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viernes, 17 de abril de 2009

Bichos


¡Qué lata esto de la primavera! Unos días asándonos y otros nevando, bufando y lloviendo… ¡No hay quién la entienda!... Pero lo peor de esta estación llega con los bichos, esos que no te dejan dormir, los que te matan a picotazos, los que te impiden comer tranquilamente… ¡Qué asco de bichos!...
Es muy de agradecer que en mi nación
no encuentres casi nunca un escorpión.
Dicen que es muy difícil que en tu cama
lo encuentres una noche, ya que ama
países más calientes que los nuestros
como afirman expertos y maestros.
Yo sé que un escorpión es escamoso,
que es negro, que es maligno y venenoso
y por eso aconsejo, afirmo y digo
que un bicho así no es bueno como amigo.
Si ves un escorpión, corre y escapa
porque, si se te acerca, si te atrapa,
lo vas a pasar mal y es muy seguro
que vas a verte en un terrible apuro.
Es bicho de una idea, de una sola:
¡clavarte el aguijón que hay en su cola!,
y siempre intentará, sucio y artero,
¡clavarte ese aguijón en el trasero!
-Muchacho, ¿Qué te ocurre? ¿Qué ha pasado
que tienes esa cara de asustado?
-Hay dentro de mi cama un bicho extraño
y temo que me ataque y me haga daño.
¡Qué susto, qué mieditis, qué aprensión!,
¿y si aquí dentro tengo un escorpión?
-Jamás una bobada tal oí,
¡no hay bichos de esa clase por aquí!
-Me corre por la pierna, trepa y sube,
¡jamás tanto terror, tal miedo tuve!
Lo tengo ya en el muslo, en el derecho…
¿Tú crees que me va a subir al pecho?
¡Mamá, cázalo pronto, venga, va,
Si no lo cazas ya, me picará…!
¡Ay, que lo noto ya por el trasero!
¡Ay, ay, ayayayay… que yo me muero…!

Roald Dahl.
El escorpión.
En: ¡Qué asco de bichos!
Ilustraciones de Quentin Blake.
1985. Madrid: Altea.

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