lunes, 25 de junio de 2018

Perdido en el bosque



Hace tanto tiempo que me perdí en este bosque de los libros para niños, que empiezo a pensar que siempre estuve aquí. Como cualquier incauto que se adentra en la espesura, creí que no sería para tanto, que al final podría atravesarlo sin demasiado trabajo, no detenerme a cada paso. Hoy sé que la linde queda lejos, que los caminos guardaban muchas sorpresas. Eso a veces me asusta. Otras, convengo conmigo mismo que habitar este espacio es un consuelo.
Al principio me di no pocas caminatas. Como un explorador sin rumbo que anhelaba descubrirlo todo. Libando de este o aquel libro un poco de néctar con el que nutrirme. Hoy el ritmo no es tan frenético. Prefiero la quietud, detenerme bajo el dosel, inhalar sus aromas. Que penetren bien adentro y me impregnen. Quizá sea la mejor manera de entenderlo todo, si es que hay algo que entender.
Aquí puede pasar cualquiera. Da igual la edad, no importan las etiquetas. Muchos otros se internan, y al final, todos nos encontramos. Compartimos sendas tortuosas, tomamos veredas separadas, o departimos en un claro sobre la mullida hojarasca. Perdidos. Incluso esa palabra suena bonita en mitad de esta floresta.
Cavilo estos días. Recapitulo sobre lo acontecido, en lo que esa a la que cariñosamente llamamos Literatura Infantil me ha dado. No sólo me acuerdo del trino de los pájaros, del vuelo de las hadas, de los lobos hambrientos o de los duendes jugando... Sí, la vida es extraña. Y menos mal que existen los bosques.

Ana María Matute. 2018. En el bosque. Ilustraciones de Elena Odriozola. Libros del Zorro Rojo.


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