lunes, 10 de diciembre de 2012

Tesoros escondidos



Si hay algo que no ha sentado bien a algunos integrantes del claustro del instituto donde trabajo es, sin duda, el haberme abanderado salvador de una biblioteca escolar condenada a la desidia, y por ende, al desorden.
Aunque bien dotada, la citada biblioteca pecaba de caótica y amalgamada, lo que conllevaba, no sólo al desastre organizativo, sino al bullicio de los usuarios, una imagen que quedaría resumida en las palabras “almacén” y “cuadra”. Es en este momento en el que entramos el aficionado bibliotecario y los responsables del plan de lectura del centro, pidiendo –casi suplicando- una gran purga de los fondos, una pizca de orden y un poco de autonomía. Así, y con poca confianza depositada sobre nosotros, comenzamos una firme andadura en la que reclamamos decenas de libros perdidos, eliminamos cientos de volúmenes obsoletos y sin valor académico ni editorial, iniciamos la re-colocación de los fondos, y ubicamos el mobiliario con corrección.
Este proceso, sobre el que cabe decir que todavía no ha culminado, ha traído aparejado el re-descubrimiento de un lugar con muchas posibilidades y de muchos libros susceptibles de ser leídos y disfrutados por estudiantes que, aunque en ese medio hostil que es la decadencia de un pueblo minero encaminado al despoblamiento y la pobreza, pueden aferrarse a las palabras para ir creciendo.
De entre todos esos libros re-encontrados, tome prestado uno de Christine Nöstlinger, el editadísimo Mi amigo Luki-live (Alfaguara), para leérmelo durante el pasado y largo fin de semana. Y me gustó. Basado en las peripecias amistosas y amorosas de una pareja de adolescentes bastante exóticos (gancho perfecto), una ambientación en el marco familiar y escolar (puntos a favor), el crecimiento personal y los cambios en la idiosincrasia (un punto más), y un lenguaje directo y cercano (otro plus), hacen una obra redonda para jóvenes. ¿Alguien da más?

3 comentarios:

miriabad dijo...

Felicidades!!! Quien salva una biblioteca, salva a la humanidad. Incluso en las minas más paupérrimas se puede encontrar tesoros y joyas. De verdad que me has alegrado el día y me apunto el libro que además parece ilustrado por ¿Ana Juan?

Anónimo dijo...

Buena suerte con la biblioteca, por experiencia te digo que algunos enseñantes se oponen firmemente a su correcto funcionamiento.
Carmen

Román Belmonte dijo...

¡Gracias a las dos por vuestro aliento!
Un saludo,
Román