martes, 24 de febrero de 2015

Segundas partes. Reflexiones en torno al libro-serie.


Cuando un producto es rentable y provee de cuantiosos beneficios, la práctica editorial más habitual es la de lanzar al mercado secuelas del mismo. Segundas, tercera, cuartas y quintas partes se agolpan en las estanterías de medio mundo y comienza un nievo ciclo de consumo que se engancha una y otra vez al bolsillo.
Aunque viene siendo la tónica común entre novelas juveniles e infantiles, no lo ha sido tanto en el género del álbum ilustrado (salvo contadas excepciones de gran éxito entre los niños, véase el Pomelo de Ramona Badescu y Benjamin Chaud), un tipo de libro que conlleva más trabajo (incluimos la labor del ilustrador, no se olviden) y más inversión (la tapa dura, el color y la maquetación encarecen el producto final) que las anteriores. A pesar de ello, la tendencia está cambiando y cada vez son más los libros ilustrados que cuentan con segundas y terceras partes.
Esta decisión, marcada por la editorial de turno o por los padres de la criatura, tiene una serie de consecuencias (no me meteré en un juicio de valores, que ya está bien de agitarles los tuétanos) entre las que cuento las siguientes:
1. La optimización de la idea inicial por parte de los autores/ilustradores. Pese a que el proceso creativo es lento y complejo, dense cuenta que, actualmente, los libros ilustrados tienen una vida que no va más allá del curso escolar, marcado principalmente por las novedades del sector y cuatro actividades de promoción. La obra abandona los estantes de las librerías demasiado pronto y las historias no trascienden lo que debieran (¡Qué poca rentabilidad a tantas horas de trabajo…!) Con las secuelas esto cambia: la idea se sigue explotando, los autores se animan y ven como sus “hijos” crecen a lo largo de las páginas. En resumen, es más satisfactorio.
2. Aumenta el interés del lector. Cuando embebemos al lector en la acción y éste conoce a los personajes, muchas veces siente la necesidad de sumergirse más profundamente en sus vidas, en sus defectos y virtudes. Le resulta atractivo saber qué caminos nuevos recorrerán y es por ello que las segundas y terceras partes siempre enganchan antes al lector, lo embaucan peligrosamente en la aventura de leer.
3. Optimización de la inversión. Cuando uno conoce de manera tangible las ventas de un determinado libro, es más fácil priorizar gastos o presupuestar su secuela. Conocemos el número de lectores potenciales, sabemos quiénes son y adónde van a comprar, es por ello que las segundas partes de ciertos libros nos permiten una mayor concreción a la hora de imprimirlo (los excedentes son una lata), su lanzamiento y las campañas de difusión. Es decir, el azar pasa a ser un factor de menor importancia y el proceso es menos arriesgado.
4. El desgaste y la pérdida de frescura narrativa. El ritmo de la industria no está a la par del ritmo creativo. Forzar las ideas, no dejarlas reposar, madurarlas convenientemente, y plasmarlas lo antes posible en un soporte físico, a veces provocan una pérdida de calidad, dejando que la obra literaria roce la paraliteratura o se transforme en ella. Por todo esto la programación y el marco temporal en este tipo de libros-serie deben pensarse milimétricamente.
5. Encasillamiento. Los libros-serie suelen tener bastante éxito comercial y teniendo en cuenta que todos los autores/ilustradores anhelan tener un libro memorable, es un suculento bocado verse enrolado en un proyecto como este. Pero… ¡cuidado! Pasar a la posteridad puede tener un alto precio ya que sobreexplotar una idea puede terminar acotando nuestro estilo en obras similares o restar oportunidades a otros proyectos válidos.



Estén de acuerdo o no con mis análisis, les invito a tomar entre sus manos Carlitos Super M –secuela de Las gafas de ver- (Margarita del Mazo y Guridi para Ediciones La Fragatina) y Cómo esconder un león a la abuela –secuela de Cómo esconder un león- (Helen Stephens para Ediciones B – B de Blok), para disfrutar de dos buenas segundas partes que prueban el buen hacer de sus autores en sus respectivas primeras. ¡Espero sus comentarios!



4 comentarios:

Pilar Mandl dijo...

Cómo esconder un león me encantó, el de Carlitos no lo conozco, pero prometo buscar, sobre todo el de esconder el león a la abuela, y dar mi opinión. Tienes mucha razón con los riesgos de "quemar" un personaje, pero por otro lado, cuando alguno nos gusta se agradece tanto poder seguir leyendo...

Joel Franz Rosell dijo...

La mayoría de las series no son el resultado de una decisión oportunista tras el éxito de un primer episodio. Lo más frecuente es que la serie estuviera decidida desde el principio, y a menudo no se publica el primero antes de contar con tres o más. A veces eso evita el empobrecimiento del proyecto, puesto que la dosificación de rasgos de la historia o del personaje estaba previsto desde el principio. Como en todo, el talento salva... pero no basta, pues a veces vemos excelentes escritores e ilustradores embarcarse en proyectos que los desmerecen.
Un testimonio personal: yo soy autor de la serie Gatito, que publica Kalandraka desde 2012. Todo empezó por un cuento publicado por la editorial francesa Bayard, primero en su revista Tralalire y a continuación en álbum. Ante la buena acogida de los lectores, esa editorial me pidió más cuentos con el mismo personaje (desarrollar la serie). Escribí dos cuentos más; pero aunque el primero de ellos les gustaba, no acababan de decidirse. Fue entonces que propuse los tres cuentos a Kalandraka, que acogió el proyecto de serie con entusiasmo... pero escogió solo el segundo y el tercero (inéditos). Al principio pensé que no querían abrir serie con un texto que deberían comprar a otra editorial (Bayard, como todos los editores franceses, siempre insisten en adquirir los derechos mundiales... aunque luego no hagan gran cosa por contratar traducciones). Pero al cabo de un tiempo me dí cuenta de que, si bien mis tres cuentos tenían por protagonista a un gatito con ciertos rasgos de personalidad, en realidad no podían integrarse en una serie pues el primer cuento hablaba de un gato "en cuatro patas", mientras que los otros dos (e incluso el cuarto cuento en que trabajaba) trataban de un gato totalmente humanizado (que se viste, camina en dos patas, come con cubiertos y va a la escuela). La serie Gatito de Kalandraka ya va por el tercer título, mientras que Bayard nunca me publicó otro cuento. Es así como, a veces, sin cálculo ni especulaciones, puede formarse una serie (de calidad o no, eso lo dejo a la opinión de otros).

Anónimo dijo...

Hola!
UUffffffffffff como canta aquel... Qué sabe nadieeeeeeeeeee!!!
Yo nunca fui partidario de segundas partes y por eso mi libro más conocido " Una jirafa de otoño"- Anaya- que es muy dado a una segunda parte y aunque muchos la han pedido, se ha quedado así, como debe ser.
Pero todo cambió cuando publiqué en SM "Un extraño en el tejado", parecia casi ibligadoa continuar la historiade la amistad entre Gustavo y el niño protagonista, y así lo hicimos, de común acuerdo, la editorial y yo. Ya lo digo en el libro 2 Otra vez Gustavo": no es una segunda parte; es la continuación.
Ya sé, dirán que es lo mismo, pero no estoy seguro.
Aún así, auqnue no soy partidario de segundas partes, sí creo en las series, cuando son ideadas como tales.
Ahora recién publiqué con Bruño " Superpegote" un personaje con clara vocación de serie.
En fin, que el mundo está lleno de cotradiciones y contraediciones.
Qué voy yoa saber??
Un saludo.

Andrés Guerrero

Joel Franz Rosell dijo...

¿Se acuerdan de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha?
Parece que el oportunista de Cervantes escribió una segunda parte...