lunes, 25 de mayo de 2020

Las banderas son del pueblo



De entre todas las cosas que han acontecido durante el fin de semana, me quedo con la polémica sobre el uso de la bandera española, un emblema que empieza a suscitar mucho interés. Era de prever teniendo en cuenta que nuestra enseña estaba acumulando mucho polvo y que es en situaciones extremas como la que vivimos, cuando recobra sentido el estado-nación.
Nunca he sido de exhibiciones patrióticas y mucho menos de símbolos, y si a ello unimos que ya soy bastante español, evito los excesos que abarroten y engalanen (cosas de la estética). Esto no quiere decir que no entienda y apruebe que otros luzcan nuestra bandera como les salga del pijo, más si cabe cuando no hacen daño a nadie.


Es por ello que ando bastante extrañado con que un amplio sector de la población -el mismo que ha renegado de ella por motivos partidistas durante mucho tiempo- se haya echado las manos a la cabeza porque otro amplio sector se dedique a colgársela por toda su anatomía cual árbol navideño. A lo que yo objeto: si nuestra bandera es un símbolo constitucional y pertenece a todos los españoles, ¿por qué no han hecho gala de ella todos los habitantes de este país que lo deseen desde el 6 de diciembre de 1978?
Que si apropiación indebida, que si provocación, que si violencia y que si un montón de razonamientos más que criminalizan el uso de la rojigualda y ponen en evidencia que algunos sólo se sienten cómodos luciendo nuestros colores durante las competiciones deportivas (para lo que hemos quedado…), mientras que para otras celebraciones prefieren exhibir símbolos como la bandera republicana -un hecho cuanto ni menos paradójico pues muchos dábamos por hecho aquello de la transición-.


Si tanto les molesta, lo que deberían hacer es dejar de asociar nuestro estandarte con apelativos del pasado que tanto hacen por perpetuar el mito maniqueo de las dos Españas y, si les apetece, lucirla como mejor les parezca. Porque la patria, la nación, es de sus ciudadanos, no de sus políticos, y la bandera, como símbolo, aparte de representarnos es de lo poco que nos queda para sentirnos parte de un colectivo que comparte alegrías, desencuentros y penas como las vividas durante esta pandemia, y de paso, reconocer como nuestros, los muertos de vecinos, amigos y conocidos que, aunque piensen y voten de manera diferente a nosotros, también han sufrido mucho durante los últimos meses. 


Con tantas banderas de por medio, hoy viene al pelo traer a este sitio de monstruos La bandera de Amalia, otra de las novedades de Ekaré con Nono Granero a la pluma e Ina Hristova a los pinceles. En este álbum colorista y con un sabor muy agradable (me recuerda al del pan con vino y azúcar), se nos cuenta la historia de una costurera que recibe el encargo de elaborar una gran bandera que engalane la plaza del pueblo durante las fiestas de otoño. Amalia, la protagonista elige las mejores telas y se pone manos a la obra, pero una serie de percances la obligan a elaborar una bandera muy diferente a la oficial.
Muchos se limitarán a decir que este título es un canto a la pluralidad, también que le resta importancia a los símbolos -cosa que no sucede, pues el símbolo sigue aunque haya cambiado de forma-, pero lo bueno de los libros con enjundia es que tienen diversas lecturas. Y en la mía creo que Amalia, además de tener algo de los cuentos de antaño (ruecas, hilanderas, sastres, agujas y tejidos mágicos) y dar rienda suelta a su inventiva e imaginación para enfrentarse a los problemas, también ensalza el valor de la auténtica bandera, una que entrega desinteresadamente a sus vecinos para cobijarlos y ayudarlos. Una bandera bajo la que se resguardan los músicos de la lluvia, ejerce de sombrilla para un bebé y protege las cuerdas vocales del tenor local.
Sí, amigos, se ve que las banderas son del pueblo.



3 comentarios:

Susana Encinas dijo...

Precioso álbum, habrá que hacerse con él!

Ofly dijo...

Muy bonito contenido, te invito a seguir mi blog con escritos de poesía infantil y juvenil
https://lacitosdeazucarpoemasdemiel.blogspot.com/

Saludos

Marta Rivadulla López dijo...

¡Gracias, gracias y gracias! Por decir las cosas tal cual las piensas, sin medias tintas ni ofender a nadie. Por poner un poco de calma en este torbellino. ¡Gracias!