miércoles, 13 de octubre de 2010

Docentes ¿y humanos?


El gremio de los docentes, aunque se supone de mucha clase y condición, es de los menos piadosos. ¡Qué se lo digan a la Lleni, la Dayana o el Yeison, estigmatizados de por vida por un nombre! (Tomen buena nota de este hecho, sobre todo si son dados al exotismo nominal y optan por bautizar a su hijo como Maiquel en claro homenaje al fallecido rey del pop). No se extrañen: los maestros “semos” humanos, tanto que nos encantan los alumnos pelotas, que nos obsequien y agasajen, odiamos a los que nos odian, somos maniáticos, déspotas y obstinados, también reímos, lloramos, bebemos y fumamos. ¿Alguien da más…?
Si pensaban que el profesor de “Geografía e Historia” de su hijo es un hombre amable, sensato, cordial, inteligentísimo, ordenado y justo, casi robótico, creo que se equivocan… El susodicho, para más señas, exmilitar (segundo batallón del ejército de tierra), licenciado por la UNED en Filosofía y Letras, con un expediente académico de 6,8, aficionado a la papiroflexia y la canaricultura y forofo del Marca®, tiene dos hijos, una fémina que se define como “emo-punk” a sus catorce años y un hijo de profesión delincuente juvenil. Está harto de suportar las ínfulas de su mujer, natural de Horcajo de la Serena y aspirante a señora de postín, para lo que necesita las artes y favores que una compañera de trabajo muy graciosa, con baja autoestima y que se apellida Santambroglio, está dispuesta a regalarle… Podrán imaginar que, con semejante panorama, este señor se las ve y se las desea para llevar una vida un tanto estable (no me gusta hablar de normalidad…), por lo que no pidan demasiado: mientras ese buen hombre lleve a cabo su labor y enseñe a su hijo las nociones básicas que debe, dense por satisfechos.
Sí, seguramente todos ustedes han sufrido la desfachatez, impertinencia e ira de algún odiado maestro, pero les pido un poco de amnistía y apoyo, no sea que a más de uno le dé por gasearnos tras un duro martirio, que bien es sabido que no cualquiera tiene la decisión y agallas para subirse a una tarima y explicar trigonometría, anatomía o análisis sintáctico.
En cualquier caso y para pedir perdón a todos esos alumnos denostados e incomprendidos por todo tipo de profesores, aquí les dejo con uno de esos títulos clásicos sobre males docentes, males escolares: Lucas (en el original Michael, paradojas de las traducciones…), de Tony Bradman y Tony Ross, editado en castellano por la editorial Océano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, no me gusta la palabra 'normal'. Si indagamos un poquito debajo de la chapa, ¿quién es normal? Quizás seamos sobre todo 'comunes' o 'poco originales', pero no 'normales'.
Por otro lado, la vida es así, siempre podemos tropezar con alguien que no nos lo pone fácil y eso no quiere decir que nos tenga manía. Es así.
Me apunto el libro.
Saluditos, Miriam

Cristina dijo...

Eres un crack,,,