Entre cebolleta y
cebolleta (empapadas de vermú, que casa mucho con el vinagre) decidí
que necesitaba un descanso de tanto álbum ilustrado... Es cierto que
las literaturas gráficas están a la orden del día, y que han hecho
mucho por este mundo de la abreviada LIJ, pero de vez en cuando hace
falta volver a la palabra y concederse un rato de fructífera lectura como
antesala a la cama.
No crean que soy el único que tiene esa
sensación, pues son muchos los monstruos que me escriben a través
del correo electrónico o las redes sociales para pedirme alguna
sugerencia de narrativa infantil, pues el álbum se queda corto para
sus hijos entre ocho y diez años que necesitan coger algo de
carrerilla y sacarle partido a su propia imaginación. Yo suelo
recurrir a clásicos que pronto declinan (ya saben, nos ganan por goleada princesas
rosas y series comerciales), pero bueno, ahí estoy, empeñado en que
lean algo menos enlatado.
Quizá este sea un buen momento para comprar algo que anime a sus adelantados hijos a
diversificar las temáticas de sus lecturas y, porqué no, también a
prescindir de las más visuales. Es por ello que aquí traigo algunos
títulos de narrativa infantil y/o juvenil que he leído en los
últimos meses sobre los que hago algunos comentarios que les pueden
ser útiles en sus adquisiciones. ¡A disfrutar!
José Roberto Torero.
Una historia de fútbol. Ilustraciones de Andreu
Llinàs. Blackie Books. Empiezo con el fútbol, nuestro deporte
nacional, vuelve a ser una vez más la excusa perfecta para idear una
historia con gran aceptación entre los chavales aunque se desarrollé
en un contexto ajeno, Brasil. En esta historia protagonizada por un
grupo de niños (N.B:: He aquí el retorno a las pandillas en los
libros infantiles) el objetivo está claro, montar un equipo de
fútbol, el Siete de Septiembre (¡Me encanta esta fecha! Adivinen
porqué) que esté a la altura de la competición. ¿Lograrán
derrotar al Barón del Noroeste? Para saberlo, den un paso hacia
delante y zambúllanse en una serie de peripecias donde abundan los
motes y en las que amistad, familia y amor son la tríada perfecta.
Sofía Rhei. Cómo
tener ideas. Ilustraciones de Marc Gras Cots. Narval.
Las historias sin sentido son un clásico en esto de la narrativa
infantil, pero la incluida aquí tiene un no-se-qué que me ha
despertado muchas sensaciones. En este híbrido entre el relato de
ficción y el manual de autoayuda para escritores, se entremezclan
una serie de personajes y recursos de estilo variado que plantean un
discurso complejo, extraño, pero necesario: la realidad siempre
inspira la fantasía. Esa autora poco inspirada, el libro en el
libro, y personajes de los cuentos clásicos descontextualizados,
configuran un desfile de lo absurdo bastante divertido. Honesto, sin
pretensiones, y un guiño más que merecido.
Mark Twain y Philip
Stead. El rapto del príncipe Margarina.
Ilustraciones de Erin Stead. Océano-Travesía. Sigo con uno de
esos títulos a caballo entre la narrativa infantil y el álbum
ilustrado (no se dejen engañar por el número de páginas). No sé
si definir este libro como producto editorial o como creación
literaria -seguramente sea ambas cosas- ya que es un proyecto
colaborativo entre dos escritores (Mark Twain, a la idea inicial, y
Philip Stead al posterior hilvanado) y una ilustradora, en el que he
podido encontrar guiños a otras obras como por ejemplo El
mago de Oz de Baum. Con una edición muy cuidada en la que no
han faltado detalles polémicos (fíjense en el protagonista de raza
negra que tanto ha dado que hablar: Mark Twain no citó este detalle
en ninguna de sus notas), el resultado, en conjunto, es notable.
Mónica Rodríguez.
Alma y la isla. Ilustraciones de Ester García.
Anaya. Aunque con un año de retraso, este verano me puse al
quite con este título tan premiado. Había leído muchas mieles
sobre él y tenía que juzgarlo de primera mano... En primer lugar he
de aclarar que soy poco partidario de los libros infantiles con
trasfondo buenista, por lo que, cuando empecé a leer esta historia
sobre emigración y pateras, se me torció el morro. Si algo tiene la
literatura es que no se debe juzgar sólo por el argumento, así que
continué la lectura para terminar gratamente sorprendido por el
estilo narrativo, su prosa leve, profunda y poética. Se lee de una
sentada y, a pesar del mensaje, deja hueco a las libres
interpretaciones por parte de los lectores, algo que me gusta
sobremanera.
Siri Kolu. Los
Bandídez. Nórdica Libros. Este es uno de los que más
me ha gustado de esta tanda de narrativa infantil, no sólo porque es
un libro que bebe de las corrientes LIJ nórdicas que tienen como
máximo exponente a Astrid Lindgren, sino porque me resulta crítica
y divertida a partes iguales. En este “road-trip” donde una
familia de bandidos de carretera raptan a una niña muy avispada, no
sólo hay hueco para golosinas y carcajadas, sino también para todos
aquellos niños del siglo XXI que necesitan sentirse queridos por sus
familias a pesar de los compromisos laborales y sociales. Ligera y
dinámica no da cabida al aburrimiento. ¡Excelente trabajo!
Maria Parr. Corazones
de gofre. Ilustraciones de Zuzanna Celej. Nórdica Libros.
Es inevitable conectar este título con Tania Val de Lumbre,
no sólo por pertenecer a la misma autora y editorial, sino porque es
una historia en la que Lena, una de sus protagonistas principales (el
otro es Theíco... ¡Gracias traductor por usar el -ico como
diminutivo!), tiene ese deje masculino, subversivo y actual que tanto
abunda hoy día en los libros infantiles y que tiene como precursor a
Pippi Langstrumpf. También encuentro cierto aire coral en una
narración en la que la vida cotidiana, el sentimiento familiar, y
las tradiciones vs. lo contemporáneo se alternan para ofrecer una
serie de aventurillas que, con un lenguaje directo, logran curvar
nuestros labios en un vaivén mayormente dulce. Con sabor a gofre,
mejor dicho.
David Almond. El
chico que nadaba con pirañas. Ilustraciones de Oliver
Jeffers. Bambú. Que Roald Dahl es una figura muy inspiradora
para la mayor parte de los autores anglosajones de narrativa infantil
no es ningún secreto, sobre todo cuando leemos textos como este en
el que confluyen elementos muy característicos del genio inglés que
también están en obras como James y el melocotón gigante o
Matilda. Divertida, fantástica y surrealista a veces, la
historia de este niño que abandona a sus tíos para enrolarse en un
circo y encontrar así su lugar en el mundo, es una buena forma de
soñar. Espero que se diviertan con uno de los libros infantiles más
señalados del año y del que, por su final abierto, vislumbro una
segunda parte.
Paula Bombara. Sólo
tres segundos. Milenio. Si El mar y la serpiente
fue el reconocido debut de esta autora argentina en nuestras
librerías, Solo tres segundos no le desmerece en absoluto,
incluso he de decir que para mí, es una narración más lograda y
conexa, no sólo porque pone en evidencia lo poderoso, desinhibido e
inconsciente de la adolescencia, sino porque sabe conectar las voces
de los personajes -entre sí y con el lector- en una tragedia
cotidiana que tiene algo de catártica y mucho de crítica. Fugaz y
grave, limpia y feroz, pero nunca indiferente.
Héctor Gómez
Navarro. Historia de todos. Ilustraciones de Ina
Hristova. A Buen Paso. Llegamos a uno de los libros más
complejos de esta tanda narrativa navideña. En el compendio de
relatos que propone su autor, el lenguaje y la riqueza verbal son la
verdadera punta de lanza. Directos, juguetones, irónicos, en ellos
se desarrolla un mestizaje de ideas que combina el cuento tradicional
con nuevas visiones literarias, y que elevan el discurso a un plano
contemporáneo más que notable. De entre mis favoritos destaco Sobre
los ángeles y Tejedor, que suenan a realismo mágico, y
el que da título al volumen por hacerme pensar callado que el mundo
no deja de girar.