Aunque cada día tiene sus efemérides, uno no puede dedicarse a ellas por entero, si no esto se parecería más a un libro de sucesos que a un espacio de libros. Pese a ello, hoy no he podido obviar una de las celebraciones literarias del año, festejada con todo tipo de actos a lo largo y ancho del mundo. Hoy, hace doscientos años, nació en Boston el mayor exponente del relato breve, Edgar Alan Poe. Así que, habrá que conmemorar…
La figura de Poe, siempre cargada de ciertas controversias, es la de un hombre poco usual. Ya desde su nacimiento apuntaba firmes promesas de disonancia… El hecho de ser huérfano, posteriormente adoptado, desarrollar un carácter fuerte, apasionado y tremendamente sufrido, o jugar con este o aquel vicio, son aspectos que, aunque rodeen a los hombres de la primera mitad del siglo XIX (mitad en la que se desarrollan sus cuarenta años de vida), hacen de Poe un individualista nato, liberal en pensamientos y hechos, tanto, que puede que acabaran con él.
De claro formación periodística, Poe desarrolla el relato como arma eficaz a la hora de mostrar la sociedad, su sociedad, tanto sus cuentos de corte “gótico” (todos conocemos El cuervo, aunque un servidor prefiere El corazón delator, mucho más inquietante) que tanto influirían sobre escritores como Oscar Wilde o Baudelaire, como sus narraciones críticas (siempre he tenido la sensación que Los crímenes de la calle Morgue se parecían más a una mofa del entramado policial que a un misterio irresoluble).
Creo que es un buen momento para leer a Edgar Alan Poe, además de porque es una figura emblemática dentro de la creación literaria (no podemos olvidar que hoy día, el relato breve tiene un auge y un amplio mercado), porque también es de esos autores que ha caído en el olvido –como tantos otros clásicos-. Así que, desempolven sus libros, acudan a las bibliotecas.
Les dejo con una frase del mismo Poe que encontré por estos mundos cibernéticos:
Mi vida a sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.
La figura de Poe, siempre cargada de ciertas controversias, es la de un hombre poco usual. Ya desde su nacimiento apuntaba firmes promesas de disonancia… El hecho de ser huérfano, posteriormente adoptado, desarrollar un carácter fuerte, apasionado y tremendamente sufrido, o jugar con este o aquel vicio, son aspectos que, aunque rodeen a los hombres de la primera mitad del siglo XIX (mitad en la que se desarrollan sus cuarenta años de vida), hacen de Poe un individualista nato, liberal en pensamientos y hechos, tanto, que puede que acabaran con él.
De claro formación periodística, Poe desarrolla el relato como arma eficaz a la hora de mostrar la sociedad, su sociedad, tanto sus cuentos de corte “gótico” (todos conocemos El cuervo, aunque un servidor prefiere El corazón delator, mucho más inquietante) que tanto influirían sobre escritores como Oscar Wilde o Baudelaire, como sus narraciones críticas (siempre he tenido la sensación que Los crímenes de la calle Morgue se parecían más a una mofa del entramado policial que a un misterio irresoluble).
Creo que es un buen momento para leer a Edgar Alan Poe, además de porque es una figura emblemática dentro de la creación literaria (no podemos olvidar que hoy día, el relato breve tiene un auge y un amplio mercado), porque también es de esos autores que ha caído en el olvido –como tantos otros clásicos-. Así que, desempolven sus libros, acudan a las bibliotecas.
Les dejo con una frase del mismo Poe que encontré por estos mundos cibernéticos:
Mi vida a sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.
Poe es uno de mis escritores favoritos. Y me gustaría aprovechar para reivindicarlo como autor humorístico. Sé que suena paradójico que un hombre que nos ha hecho temblar de terror sea también capaz de estremecernos de risa, pero os pido por favor que leais "Por qué el pequeño francés tiene el brazo en cabestrillo", "Nunca apuestes tu cabeza al diablo" o "Cómo escribir un artículo de Blackwood". Impresionantes y divertidísimos.
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