El gremio de los docentes, aunque se supone de mucha clase y condición, es de los menos piadosos. ¡Qué se lo digan a la Lleni, la Dayana o el Yeison, estigmatizados de por vida por un nombre! (Tomen buena nota de este hecho, sobre todo si son dados al exotismo nominal y optan por bautizar a su hijo como Maiquel en claro homenaje al fallecido rey del pop). No se extrañen: los maestros “semos” humanos, tanto que nos encantan los alumnos pelotas, que nos obsequien y agasajen, odiamos a los que nos odian, somos maniáticos, déspotas y obstinados, también reímos, lloramos, bebemos y fumamos. ¿Alguien da más…?
Si pensaban que el profesor de “Geografía e Historia” de su hijo es un hombre amable, sensato, cordial, inteligentísimo, ordenado y justo, casi robótico, creo que se equivocan… El susodicho, para más señas, exmilitar (segundo batallón del ejército de tierra), licenciado por la UNED en Filosofía y Letras, con un expediente académico de 6,8, aficionado a la papiroflexia y la canaricultura y forofo del Marca®, tiene dos hijos, una fémina que se define como “emo-punk” a sus catorce años y un hijo de profesión delincuente juvenil. Está harto de suportar las ínfulas de su mujer, natural de Horcajo de la Serena y aspirante a señora de postín, para lo que necesita las artes y favores que una compañera de trabajo muy graciosa, con baja autoestima y que se apellida Santambroglio, está dispuesta a regalarle… Podrán imaginar que, con semejante panorama, este señor se las ve y se las desea para llevar una vida un tanto estable (no me gusta hablar de normalidad…), por lo que no pidan demasiado: mientras ese buen hombre lleve a cabo su labor y enseñe a su hijo las nociones básicas que debe, dense por satisfechos.
Sí, seguramente todos ustedes han sufrido la desfachatez, impertinencia e ira de algún odiado maestro, pero les pido un poco de amnistía y apoyo, no sea que a más de uno le dé por gasearnos tras un duro martirio, que bien es sabido que no cualquiera tiene la decisión y agallas para subirse a una tarima y explicar trigonometría, anatomía o análisis sintáctico.
En cualquier caso y para pedir perdón a todos esos alumnos denostados e incomprendidos por todo tipo de profesores, aquí les dejo con uno de esos títulos clásicos sobre males docentes, males escolares: Lucas (en el original Michael, paradojas de las traducciones…), de Tony Bradman y Tony Ross, editado en castellano por la editorial Océano.
Si pensaban que el profesor de “Geografía e Historia” de su hijo es un hombre amable, sensato, cordial, inteligentísimo, ordenado y justo, casi robótico, creo que se equivocan… El susodicho, para más señas, exmilitar (segundo batallón del ejército de tierra), licenciado por la UNED en Filosofía y Letras, con un expediente académico de 6,8, aficionado a la papiroflexia y la canaricultura y forofo del Marca®, tiene dos hijos, una fémina que se define como “emo-punk” a sus catorce años y un hijo de profesión delincuente juvenil. Está harto de suportar las ínfulas de su mujer, natural de Horcajo de la Serena y aspirante a señora de postín, para lo que necesita las artes y favores que una compañera de trabajo muy graciosa, con baja autoestima y que se apellida Santambroglio, está dispuesta a regalarle… Podrán imaginar que, con semejante panorama, este señor se las ve y se las desea para llevar una vida un tanto estable (no me gusta hablar de normalidad…), por lo que no pidan demasiado: mientras ese buen hombre lleve a cabo su labor y enseñe a su hijo las nociones básicas que debe, dense por satisfechos.
Sí, seguramente todos ustedes han sufrido la desfachatez, impertinencia e ira de algún odiado maestro, pero les pido un poco de amnistía y apoyo, no sea que a más de uno le dé por gasearnos tras un duro martirio, que bien es sabido que no cualquiera tiene la decisión y agallas para subirse a una tarima y explicar trigonometría, anatomía o análisis sintáctico.
En cualquier caso y para pedir perdón a todos esos alumnos denostados e incomprendidos por todo tipo de profesores, aquí les dejo con uno de esos títulos clásicos sobre males docentes, males escolares: Lucas (en el original Michael, paradojas de las traducciones…), de Tony Bradman y Tony Ross, editado en castellano por la editorial Océano.
Estoy de acuerdo, no me gusta la palabra 'normal'. Si indagamos un poquito debajo de la chapa, ¿quién es normal? Quizás seamos sobre todo 'comunes' o 'poco originales', pero no 'normales'.
ResponderEliminarPor otro lado, la vida es así, siempre podemos tropezar con alguien que no nos lo pone fácil y eso no quiere decir que nos tenga manía. Es así.
Me apunto el libro.
Saluditos, Miriam
Eres un crack,,,
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