viernes, 3 de junio de 2016

Extrañando lugares desconocidos


Ayer, mientras estudiaba alemán (estoy peor que mis alumnos... ¡Que el cielo se apiade de mí esta tarde!), me topé con palabras como “Gefühl”, “Schadenfreude”, “Spiegel”, “Waldeinsamkeit” o “Zwischenraum”, unos vocablos que los germanos dicen con un golpe de voz pero que tienen un dilatado y poético significado (como ustedes pueden obviar casos y declinaciones, les animo a internarse en el diccionario y deleitarse con ellas). De entre todas estas, mi favorita es “Fernweh” o lo que quiere decir “el sentimiento de extrañar un lugar en el que nunca has estado”. ¿Bonito, eh?
No sé ustedes, pero un servidor, cuando fuimos presentados (-Román, Fernweh; Fernweh, Román), no pudo evitar imaginarse a Fernweh dentro de un libro... No sé si los libros te enseñan cosas (últimamente parece de des-enseñan), nos hacen más libres (algunos parece que llevan grilletes de tanto leer) o mejor persona (hay lectores que son seres horribles), pero lo que sí tengo claro es que son capaces de trasladarte a otros espacios en los que parecemos flotar, nos alejan de nuestras realidades y viajamos con la imaginación a destinos todavía no explorados o que debemos re-descubrir (hay sitios que, aunque conozcamos físicamente, parecen otros al pasar las páginas, y viceversa), y por supuesto, a otros estados anímicos.


Les confieso que me lo paso bomba cuando leo algun libro y salgo volando. No es algo que me suela suceder con frecuencia, pero si encuentro algún título que tenga ese extraño poder, no hay más que decir. Podríamos hablar de nuestro Quijote, de las Grandes Esperanzas de Dickens, de Eça de Queirós y su primo Basilio, de los Dublineses de Joyce, del Ruido y la furia de Faulkner o el Ébano de Kapuscinski, pero lo cierto es que, cuando el calor aprieta, algo de lo que empezamos a percatarnos este finde semana con previsiones de lo más calurosas, lo que apetece es irse al mar y abandonar las junglas de asfalto y cristal.


Por ello, teniendo en cuenta que necesitan cierta evasión y no pueden darse el capricho de coger el coche e irse de un lado a otro, he creído conveniente trasladarlos a las blancas y hermosas playas que sirven de marco a Glup, una exquisita novela gráfica (creo que la denominación de cómic, se queda un tanto corta en este caso) infantil de Daniel Piqueras Fisk y editada por Narval.
Con el azul del mar por bandera, una niña se zambulle en un largo viaje lleno de amigos, de recuerdos familiares, de las sorpresas que nos ofrece lo desconocido y, sobre todo, de la luz de las estrellas.


Así que, ya saben, mientras pululan por el Paseo de Carruajes del Retiro este fin de semana y recuerden con cierto anhelo el oleaje del mar, regálense un baño en este libro lleno de agua, el elemento perfecto para mojarse la sonrisa y refrescarse el alma...
Nada mejor para encontrarle sentido al llamado Fernweh.


5 comentarios:

C de cuentos dijo...

Una recomendación muy actractiva, sobre todo teniendo en cuenta la escasez de novelas gráficas infantiles. Gracias por ofrecer la posiblidad de escaparse del aquí a través de los libros. Un abrazo playero!

Román Belmonte dijo...

¡Otro para ti menos costero!

miriabad dijo...

Suerte con el alemán... Leyéndote, dan ganas de salir corriendo hacia el mar. Bellas imágenes. Visualmente similares a "La ola". Apunto la recomendación.

miriabad dijo...

Suerte con el alemán... Leyéndote, dan ganas de salir corriendo hacia el mar. Bellas imágenes. Visualmente similares a "La ola". Apunto la recomendación.

Román Belmonte dijo...

Falta me hace. Ahora toca esperar las notas... El uso del azul como único color es evidente, el estilo, aunque ágil es diferente, sobre todo por el tratamiento digital que utilizan. ¡Un abrazo, Miriam!