miércoles, 15 de junio de 2011

Llevar palabras al último rincón




Si el otro día auguraba cambios para otros, hoy notifico los que dentro de unos meses acontecerán en la vida de un servidor (eso me pasa por hablar…).
Como bien recoge nuestra carta magna, todo español, sea rico o pobre, de diestras o siniestras, tiene derecho a una educación (ya saben que hay varios tipos…), por lo que, allá donde vayan, aldeas invisibles, villas de rancio abolengo, pueblos chicos, capitales provincianas o gigantes urbes, encontrarán maestros dedicados a este menester: educar. Y así, el curso próximo –como mínimo- desempeñaré mi labor como docente en un pequeño pueblo minero llamado Almadén, por la mera razón de llenar cualquier rincón con palabras, con rimas, de sueños…



Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
hay que medir, pensar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.



Gabriel Celaya.
Educar.
En: Vivir es fácil. Antología.
Selección de Felipe Juaristi.
Ilustraciones de Rebeca Luciani.
2011. Zaragoza: Edelvives.

4 comentarios:

Evaristo dijo...

Recuerdo viejos textos escolares memorizados: ..... y minas de mercurio en Almadén (Ciudad Real).
Buen verano y suerte en tu nuevo destino.

Mireya Viacava-Raab dijo...

Me encantó tu entrada Llevar palabras al último rincón. Te deseo lo mejor en tu nuevo destino y espero seguir leyendo tus palabras desde cualquier rincón.

doloretes dijo...

Yo estuve durante seis años en una unitaria con una docena de niños de todas las edades desde 4 a 12 años. No cambio esta experiencia por nada del mundo. Y seguro que Almadén dentro de nada se te queda en el corazón.
Gracias por seguirme en mi blog, no sabes cuánto me halaga.
FELIZ VERANO

judith dijo...

Trabajar en pueblos siempre es agradable, no tiene el stress de las grandes ciudades. Yo trabajo en uno, y me he adaptado tanto que no concibo otro sitio agradable para laborar. Saludos de una educadora de Educacion Infantil. Judith