lunes, 20 de marzo de 2017

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XX): Uri Shulevitz


Lunes. Acabo de inaugurar la semana y ya empiezo a notarme algo cansado. Lo mejor será prepararme un suculento desayuno (si quieren echarle un vistazo a lo que me zampo casi todas las mañanas, visiten el nuevo hueco que he abierto a los monstruos en Instagram) y ponerme a leer un álbum de esos que te hacen más llevadero el día...
Todo sobre la mesa. Viaje relámpago a la estanteria y ¡voilá!, Un lunes por la mañana de Uri Shulevitz (Fondo de Cultura Económica). Entre bocado y bocado empiezo a pasar las páginas de esta aventura en la que la fantasía tiene mucho que decir. Ese niño que inventa un mundo paralelo en el que soñar libremente se parece mucho a Max, el de los monstruos, aunque en este caso sea para hacer menos monótono y más esperanzador el día a día. Me encanta este libro en el que tristeza y alegría son contrapuestas, el gris cotidiano y lo colorido de la fantasía, en el que lo ordinario y lo extraordinario se abrazan finalmente en pro de una infancia digna donde la felicidad y la capacidad del ser humano por conseguirla priman sobre la cruda realidad.



Estas imágenes pertenecen a Un lunes por la mañana (Fondo de Cultura Económica)

Estoy yo en estas cuando, de repente, me viene a la cabeza que nunca he hablado de este gran autor de álbumes infantiles que reúne varias de esas coincidencias entre los genios del libro-álbum. Así que, para enmendarme, me pongo al quite para profundizar un poco más en la vida y obra de Uri Shulevitz...
Uri Shulevitz nace el 27 de febrero de 1935 en Varsovia (Polonia) en el seno de una familia judía. Empieza a dibujar a la edad de tres años, una afición que sus padres le animan a cultivar durante la infancia y la juventud. Un año después, en 1939, comienza la Segunda Guerra Mundial y una bomba destruye el edificio que habita su familia por lo que deciden abandonar el país. Viven como exiliados durante ocho años, buena parte de estos en Kazajkstán, donde vivirán compartiendo una minúscula habitación con otras personas en condiciones paupérrimas.


Imagen para Cómo aprendí geografía (SM).

Tras recorrer gran parte de Centroeuropa, en 1947 se asientan en París, Francia. Es entonces cuando se desata en Shulevitz el interés por el mundo de la ilustración a raíz de encontrar un libro ilustrado abandonado a orillas del Sena. Inspirado por este, empieza a dibujar sus propios cómic cuyos guiones ideaba uno de sus amigos. Y así llega su primer premio: con 12 años gana un concurso de dibujo organizado por las escuelas de su distrito.
En el año 1948 la familia Shulevitz se traslada a Israel, donde Uri emplea su tiempo en los trabajos matutinos con los que contribuye a la economía familiar, las clases vespertinas y su aprendizaje como fabricante de sellos de caucho. Entretanto, Uri aprovecha cualquier momento para leer y seguir escribiendo sus propias historias. Cabe destacar que, a los quince años, es el artista más joven en exponer su obra en el Museo de Tel Aviv.



Las dos imágenes pertenecen a Dawn (inéd. en castellano)

Termina con la educación secundaria y estudia ciencias y literatura en el Teacher's Institute y arte en el Art Institute de Tel Aviv, actividades que compagina con las clases privadas que recibe del pintor Ezekiel Streichman. En 1958, después de dos años realizando el servicio militar obligatorio (N.B.: Algo que creo no ha cambiado), se incorpora en Ein Geddi Kibbutz, una granja cooperativa cercana al Mar Muerto, donde permanecerá un año.


Imagen para Cuando me visto de marinero (Juventud)

Tras esta etapa en Israel y con 24 años, Uri Shulevitz viaja a Nueva York y se matricula en la Brooklyn Museum Art School. En ese tiempo recibe su primer encargo como ilustrador para un editor de libros infantiles hebreos, un trabajo muy encorsetado en el que Shulevitz dibujaba bajo una estricta supervisión y en base a unos bocetos prefijados, pero que le ayuda a ir forjando su estilo tan característico.


En 1963 publica su primer álbum, Moon in my room (Harper & Row), un libro en el que un niño viaja alrededor del mundo sin moverse de su habitación, que tiene una gran acogida entre el público infantil y con el que comienza una carrera imparable en el mundo de la ilustración de libros para niños. Así, pone sus imágenes al servicio de los textos de Charlotte Zolotow (A rose, a bridge and a wild black horse), H.R. Hays y Daniel Hays (Charley sang a song), Mary Stolz (The mistery of the woods y Maximiliam's world) o los hermanos Grimm (The twelve dancing princesses).


Imagen para Un lunes por la mañana (Fondo de Cultura Económica).

Su apuesta por el poder de la imaginación, una constante en su obra, vuelve a aparecer en Un lunes por la mañana (One Monday mornig), su segundo álbum ilustrado (1967), que se inspira en una canción tradicional francesa que a modo de retahíla añade personajes. A este le siguen otros ábumes como Rain rain rivers (1969), donde vuelve a explorar la magia de los días de lluvia, Oh what a noise! (1971), The magician (1973), Dawn (1974) o The Treasure en 1979 (de este libro hay una edición en español publicada en Latinoamérica por Mirasol libros juveniles). Simultáneamente, Shulevitz sigue ilustrando obras de otros autores como Arthur Ransome (The fool of the world and the flying ship, libro que obtiene la Medalla Caldecott en 1969), Jan Wahl (The wonderful kite y Runaway Jonah and other tales), A. Afanasiev (Soldier and Tsar in the forest: a Russian tale), I. B. Singer (The fools of Chelm and their history y The Golem) o R. L. Stevenson (The touchstone).



Imagen para Rain rain rivers (inéd. en castellano).


Imagen para El secreto (Mirasol libros juveniles)

Llegamos a la década de los noventa y aparecen otros álbumes ilustrados que dejan entrever la madurez artística del autor, como Toddlecreek post office (1990), The secret room (1993), The golden goose (1995), y su aclamado (mi favorito), Snow (1998) que como Un lunes por la mañana constituye un ejemplo de cómo los niños son capaces de cambiar la realidad y se enfrentan ante los prejuicios adultos en un acto de rebeldía, en este caso simbolizado en un día de nieve que nadie excepto el protagonista cree que vaya a acontecer (No es de extrañar que Snow obtuviera una mención en los Caldecott de 1999...). En todos estos títulos destaca un trabajo minucioso, donde las escenas están estudiadas, se denota una secuenciación perfecta que tiene mucho que ver con la concepción cinematográfica que de los libros tiene el autor y que él mismo ha confesado en diversas ocasiones.






Todas las imágenes pertenecen a Snow (inéd. en castellano).

En el nuevo milenio Shulevitz, que a día de hoy cuenta con más de 82 años y casi media centena de libros publicados, ha creado varios álbumes propios: What is a wise bird like you doing in a silly tale like this? (2000), The travels of Benjamin of Tudela: Through three continents in the Twelfth Century (2005), So Sleepy Story (2006), How I learned geography (2008, editada en castellano por SM. Cómo aprendí geografía no deja de ser una autobiografía tomando como excusa sus viajes de niñez que recibió una mención de honor Caldecott en el 2009), When I wore my sailor suit (2009, publicada en nuestro país por Juventud bajo el título Cuando me visto de marinero y que vuelve a ahondar en el poder de la fantasía como medio de diversión infantil), Dusk (2013) y Troto and the trucks (2015); una serie de libros que junto con los anteriores le han llevado a recibir innumerables galardones entre los que destacan el Charlotte Zolotow Award, el Golden Kite Award, incluyendo todos los ya citados.



Imagen para Cómo aprendí geografía (SM).



Imagen para Dusk (inéd. en castellano).

El estilo de sus ilustraciones, con gran identidad y muy reconocible, es bastante lineal y clásico en cuanto a técnicas se refiere (suele trabajar con tinta y aguadas de colores). Shulevitz suele prescindir de muchos detalles en las composiciones de sus imágenes y se centra en la acción, algo que podemos constatar en muchos de sus libros donde, a pesar de interaccionar con el lector, lo hace desde las figuras principales que estáticas o dinámicas (me encanta esa dualidad de muchas de sus obras) danzan al son de la narración. Es frecuente encontrar sus imágenes al servicio de la literatura de autores judíos, incluidos dentro de la tradición yiddish o protagonizados por personajes con este origen. Las temáticas son diversas y en todas ellas hay espacio para el humor, el mundo de la fantasía y los guiños a la infancia, algo que él mismo explica de maravilla en su libro Writing with pictures: How to write and illustrate children's books (1985).


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