la nuera a base de toda una suerte de elogios y maldades, un ejercicio necesario, más que nada para sentirnos vivos y despellejarnos a gusto mientras nos dedicamos la más falsa de las sonrisas, que bien mirado es más sano que echarse la mano al cuello.
b. Riñas españolas aparte, aquí lo que importa es, derrochar billetes a mansalva en el Mercadona, llenar el buche como los pavos, ponerse como el Kiko Pantoja y, finalmente, como en cualquier bacanal romana, acercarse a la escupidera más próxima y vomitar a rienda suelta el amasijo de champán, langostino cocido, piña en almíbar y turrón de chocolate que momentos previos hemos engullido como verdaderos hambrientos.
c. Dejando a un lado el asunto estomacal, llega el turno de hablar del atuendo, pieza clave en toda reunión de alterne navideño. Desempolvar el fondo de armario, quitarle la polilla y embutirnos en esa pieza de mediocre costura que otrora nos sentaba como anillo al dedo es un auténtico ejercicio de valentía, por repetir vestimenta año tras año, por soportar los comentarios que despierta entre los allegados.
d. Y por último, si la suegra, la gastronomía y/o la moda no acaban con nuestra paciencia, seguramente los llantos de algún sobrino malcriado (les prometo que decapitaría a más de uno), la visita inesperada de algún vecino cuya cocina se ha incendiado, la borrachera del cuñado de turno, la llegada de la policía o las discusiones más variopintas, serán motivo suficiente para coger el abrigo, repartir besos a doquier y, mientras bajamos al portal, prometernos una vez más que la próxima Nochebuena nos quedaremos en casa, abriremos una lata de sardinas, nos hincharemos a vino con gaseosa y seremos los seres más felices sobre la faz de la Tierra.
En cualquier caso es Navidad y me creo en el deber de recomendarles un libro apropiado para la época, que en este caso es (en mi modesta opinión) el mejor libro de temática navideña jamás escrito: Cuento de navidad de Charles Dickens (en la imagen una edición ilustrada por Lisbeth Zwerger disponible en castellano –Destino- con el título de Canción de navidad). Léanlo, es mi particular forma de desearles una FELIZ NAVIDAD.

martes, 21 de diciembre de 2010

Bilingüismo


Hace unos años era impensable que en la escuela pública, tan resignada, tan anticuada, se impartiesen enseñanzas bilingües (incluso en la actualidad es difícil concebirlo…), cuestión que quedaba confinada a centros como el Liceo Francés o el Colegio Alemán, pero hoy, fíjense, damos una patada y en cada esquina aparecen diez secciones europeas para mayor gloria de nuestro sistema educativo. ¿Será fruto de los cientos de millones que, según dice este gobierno y otros tantos predecesores, se han invertido en la materia “gris” de los escolares? Claro, señores: hay que invertir en nuevas formas de analfabetismo, en nuevas definiciones de segregación pedagógica o en nuevos libros de texto. ¡Eso sí!, para que aprendan la tabla del nueve, las provincias españolas o el engranaje de un motor diesel, ¡ni hablar del peluquín!



No me crean reaccionario por no ser gran partidario de que sus hijos formen parte de esa supuesta élite de plurilingüistas que manejan todos los cotarros. No. Yo soy un defensor a ultranza de la diversidad idiomática…, pero antes dejen que sus hijos aprendan español, no sea que, durante estos días de matanza, alguien les pida un lebrillo para recoger la sangre que chorrea el gorrino y se presenten con el orinal de la abuela Juana bajo el sobaco.
En cualquier caso y solidarizándome con todos esos padres que repelan los bolsillos para procurar a su prole una buena preparación (N.B.: aparte de inglés, francés y alemán, vayan pensando en el mandarín y el cantonés…), hoy les recomiendo un libro-álbum básico, recién comercializado en España y en lengua inglesa por la casa anglonorteamericana Phaidon (¡oportunistas!). 



“¿Y por qué recomiendas un libro editado en inglés, querido Román?” En primer lugar porque a falta de pan, buenas son tortas, y en segundo término porque seguramente Otto, The Autobiography of a Teddy Bear de Tomi Ungerer (sí, el mismo de Los tres bandidos), un libro que cuenta a través de la mirada de un desafortunado oso de peluche algunos de los acontecimientos más importantes y tristes del pasado siglo XX, es de los mejores en su temática.
En este libro el genial autor toma como vehículo narrativo un oso de peluche, un juguete clásico con el que el niño se siente cercano y hasta identificado, algo que sucede en otras obras de este tipo como el conocidísimo Cuando Hitler robó el conejo rosa de Judith Kerr. Así mismo le confiere vida, es decir, que protagonista y narrador son el mismo personaje, algo que ayuda a la verosimilitud del relato desde la primera persona.



A todo ello hay que unir que es una obra bastante expositiva y que no cae en prejuicios personales a pesar de posicionarse en el lado del humanismo, una corriente de la que Ungerer, a pesar de su omnipresente tono irónico y creativo, siempre toma parte, rechazando los conflictos bélicos y sus consecuencias para con los inocentes, al mismo tiempo que ensalza a las minorías étnicas o abre el debate sobre la homosexualidad y la lucha de clases.
Y mientras pienso en las escuelas del ayer y del hoy, sólo me queda no sucumbir a la nostalgia de la letra que con tanto arte cantaba Camarón… Cuando los niños en la escuela estudiaban pa’l mañana, mi vida era la fragua. Yunque y clavos de Alcayata



miércoles, 15 de diciembre de 2010

De calificaciones


A pesar de lucir una esbelta figura y usar una talla 40 en lo que a pantalones se refiere, no puedo evitar el paso del tiempo. Lo peor de todo no son las canas, las arrugas o la celulitis (de esto último no padezco, aviso), sino la paternidad, en mi caso ajena, claro está… Los que no tenemos hijos los matamos a palos, y los que los tienen, mutan en seres verdaderamente insufribles. Tengo bien aprendida la lección de que, de los hijos de otros, mejor no hablar, aunque hoy haré una salvedad para ensañarme con el cariño paterno-filial.
No me gusta generalizar (¿o sí?) pero se podría decir que los padres (occidentales) de hoy día son meras comadronas asustadizas a cargo de parapléjicos llorones que les trepanan hasta el fondo de pensiones. Tanto es el afán de supervivencia de los nenes de ahora que son capaces de metabolizar hasta la tarjeta de crédito, aunque, como dice una compañera de trabajo, anciana, sabia y madre: sin duda, los peores en este asunto somos los padres…
Hay amores paternos de toca índole, desde el padre que trata a sus hijos como logros empresariales (El kick-boxing no entra dentro de los proyectos que he ideado para mi hijo), aquellos que vomitan sus frustraciones en los vástagos (Comentario1: ¿Has visto lo que hace el nene con siete meses? Apunta las maneras de Cristiano Ronaldo ¡Mañana mismo le compro unas botas de fútbol!; Comentario 2: Mi chiquilla tiene veintitrés meses y lleva tocando el violín desde los trece, ¡será una gran directora de orquesta!) o los que dirigen con mano firme el futuro de éstos (¿Quién me lo iba a decir? Tras diecisiete profesores particulares, el colegio público, los maristas, una universidad pública, tres privadas y la de favores que hemos pedido para colocarlo, ¡el hijoputa se hace jipi!), pero los que más odio son aquellos que acuden muy indignados a pedir calificaciones más elevadas para su hijo/a porque, según ellos, su reconocimiento académico pasa por haber ganado en todos los juegos de la Play Station® incluido el FIFA 2010, por lucir mejor que nadie las botas katiuskas o por pasear al perro todas las mañanas. ¡A mí! ¡Al que no recibió de sus profesores más que la nota merecida, bien fuese un tres, un cinco o un ocho!
Para terminar con una nota jocosa, recomiendo a todos esos padres que olvidan que los maestros calificamos del cero al diez (pese a quien pese hay que asignar una nota), el último y práctico libro-ingenio de Marion Bataille, 10, una retahíla de pop-up que nos permite subir y bajar en la escala de calificaciones sin mucha dificultad.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Novedades y navidades


Regresando de otros mundos, los del caos y la miseria, me topo paradójicamente con la navidad, una buena excusa para hacer de tripas corazón y dejar rienda suelta a la efusividad consumista (si es que la paga extra me deja…). Y entre el bullir de las calles y el silencio de los comercios -cosas de las crisis-, voy metiendo el hocico (no procede la conjugación del verbo “hozar” hasta que mi señora madre compre el ya clásico lebrillo de mantecados “made in Confitería Conchi”, los más afamados de la “cité”) entre este y aquel estante para ver si doy con alguna joya literaria que echarme en la mariconera.
Por lo pronto, en el día de hoy les voy a recomendar la lectura de una de las estrellas que estos días titila en el firmamento de la LIJ, 1001 Libros infantiles que hay que leer antes de crecer, libro de consulta que, bajo el criterio de Quentin Blake (cosa que puede resultar muy interesante para muchos ilustradores: hay miradas y miradas…) y Julia Eccleshare, reseña una buena representación de libros dirigidos al público infantil (una inmensa mayoría de álbumes ilustrados de todas las épocas y para todas las edades).
Defiendo del hilo al pabilo publicaciones como estas, tan necesarias para dar a conocer el género librero que nos hace babear a los monstruos que aquí vivimos, pero como soy “el chico de los peros”, me toca sacarle la tara:
Aunque editado al castellano por Grijalbo, denoto cierto sabor anglosajón que no acabará de llenar al público “lijero” de lengua castellana en general, aunque también es cierto que para los paladares más especializados (bibliotecónomos e investigadores) se puede antojar un exquisito bocado, por lo que la adquisición del mismo lo dejo en manos de cada cual, no sea que con tanta animación lectora salgan jaurías de detractores apaleándome los riñones.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Cuentos con sabor a arena


Señoras y señores, les comunico que con tal de olvidar tanta nieve y este frío invernal que asola el viejo continente, me marcho (si los controladores aéreos me dejan…) durante los venideros días de descanso a otras latitudes más cálidas, concretamente a la Marrakech de los cuentos (no sufran por mí, sólo háganlo si dentro de una semana no regreso por este lugar…). Por lo demás, les dejo con dos regalos: uno hecho de palabras que saben a sésamo y pistacho, a cilantro y cardamomo, y unas notas musicales que acompañen la salida del sol en estos días encapotados.
Feliz puente a todos.

Imaginemos la Plaza de Jama el-Fna de Marrakech en plena ebullición: allí están los culebreros, los domadores de animales, también hay curanderos y sacamuelas, más allá estan los danzantes, músicos, equilibristas, etc. Llega el cuentero apoyándose en un largo bastón. Elige un lugar y, con su bastón, dibuja un largo círculo en la tierra. Se coloca en el centro, atrae la atención de los presentes e inicia su cuento.
Imaginemos también el harén del palacio Dar el-Majzen, donde el sultán y su familia escuchan cuentos narrados por una vieja esclava o por una de las esposas, mientras toman un oloroso té con menta. O imaginemos las cocinas, donde las mujeres de la servidumbre de palacio esperan a que una mendiga ciega a la que han dado cobijo esa noche inicie la narración de una historia.


Extraído de la contraportada de: Cuentos y leyendas populares de Marruecos.
Autores anónimos.
Recopilados por la Doctora Légey.
Traducción al castellano de Antonio González Beltrán.
2009. Madrid: Siruela.

Banda sonora original de esta entrada: OST Kids Return. 1996. Joe Isaishi.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Despotismo...


Tras la impronta que dejan los derbis futboleros en este país, creo que va siendo hora de pisar el firme y caer en la cuenta de la dramática situación que se va a instaurar en España, no sólo durante este adviento, sino en meses venideros: el paro crece irremediablemente, no nos gastamos ni un céntimo en el Carrefour y el pequeño comercio se atiborra de carteles fosforescentes que rezan “Se traspasa” o “Cerrado por obras”, pruebas inefables de que la cosa está muy mal. Eso sí, tontería que no falte, empezando por el primero y terminando por el último de los habitantes de este “dichoso” país.
Lo cierto es que después de los “acontecimientos catalanes” (llamémosle así), me parece una gran torpeza que al de la ceja no le canten las cuarenta. Y ya que los españoles somos incapaces, por vivir en la Babia del paro y las subvenciones, que al menos los llamados “barones socialistas” hagan lo propio en aras de ese dicho que reza “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”… Decapitar al gobierno (hablo en sentido figurado) se me figura pertinente, ahora y en el medievo, aunque sea sólo por renovar la sangre vieja y dejar que otros chupen del bote y la carroña, y demuestren esa imaginación sin límites de la que buena gala hacen.
Sí, sí…, ya sé que ese señor no salta ni con aguafuerte, pero al pollo viejo que el ala le va oliendo hay que retorcerle el pescuezo, cosa fácil cuando la gallinácea se agazapa ante el peligro, no tanto cuando es volandera y se resbala como las comadrejas.
Aves y mustélidos aparte, es más que evidente la soberbia de este zorro, que confina a quién le desagrada, verbal o físicamente, al destierro político… Esperemos que no le dé por maleficios y otras artes de nigromante y empiece a parecerse a esa Reina Anchoa que por malinterpretar su sueño, condenó al Gobio a una fisonomía poco agraciada… Y sin más ensañamientos, les recomiendo sin titubeos este bonito cuento del coreano Jin Joo Chun al que acompañan las ilustraciones –reconozco que realmente bellas- de Yan Hye-won y editado por la editorial argentina unaLuna.