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viernes, 14 de marzo de 2008

Letras juveniles


Sigo sin entender porqué muchas de las obras cumbre de la Literatura Universal han quedado relegadas a “literatura juvenil” (la ausencia de mayúsculas y las comillas ya le infieren ese tono despectivo, por lo que no hace falta que especifique su significado). Muchos entendidos se atreven a decir que estas lecturas están encaminadas a la formación del joven, para que de este modo nazcan ciudadanos con valores (¿alguien me explica eso de “valores”?), otros quieren crear así buenos lectores, los menos –ignorantes- se aventuran a preguntar eso de “¿Quién ha dicho eso?”, y a los últimos se la sopla sin paliativos.
Si les soy sincero les diré que me la traen floja semejantes estupideces, y que estoy hasta el pepe de no dar crédito a lo que escuchan mis mecanorreceptores auditivos. No me note enfurecido, amigo lector, pero le diré que, si algo tienen las lecturas de rápido consumo que plagan las listas de ventas literarias es la Inmadurez (la mayúscula que no falte). Y una vez dictaminada la sentencia, voy y me río, que para eso le rindo cuentas al fisco.

Ahora mismo le explico… En estos últimos meses, la retahíla de lecturas que urdía mi devenir me había impedido invertir un puñado de minutos en disfrutar (subrayo este verbo) una historia de la que se han hecho críticas a doquier, El niño con el pijama de rayas del aclamado (por el público, que es el que manda) John Boyne.
El otro día tuve la oportunidad de agarrarlo y, en eso de hora y media, me lo zampé (en el sentido figurado…), y mis conclusiones son las que siguen:

1. Es una bella historia, sí señor, lo admito. Es levemente previsible aunque impacta
2. Me gustó.
3. Tiene todos los ingredientes para ser disfrutada.
4. También me he percatado de lo maternal de la historia, lo que creo es un buen señuelo para el público femenino.
5. Minadas por la ternura, las palabras rugen lo injusto y triste del odio humano.
6. La lágrima (esa que vierten y de la que hablan muchos de sus lectores) es un punto a su favor.
7. La realidad edulcorada de la que hace gala y el doble sentido de lo vivido creo que aproximan mucho a su lectura (aunque están aquellos que abominan esta característica).
8. El guiño a La Isla del Tesoro es encantador.
9. Pero lo que más me ha llamado la atención de la obra es que está dirigida a un público adulto. Es a esto y no a otra cosa, a lo que no encuentro el sentido. Probablemente la inmensa mayoría de estos lectores no hayan leído Las aventuras de Tom Sawyer, La guerra de los botones, ni Trafalgar… pero claro, estos últimos no aparecen en las listas de “los más vendidos”…

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