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viernes, 16 de abril de 2010

Conociendo laberintos


La vida, maestra de todas las cosas, nos alecciona sobre esto, aquello y lo otro, y, aunque pensemos que la divina providencia es la que marca los pasos del camino, somos nosotros quienes damos la última palabra. Elegir entre esta salida o la de más allá, si giramos a la izquierda o torcemos tras esa esquina, nos forja lentamente. Y tras los itinerarios del laberinto que dibujan los días, la elección es nuestra única guía, esa que te hace toparte con cientos de caras desconocidas, con algunos hombres sin nombre y con otros que ya conoces y no quieres perder.
*
En mi ciudad hay mil barrios.
En cada barrio hay cien calles.
En cada calle hay diez casas.
En cada casa hay un hombre.
¿Y a este hombre qué le pasa?
Pues le pasa (no te asombres)
que nadie sabe su nombre,
ni le escribe, ni le abraza.
Le pasa que no le conocen
ni en su calle, ni en la plaza.
Le pasa que no tiene patio,
ni ventana, ni terraza.
Le pasa que nada le pasa
al hombre que vive enfrente
de la puerta
de tu casa.

Pedro Mañas.
El hombre sin nombre.
En: Ciudad Laberinto.
Ilustraciones de Silvina Socolovsky
2010. Vigo: Faktoría K de Libros.
Imagen: Suburbios. Silvina Socolovsky

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