Todos tenemos secretos.
Unos más y otros menos. Algunos todavía guardan secretos de la
infancia, otros proclaman secretos a voces, los menos los comparten
con algún allegado y casi todos nos morimos de curiosidad por saber
los de otros. Y, claro, el Sr. Burdick no podía ser menos...
Aunque Los misterios
del Señor Burdick es un libro que forma parte de mi personal
canon y al que he hecho referencia en ciertas ocasiones, nunca le he
dedicado un espacio propio en este lugar de monstruos. Así que, a
modo de disculpa para con Don Chris Van Allsburg, he aquí unas
pinceladas sobre este álbum.
A nadie le llama la
atención un libro negro, menos todavía si se supone que va dirigido
a los niños (no sé si el autor eligió esta carta de presentación
para repeler a lectores de tres al cuarto o por que el objeto libro
adoptase cierto aire extraño, misterioso, atractivo...), pero el
caso es que, cuando uno se atreve a cogerlo (sobre todo si es en la edición original, esa con tipografía roja), lo que esconde tiene
mucha miga. En la edición en castellano de Fondo de Cultura
Económica (gracias por este regalo), se reproduce en la tapa una de
las imágenes que forma parte del legado del Sr. Burdick, un
protagonista del que sólo conocemos un puñado de imágenes. (N.B.:
Me encanta esta forma de crear un personaje a través de sus
producciones, porque el lector, como todos, solemos forjarnos ideas,
unas veces erróneas, otras ciertas, sobre como son los demás sin
conocerlos personalmente. Es curioso como nuestros prejuicios y la propia
experiencia entran a formar parte del juego, de la fantasía al fin y
al cabo, esa que nos ata y nos libera al mismo tiempo).
Abrimos el libro. Guardas
negras. La cosa va in crescendo. Portadilla blanca con otro dibujo a
grafito. El contraste oscuridad-luz anuncia que algo va a pasar...
“Introducción”. La cosa se pone seria. El autor nos cuenta la
historia de este libro. En él se reproducen la serie de
imágenes que (supuestamente) un desconocido llamado Harris Burdick
llevó al editor de libros infantiles, Peter Wenders. Todas
ellas ilustraban varios cuentos de su autoría y los llevaba a modo
de muestra (portfolio que llamaríamos hoy día), acompañados de
unas frases, como un pie de foto/imagen. El señor Burdick prometió que
regresaría con sus historias, pero nunca más volvió. Sólo nos
dejó catorce imágenes inquietantes acompañadas de un título y
unas pocas palabras.
Metámonos en harina
pues...
El estilo de las
ilustraciones se adscribe al figurativo realista, a veces con
elementos surrealistas (imagen de Extravío en Venecia),
fantásticos (imagen de La casa de la Calle Maple) o
descontextualizados (imagen de El arpa). Para su elaboración, Van Allsburg utiliza exclusivamente el lápiz de grafito. Si a ello
añadimos la típica técnica de desdibujar las formas y el uso del
claroscuro, se añade más aire a las escenas y las dota de cierta
atmósfera irreal, a modo de ensueño. Como curiosidad cabe decir que
la imagen Otro lugar, otro tiempo, que también se utiliza en
la portada/tapa, está inspirada en una fotografía de Erich Lessing
para el número de junio de 1959 de National Geographic que
acompañaba un artículo sobre la posguerra en Alemania, un dato que
pone en evidencia el proceso de construcción en el mundo de las
artes gráficas (N.B.: Miriam Abad, gracias por la búsqueda y el detalle de hacérmela llegar. El poder de los libros es hermoso, dulce...).
El corpus del libro se
estructura en dobles páginas en las que el texto ocupa la izquierda
y la imagen la derecha, de tal manera que el ritmo en la lectura
acaba focalizando la atención, primero en la imagen y posteriormente
en el texto. De esta manera el autor consigue crear cierto efectismo,
una sorpresa que crece con el mundo verbal. Aunque ambos lenguajes se
complementan y se ayudan, no lo hacen del mismo modo. Mientras que el
título remite a un contexto amplio, ese en el que la imaginación
del lector desborda la doble página, las frases, por lo general, se
refieren a un momento exacto, al instante en el que se congela la
imagen. Esta segunda relación es más variable y en ella se pueden observar
redundancias o complementariedades.
Otra cosa que diferencia
a este álbum del resto es que la secuenciación no depende de la
consecución de las escenas/imágenes, sino que depende del contexto.
Es decir, no hay sucesión. Son parcelas de espacio y tiempo
independientes. Es la ruptura en una de las características clásicas del álbum que, de no ser por la introducción, no podría definirse
como tal.
Guardas negras. Tapa
negra. ¿Fin? No, creo que no...
Si los misterios no
fueran pocos, la cosa se complica cuando, y siempre según Van
Allsburg, en 1993 aparece un anticuario que les relata a él y
Wenders cómo, tras comprar la biblioteca antigua de una anciana, un
espejo antiguo con retratos de algunos personajes del A través
del espejo de Carroll que también estaba incluido en el lote, se
cayó al suelo y, tras romperse el cristal, descubrió otra imagen
similar a las restantes de Burdick que pertenecía a la historia de
Perdido en Venecia.
Años más tarde Chris
Van Allsburg publicó en su página web que Wenders había muerto en
el año 2000 cuando contaba 91años.
Todos los que conocen la
obra de Chris Van Allsburg saben que lo enigmático es una de sus
constantes, como bien prueban títulos como El naufragio del
Zéfiro, El expreso polar o Jumanji. Sin caer demasiado en lo
efectista, es capaz de mantener cierta expectación en el lector
antes, durante y después de leer sus libros, pero con este título
consigue que eso trascienda más allá, lejos de la edad de los
lectores y lejos de las fronteras. La universalidad de los, a mi
juicio, dos juegos que propone ante el curioso lector partiendo de
dos incógnitas (por un lado intenta ampliar los límites de la
fantasía y por otro saber si el contexto es real o ficticio) es lo
que hace a este libro diferente, más especial.
A todo lo anterior hay
que añadir que este libro tiene muchas aplicaciones dentro del aula
al constituir un pretexto inmejorable para trabajar la redacción,
fomentar la imaginación, la construcción de historias (bien
concatenadas, bien independientes), y empatizar con el género del
libro-álbum, las narrativas gráficas y los autores. Prueba de ello
es que hace unos años se publicó The chronicles of Harris Burdick,
un libro en el catorce reconocidos escritores entre los que se
cuentan Kate DiCamilo, Lois Lowry, Linda Sue Park, Jon
Scieska, Tabitia King o Stephen King, realizan precisamente este ejercicio de
narración en base a las imágenes de Chris Van Allsburg.
Decir también que el
relato de The house on Maple Street de Stephen King (inserta
en su libro Pesadillas y alucinaciones) está basado en la
última de las imágenes de este libro.
Y poquito más, que ya es
bastante para este libro tan redondo... Sólo me queda despedirme de
ustedes confesándoles que, mientras escribo esto, todavía sigo
dudando sobre si el Sr. Burdick existió.
Cuando digo que el sábado
estuvimos celebrando el cumpleaños del Pit, lo hago en sentido
literal: mañana, tarde y noche. Un maratón a comer y beber (juerga
que no disfrutas, juerga que no recuperas) en condiciones climáticas
adversas (el viento nos cortaba el tegumento, pero nosotros, al lío)
y con robo de móvil incorporado (¡Ojo avizor con carteristas y
mangantes!).
Como se podrán imaginar,
aquello dio para mucho (Lo he de confesar: nos va el jevimetal), y
entre sorbo y sorbo, ¿de qué hablarán un funcionario de prisiones,
una maestra de infantil y otra que vende tetas postizas? No se lo van a creer...
¡De abecedarios! Lo que oyen, a pesar de nuestras vidas bizarras,
nos entretenemos con asuntos más sesudos.
Me sorprendió mucho
enterarme de que en la etapa educativa de lo que en mi época llamábamos "pre-escolar", los alumnos no deben saber (por ley, ojo) lo que es eso de leer. Vamos,
que algunos, con 5 años, no saben qué reza aquello de "Mi mamá me mima" (nunca
mejor dicho). Corrientes pedagógicas y metodologías subversivas
aparte, se ve que, al final y como siempre, depende del maestro, ese
que puede poner toda la carne en el asador o refugiarse en la norma
legislada.
Dice mi madre que yo
aprendí a leer muy pronto, así que llegué a la escuela con los
deberes hechos. Todo porque, según ella, la maestra de la guardería
se emperraba en avanzar (¡Qué palabra tan bonita!), en darnos alas
para poder volar. Por eso, cuando entro a un aula de colegio, me encanta ver las paredes llenas de las vocales en tamaño gigante, de
sílabas fabricadas con los materiales más dispares y oraciones
cortitas de todos los colores.
No obstante, entendiendo que la responsabilidad educativa es compartida entre docentes y padres, y habiéndome dejado en el cajón del olvido algunos abecedarios más
que reseñables, los he sacado en este día por si algún padre se anima en esto de las letras, y afianza y aligera el proceso cognitivo de sus hijos... Así que, ¡ahí
va este abanico!
El
primero es el Abecedario a mano de Isol (2015, Fondo de
Cultura Económica). Aunque tiene el formato clásico de
álbum-abecedario (letras en mayúsculas y minúsculas en distinta
tipografía y acompañadas de una imagen), su contenido es el propio
divertimento de la autora que intenta establecer un diálogo con el
lector. Se aleja de los clásicos sustantivos para adentrarse en
adjetivos, verbos y expresiones con las que el niño puede
indentificarse, preguntarse y responderse a sí mismo. Si esto fuera
poco, Isol incluye elementos metaliterarios, disyunciones o
complementación. Cada letra es una historia que podemos alargar con
la imaginación. Divertido, poético y juguetón.
Hoy me siento de
Madalena Moniz (2016, Pepa Montano). Es uno de esos libros bonitos
que ha pasado muy desapercibido por haberse publicado a finales del
año 2016, un periodo con mucha actividad que oculta tras la
marabunta y deja en ese limbo lector a preciosas joyas visuales como
esta. Madalena Moniz se decanta por la doble página para desarrollar
su abecedario de adjetivos. Aunque algunos pueden tacharlo de
emocionario (¡Qué moda más horrorosa!) es toda una suerte de
imágenes evocadoras que permiten al lector descubrir por sí mismo
sus rumores internos, deja a la libre interpretación toda una suerte
de escenas de ida y vuelta entre el lector y la obra.
Abecedario. Abrir,
bailar, comer y otras palabras importantes de Ruth Kaufman,
Raquel Franco y Diego Bianki (2014, Pequeño Editor). Hace un par de
años que se editó esta obra galardonada con el Bologna Ragazzi
Award. Utiliza la página sencilla para presentar un abecedario
construido a base de verbos que, acompañados por imágenes que
ilustran cada uno de ellos, incorpora elementos descriptivos que van
construyendo al mismo tiempo un álbum informativo bien pensado. De
gran colorido y formas un tanto planas, es un libro inmejorable para
niños dinámicos.
ABC-BOOK de Xabier
Deneux (2016, Combel). Presentado en formato boardbook es un álbum
muy bien pensado, no sólo porque incorpora multitud de troqueles que
imprimen cierto dinamismo y una lectura “divertida”, sino porque
presta atención al diseño gráfico (formas, relieves y colores
planos) y propone mucha interacción visual y táctil. Aunque se
limita a un tipo de palabra, los sustantivos, no lo hace así con el
número y puede llegar a proponer varios por cada letra. Como todos
los anteriores, tiene varios niveles lectores, y claro, eso añade
valor al objeto libro.
Alfabeto de Sonia
Delaunay (2011, Gustavo Gili). Por último quería enmendarme con
este abecedario... Para mí es uno de los más hermosos que se han
publicado en los últimos años, no sólo porque esta elaborado sobre
las canciones y retahílas de nuestra infancia (plus añadido cuando
pagamos por algo), sino por esa extraña pero hermosa conjunción
entre ilustración de vanguardia (no olvidemos que la autora fue una
de las mayores exponentes del simultaneísmo, un estilo basado en el
contraste de colores) y la tradición oral. Letras bailarinas en un
álbum genial.
Y si no tienen bastante
con esta amplia oferta de alfabetos ilustrados, confíen en la
imaginación de los enseñantes, esos que siguen bastante este espacio y se inspiran con los libros más variados. Porque guarderías, escuelas infantiles y colegios están llenos
de verdaderos artistas que, con creatividad y pasión, abonan un
terreno llamado futuro.
Copos
de nieve sobre la orilla del mar, chantajes fruto de los caprichos
monárquicos que pagan los ciudadanos, subidas estratosféricas de
las tarifas eléctricas en la semana más fría del año (ya se
podían haber esperado...), apóstatas que se marcan dos horas de
cola para que San Antón bendiga a sus galgos, y el presidente de los
Estados Unidos haciendo el homínido ... Harto de buscarle sentido al
sinsentido, he decidido refugiarme en las canciones de Edward Lear y
dejarme hacer. Si no puedes con el enemigo, únete a él.
Lo rosa está de
actualidad (si es que alguna vez ha dejado de estarlo...). Que se lo digan a la omnipresente Barbara Rey...
Que sí, que sí, que estar pendiente de la política internacional
tiene más caché (Esto de darle tanta importancia a Trump -con lo
poco que lleva en el cargo- no me convence), pero el caso es que los
líos de faldas monárquicos nos pueden haber costado a los españoles
quinientos millones de las antiguas pesetas (lo escribo con letra
porque estoy harto de poner ceros)... ¿Y qué es eso? Na', tres
milloncejos de euros.
Lo cierto es que
encuentro algo torpe esa postura de esquivar las noticias del
corazón, sobre todo cuando se hace desde la típica y forzada pose
cultureta. Nuestras vidas mortales, además de jondura y lectura,
también se alimentan de chismes y panderetas. “Cum laudem” y
títulos universitarios aparte, hay que ser conscientes de que la
vida nos maltrata a partes iguales. Y a todos, millonarios,
cantantes, políticos insignes, toreros, actores, bailarines,
vedetes, flamencos o payasos, nos rascan un poquito, y que no salga
algo de mierda, es raro. ¿A qué viene ese tufillo elitista que
impregna todas las producciones culturales que, como el libro, tanto
bueno (se supone) nos han dado?
No se equivoquen, todo
esta interrelacionado... Si Oscar Wilde no se hubiera enamorado de un
capullo, jamás hubiera escrito De profundis, o qué decir de
la Misericordia de Pérez Galdós, fruto de una afición por
lo pordiosero, por los pillastres... Visto desde otro ángulo, mejor
le iría a la LIJ si Ricky Martin nos desvelara con qué libros
concilian el sueño sus gemelos, conocer qué leía Belén Esteban de
niña, o saber qué títulos encandilan a nuestras infantas, las pequeñas. ¡Hay
tanto qué podrían hacer por la Cultura nuestros famosos y no
hacen...!
En fin, que estoy harto
de tanta polaridad, de tanto estereotipo manido. Ni los cultos son
tan cultos, ni los barriobajeros tan poco instruidos. Que nadie está
exento de alcahueteo, ni tan siquiera los de los libros para niños...
- ¡Shhhh! ¡Mari! ¿T'has
enterao de que a Mengano le dieron el premio a la edición porque se
lio con la que maneja to' el cotarro en los baños del Conde Duque,
donde hacen lo del Salón?
- Y
una hora antes, roneando con esa de la distribución... Se ve que
quiere amplíar el negocio... ¡Ni canta ni baila, pero no te lo
pierdas!
- ¡Ese siempre ha sido
un golfo! Y no te comas de vista a Pepe El Letras... Yo no sé qué
hace para pillar tantas subvenciones... Naranjito, podemita, pepero o
socialista, ¡se matricula en todas las autoescuelas! Y claro, le
premian con las del Ministerio, las de la Xunta y las del Cabildo. ¡Sólo le faltan las del más allá!... ¿Cómo se las maravillará?
- ¡Ay! ¡Qué
engentrolls! Como la petarda esa... Haciéndose la interesante en las
redes sociales y ¡Venga! ¡Más madera! Todos dándole cera... Así
pasa, que llevé a los críos a la presentación de su último libro,
y ¡qué sinapismo...! ¡Casi tengo que llevarlos a urgencias!
- ¡Pffff! Estos
culturetas... Aburren a las piedras. El mejor era aquel que contaba
cuentos, el del gorro de calceta. Tan humilde, tan poquita cosa...,
pero hablaba y, ¡oye!, que se comía el mundo. ¡Qué poderío! ¡Y
qué ovaciones! Pero ya sabéis, el que no tiene padrino, se come una
m...
- Ni que lo digas... ¡Oye
tío! ¿Te enteraste de ese que le robó la editorial a la novia?
Pobrecica, ¡qué ilusa! Yo nunca me hubiera fiado de ese fantasma,
tanto repeine y colonia cara... Hay que estar al loro...
- ¡Al loro, Cantimploro!
- ¡Uy! Y porque no os
habéis enterado de esos dos ilustradores que casi se lían a palos
por cierta editora de renombre... ¡Hasta dónde llegan algunos!
- Ja, ja, ja... Paz amor
y un poquito de editor ¡Menudo percal! Si es que, nenes, ¡el
cotarro está muy mal!
- Una cosa... ¿Y lo de
Bologna de este año? ¿No os parece raro? Cataluña y las Baleares
de artistas invitados...
- A saber... La
Generalitat ya no sabe a quien untar para lucir la senyera... ¿Y los
valencianos? Qué lástima... Toda la vida con el Tirant Lo Blanc y ¡menudo feo!
- ¡Ojo al panojo! Y si no el de los
monstruos... el bloguero enterao ese...
- ¿Ese? Ese es un
chalao, un impertinente y un revenío. ¿Pero no decías que te salía
urticaria cuando lo leías? ¿Pa' qué te sigues martirizando?
- Sí, tía, es como la carne pescuezo... To' hueso.. Pero hay que leerlo. Que lleva
más razón que un santo.
N.B.: Todas las imágenes proceden de Telephone, un divertido álbum de Mac Barnett y Jen Corace (il.) publicado por Chronicle Books e inédito en castellano.
Mal
empieza la semana cuando resuena por los pasillos la palabra
bullying... Esperemos que la cosa no dé mucho de sí, que visto
como está el patio, no es de extrañar que se vayan de madre... Para
evitar posibles sorpresas y quebraderos de cabeza, ya he preparado
sobre la mesa del salón el Juul de Gregie de Maeyer y
Koen Vanmechelen, un libro editado en castellano por Lóguez y que
ha pasado por diversas reimpresiones desde que se publicara por
primera vez en 1996.
Les seré sincero, este
álbum y un servidor siempre han tenido una relación con muchos
altibajos. Yo no la definiría como de “amor-odio” (sería
estúpido decir que no me gusta un libro tan redondo y bien pensado),
pero sí albergo ciertas reticencias en lo que a orientación de
lectura se refiere (no todos los niños pueden leerlo todo...).
Juul es el típico
libro del que nadie quiere hablar. No le gusta ni a madres ni a
padres, tampoco a muchos maestros, y los libreros nunca cuentan con
ejemplares... Está claro que Juul es un libro incómodo.
Termina mal, y eso en Literatura Infantil, parece imperdonable.
Tánto, que una vez se me ocurrió contarlo en una de esas escuelas
de padres que tan de moda se pusieron hace unos años y al día
siguiente ya me estaba parando el cura del pueblo por la calle (Si
novelara mi vida como profesor rural, me forraba)... Pero, ¿por qué
tanta preocupación por un libro para niños? Más que nada porque,
mirando más allá del acoso escolar, podríamos decir que Juul
ahonda en cómo la sociedad moldea al individuo, en los procesos que
llevan a la rendición del yo ante la presión colectiva, en la
mutilación de la identidad a través de la coacción, en la
autodestrucción mental y física... Crítica social pura y dura.
Lo que más “molesta”
de Juul es su prosa. No hay demasiados rodeos, es directa,
clara, concisa, muy visual y, sobre todo, brutalmente sincera. Ese
tonillo visceral que utilizó el ya fallecido escritor Gregie de
Maeyer (todavía no he logrado captar si es un recurso estilístico o
parquedad geográfica) te pone el vello de punta mientras lo lees.
Insignificancia, inocencia, crueldad y cinismo en un mismo lote: la
condición humana. No sólo agita a aquellos que sufren o han sufrido
el acoso escolar en su propio pellejo, un fenómeno que nació con la
Escuela, sino a todos los que lo han sentido cercano. También están
los que lo han contribuido a silenciarlo (Y si yo hubiera...) y
aquellos que lo han llevado a cabo. A pesar de que en él sólo
podemos ver a Juul, es un libro bastante coral, sobre todo porque a
todos nos atañe.
Menos mal que alguien
tuvo la bendita idea de echar mano de la obra de Vanmechelen, el
afamado escultor belga, para que, a través de sus esculturas
conceptuales en madera, restara cierta crudeza a la historia. Es
cierto que son rígidas y angulosas, pero también es una elección
más que acertada porque complementan a la narración y la hacen más
subjetiva. Le imprimen cierto aire de metáfora visual a pesar de lo
explícita que se desarrolla la acción en la secuencia de imágenes.
Juul no es un discurso
moralista a pesar de sentarse en el constructivismo que llena Europa
de las tendencias pedagógicas a finales del XX. Quizá sea un poco
efectista (¿A quién no le cuesta alejarse de las luces de neón?...)
y demasiado sincero (Les aviso que podría haberse convertido en un
libro acerca del suicidio y se prefirió conservar un soplo de
esperanza), pero tengo claro que en él prima la honestidad, y eso,
tal y como están las cosas de la LIJ, ya es bastante.
No. No es un libro
cómodo. Pero es un libro necesario.
Mi abuela es mediana,
lampiña, suave; tan tranquila por fuera, que se diría toda de
candor...
Mi abuela es tremenda y
el otro día cumplió noventa, ¡que ya son! Tiene un lustre que
para qué y como siga sin moverse, va a salir rodando. Que los años
son un lastre no es ninguna novedad, pero lo de mi abuela es
sobrenatural: ni colesterol, ni hipertensión, ni azúcar. Una miaja
de fatiga, y poquito más (Tánto, que hasta sus amigas le desean el
mal: “Paca, ya era hora de que te pasara algo..., ya era hora...”).
Cada vez tengo más clara su ascendencia nipona, a pesar de que
ostenta un apellido español en vías de extinción. Se calienta la
cabeza poco (Las preocupaciones no son buenas, así que, últimamente,
empiezo a pensar que dejar los problemas a un lado es la única
manera de rozar la centena), a pesar de que, como a cualquiera, le
han punzado las penas.
A esta mujer le extrañan
pocas cosas. Ha visto (y vivido) mucha miseria (no hace falta que les
recuerde lo que era España hasta los años 80..., ¿o sí?), y para
mi gusto, poco se ha quejado. Como buena bracera, ha trabajado como
una negra: cinco hijos y recogiendo acelgas, espinacas o ajos,
lavando la ropa entre el hielo, limpiando cuadras o cocinando. Lo
peor de todo es que, aunque hoy vive a cuerpo de reina, es consciente
de que la social-democracia la ha convertido en una inútil (según
ella ya no sabe ni cocinar, ni fregar, ni planchar... ¡Menuda estrategia!).
Mi abuela, la única que
me queda, es un rato moderna. Se casó con algún hijo parido (que en
aquellos años, era tela), y pantalones, de las primeras. Lo entiende
todo aunque se haga la tonta (será de los pocos beneficios que
acarrea la sordera) y, cuando encuentra algo raro, reza su coletilla
favorita: “Se ve que es lo que se lleva”. Es una abuela de
asfalto (la primera vez que pisó un pueblo fue cuando contaba
ochenta...), muy espabilada y despierta.
A pesar de que en su
temprana vejez mi madre se empeño en matricularla en el aula de
alfabetización de adultos (y así, entretenida, ni traía ni
llevaba), no hubo manera de que terminara “juntando las letras” y
se ha quedado como en sus años de escuela. Una pena... Más todavía
teniendo en cuenta que el pasado jueves le podía haber regalado Las
arrugas de la abuela, lo último de Simona Ciraolo y publicado en
castellano por la editorial Andana. Y así podíamos haber trasladado
esta hermosa conversación de una abuela con su nieta, a esas
anécdotas e historietas que, cuando éramos pequeños, nos contaba
entre siesta y siesta... ¡Pasar no pasa nada! ¡Sólo que tendremos
que leérselo nosotros a ella!
Un álbum sin palabras o
álbum mudo (en inglés wordless/silent picture books) es lo más
parecido a llevar al extremo la negación a esa pregunta que se hacía
la Alicia de Carroll (¿Y de qué sirve un libro sin dibujos
[...]?). When Carroll's Alice asked “[...] and what is the use of a book […] without pictures or conversations?” She couldn't imagine that someday it would exist a book made enterely of images. These books are wordless or silent picture book (in Spanish “álbum sin palabras”) Un álbum sin palabras es la máxima
expresión de las narrativas gráficas, es decir, libros que
construyen una historia a base de la secuenciación de imágenes que,
generalmente se basan en escenas que ocupan un lapso espacio-temporal
definido (páginas sencillas, dobles o viñetas). A wordless picture book is the highest expression of graphic narratives. Books that build a story based on a sequence of images. These images are generally based on scenes that occupy a defined space-time lapse (single or double pages, or a bullet ).
Bob Staakes
Aunque es una
tipología de álbum ilustrado que da muchos quebraderos de cabeza a
especialistas de LIJ o bibliotecarios (su clasificación es bastante
difícil... unos los incluyen dentro de la categoría de “álbum
ilustrado” dependiendo de los parámetros sobre los que descanse la
elaboración del discurso, y otros los adscriben a la de “álbum
gráfico” en pro de una taxonomía más clara y útil), está claro
que pertenece al género del libro-álbum. It is a type of picture book wich also produces many problems to Children's Literature specialists or librarians (Its classification is quite difficult depending on the parameters you take for discourse making off) Anyway, it's clear that it belongs to picture books.
Marie Caudry
Los álbumes mudos, a
pesar de haber sido relegados clásicamente a los pre-lectores, las
vanguardias de finales del siglo XX y del nuevo milenio en lo que al
álbum se refiere, han ayudado a que se consideren en un espectro más
amplio de lectura donde tienen cabida lectores más experimentados,
lo que origina híbridos entre el álbum y la novela gráfica. Un
libro sin palabras no es un libro sencillo, no. Pueden estar repletos
de detalles, ofrecer interpretaciones múltiples y diferentes
sentidos de lectura (Si quieren profundizar en todas estas cuestiones les recomiendo pasearse por AQUÍ).
Despite being orientated to pre-readers, silent picture books have been involved in other reading context, for instance adult readers who prefer graphic narratives (comic and graphic novel) instead traditional ones. A book without words is not a simple book. They can be full of details, offer multiple interpretations and meanings, and different senses of reading.
Peter Schossöw
Anouk Boisrobert y Louis Rigaud
Sin dudarlo diría que
son los libros más universales que existen ya que no es necesario echar mano de
traductor para entender su mensaje, por lo que, si tienen ocasión de
viajar a otros países, les animo a visitar las librerías,
descubrirlos y meterlos en la maleta a modo de recuerdo. No olviden
que quizá esta sea la razón por la que muchos de estos libros se
utilizan a la hora de establecer puentes entre los seres humanos (por ejemplo pueden echar un ojo al IBBY Camp in Lampedusa). You will never feel lost in translation with these books. You will always understand their messages. They are the most universal books that exist (if you travel to other countries, you can visit bookstores and buy some of them. They are the best souvenir you can keep in the suitcase!). Here you are the reason why many of these books are used to establish bridges between humans (See IBBY Camp in Lampedusa).
Bastien Contraire
Carson Ellis
Mientras realizaba este pequeño monográfico, me han surgido muchas dudas. Preguntas a tenor
de títulos como El intruso de Bastien Contraire (¿Un álbum
sin palabras sirve sólo a la narración, o también puede servir al
juego? ¿Pasa entonces a ser un artefacto no literario?), el Popville
de Anouk Boisrobert, Louis Rigaud y Pablo Guerrero, el Bluebird de Bob Staake,
el ¡¡Máaas!! de Peter Schossöw, La playa de Zullo y Albertine, El viaje de Max de
David Gauthier y Marie Caudry (¿Se podría ser más heterodoxo al
incluir en este grupo libros que parten de poemas o incluyen pequeñas
frases? ¿Acaso no desarrollan la acción completamente sobre el
contenido gráfico?), o el ¿Mau iz io? de Carson Ellis (Si se
hace uso de un lenguaje verbal inventado y/o intraducible en un
álbum, ¿podría considerarse álbum sin palabras?), que quizá
ustedes puedan responder.
While I was writing this post, some doubts came... Is a wordless picture book only for storytelling? Can we learn some skills with them? Can we also have fun? How many words can a wordless picture book keep? Only the title? Perhaps some more? Can a silent picture book loose its essence if it is inspired by a poem, by little phrases or by a fairy tale? Can you include a book into this category if it's made with an invented language?
Albertine Gruss
Seguramente, conforme se sumerjan en el mundo de los libros mudos, tendrán sus propias dudas y les surgirán nuevas ideas, que pueden ir contrastando con la representativa bibliografía especializada que he añadido antes de la selección y en la que se exploran distintos aspectos de este "género". I think you will also have your own questions and you will probably need some help to answer them. That is the reason I've included some bibliography below. Así que, sin dilatar mucho más esta ligera introducción, ahí va esta colección de álbumes sin palabras que he dividido en dos partes. En primer lugar he destacado mis álbumes sin palabras favoritos, 15 títulos que, bajo mi criterio, se merecen un lugar privilegiado ya que han trascendido al tiempo y son representativos de muchas de las tendencias que se suelen dar en estos libros, como los pictogramas, la mutación y evolución de las formas geométricas, los libros circulares, las historias cotidianas, los libros-juego, los informativos, las adaptaciones de los cuentos clásicos y las novelas gráficas. En segundo lugar incluyo una miscelánea que reúne muchos títulos conocidos y no tan conocidos de los álbumes y libros ilustrados sin palabras, editados en castellano o de otros lares. Una buena colección que seguro ampliará sus horizontes y les animará, no sólo a descubrir y descartar títulos, sino a leer imágenes. After this brief presentation, here you are a wide collection of wordless picture books. I've divided into two parts. First I have highlighted my favourite silent picture books, 15 titles that deserve a honour place (they have successed and they are representative). Secondly, I include a miscellany that brings together many well-known and not-so-well-known titles from all over the world. A good sellection that will surely open your horizons and encourage you, not only to discover and discard titles, but to read images
¡Que los disfruten en silencio y los cuenten de viva voz!
Enjoy them in silence...
but tell them aloud!
Bibliografía
Arizpe, E., Colomer, T., Martínez-Roldán, C el al. 2014. Visual journey through wordless narratives:
an international inquiry with inmigrant children and The
arrival. Bloomsbury Academic.
Arizpe, E. 2013.
Meaning-making from wordless (or nearly wordless) picturebooks:
What educational research expects and what readers have to say.
Cambridge J. Edu., 43(2): 163-176.
Arizpe, E. 2010. Minority
voices create words for wordless picturebooks. 32nd
International Board on Books for Children and Young People IBBY
Congress, Santiago de Compostela.
Arizpe, E. y Styles, M.
2004. Lectura de imágenes: los niños interpretan textos
visuales. México: FCE. Bosch. E. 2015. Estudio del álbum sin palabras. (Tesis Doctoral inédita). Universidad de Barcelona. (N.B.: Una maravilla y disponible de manera íntegra AQUI) Bosch, E. 2012. ¿Cuántas palabras puede tener un álbum sin palabras? Ocnos, 8: 75-88.
Bosch, E. y Durán, T.
2009. OVNI: un álbum sin palabras que todos leemos de manera
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y Juvenil, 7(2): 39-52.7
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Lartitegui, Ana G. 2014.
Páginas mudas, libros elocuentes. Tramas visuales y discurso.
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Mis 15 álbumes sin palabras favoritos / My top15 wordless picture books
Claude Ponti. El álbum de Adela. Lata de Sal.
Suzy Lee. La ola. Barbara Fiore.
Iela Mari. El globito rojo. Kalandraka.
Aaron Becker. Imagina. Kokoro.
Jörg Müller. El soldadito de plomo. Lóguez.
Jerry Pinkney. The lion and the mouse. Little Brown.
Angela Lago. De noche en la calle. Ekaré.
Warja Lavater. Le petit chaperon rouge. Adrien Maeght.
Jeannie Baker. Window. Greenwillow Books
David Wiesner. Flotante. Océano Travesía.
Istvan Banyai. El otro lado. FCE.
Mitsumasa Anno. El viaje de Anno (I, II, III, IV). Juventud.
Quentin Blake. Clown. Red Fox.
Shaun Tan. Emigrantes.
Barbara Fiore.
N.B.: Aunque los tres títulos siguientes se consideran novelas sin palabras destinadas al público adulto, he decidido aglutinarlas en un todo e incluirlas en esta selección como nota histórica sobre este tipo de narrativas gráficas que tan comunes son hoy en día en el ecosistema de la Literatura Infantil para que las conozcan y disfruten.
Por orden de aparición:
- Frans Masereel. La ciudad. Nórdica Libros.
- Otto Nückel. Destino. Sans Soleil Ediciones.
- Lynd Ward. God's man; Wild Pilgrimage; Madman's drum; Prelude to a million years; Song Without words; Vertigo. Art Spiegelman, ed. Library of America. (Reedición, 2010)
* * * Miscelánea de álbumes/libros sin palabras (algunos para jóvenes) Wordless picture books selection (some for young adults)
Ji Hyeon Lee. La piscina. Barbara Fiore.
Béatrice Rodríguez. El
ladrón de gallinas. Libros del Zorro Rojo.
Béatrice Rodríguez. La
revancha del gallo. Libros del Zorro Rojo.
Béatrice Rodríguez. Un
día de pesca. Libros del Zorro Rojo.
Aaron Becker. Explora.
Kokoro.
Aaron Becker. Return.
Candlewick Press.
Barbara
Lehman. El libro rojo. Libros del Zorro Rojo.
Marla Fraaze. El granjero y el payaso. Algar.
Marije Tolman y Ronald
Tolman. La isla. Adriana Hidalgo.
Marije Tolman y Ronald
Tolman. La casa del árbol. Adriana Hidalgo.
David Wiesner. Martes.
Océano Travesía.
Lizi Boyd. Linterna
mágica. Libros del Zorro Rojo.
Lizzi Boyd. Tiempo
libre. Libros del Zorro Rojo.
Paula Bossio. El lápiz.
FCE
Cristina Hernández. La
mutante. Narval.
Ajubel. Robinson
Crusoe. Media Vaca.
María Pascual. ¿Dónde
están mis gafas? Thule.
Mitsumasa Anno. Anno's Alphabet. Bodley Head.
Istvan Banyai. Zoom y Re-zoom FCE.
Monique Félix. Historia
de la ratita encerrada en un libro. Ediciones Maria Di Mase.
Monique Félix. Segunda
historia de la ratita encerrada en un libro. Ediciones Maria Di
Mase.
Jay Alison. Imagina. Lumen.
Adolfo Serra. Caperucita Roja. Narval.
Gabrielle Vincent. un
día, un perro. Zendrera Zariquey.
Emilie Vast. Korokoro.
Barbara Fiore.
Mariana Chiesa. Migrando.
Petra Ediciones.
Issa Watanabe. Migrantes. Libros del Zorro Rojo.
Magdalena Armstrong Olea.
Trapo y Rata. FCE.
Chris Rashka. Una
pelota para Daisy. Corimbo.
Suzy Lee. Alice in
wonderland. Corraini.
Suzy Lee. Sombras.
Barbara Fiore.
Suzy Lee. Espejo.
Barbara Fiore.
Mark Ludy. El hombre de
la flor. Edaf.
Iela Mari. Las
estaciones. Kalandraka.
Iela Mari. Historias
sin fin. Anaya.
Iela Mari. El erizo de mar. Anaya.
Iela Mari. La manzana y
la mariposa. Kalandraka.
Josse Goffin. Ah!
Kalandraka.
Josse Goffin. Oh!
Kalandraka.
Juanjo G. Oller. Y
recuerda... Milimbo.
Juanjo G. Oller. Hansel
y Gretel. Milimbo.
François Soutiff. Tralarí, tralará. Picarona.
Cristina Pérez Navarro.
En el silencio del bosque. A buen paso.
Annette Tamarkin. En el
jardín. Océano Travesía.
Annette Tamarkin. En el
cielo. Océano Travesía.
Raymond Briggs. El muñeco de nieve. La Galera.
Dieter Schubert. Monky.
Ekaré.
Ingrid y Dieter Schubert.
The umbrella. Lemniscat.
Bernardo Carvalho. Un
día en la playa. Libros del Zorro Rojo.
Jae-Soo Liu y Dong Sheen
Il. El paraguas. Pastel de Luna.
Guojing. Hija Única.
Pastel de Luna.
Arnal Ballester. No
tinc paraules. Media Vaca.
Miguel Calatayud. El
mundo al revés. Media Vaca.
Miguel Calatayud. Al pie de la letra. Kalandraka.
Sergio Mora. La caca
mágica. Bang
David Pintor. Ciudades
de papel. El Patito Editorial.
Thomas Ott. The number
73304-23-4153-6-96-8. La Cúpula.
Thomas
Ott. Cinema Panopticum.
La Cúpula.
Gerda Muller. Adivina
quién hace qué. Corimbo.
Juan Gedovius. Trucas.
FCE.
Juan Gedovius.
Encimosaurio. SM.
Benjamin Lacombe. Cuentos
silenciosos. Edelvives.
Dick Bruna. Historia
sin palabras. Aguilar (No hay imágenes disponibles por lo que la imagen que acompaña pertenece a Another story to tell)
Gabriel Pacheco. La
bruja y el espantapájaros. FCE.
Joe Sacco. La gran guerra. Penguin-Random House.
Kveta Pakovská. Hasta
el infinito. Faktoría K de libros.
Mandana Sadat. Del otro
lado del árbol. FCE.
Mandana Sadat. Mi león.
FCE.
Renato Moriconi. Bárbaro.
FCE.
Sylvia van Ommen. La
sorpresa. FCE.
Gonzalo Moure y Alicia
Varela. El arenque rojo. SM.
Mercer Mayer. Un niño, un perro y una rana. Los cuatro azules.
Anne Bertier. Chiffres
en tête. MeMo.
Pep Brocal. Olaf se va
de picnic. Bang.
Arianne Faber. La
fábrica de nubes. A buen paso.
Enrique Flores. El
encuentro. El Jinete Azul.
Ana Juan. Circus.
Logos.
Katja Kamm. Invisible.
FCE.
Katsumi Komogata.
¡Descúbrelo! Petra ediciones.
Patrick Lenz. Tom y el
pájaro. Libros del Zorro Rojo.
David Merveille. El
papagayo del señor Hulot. Kalandraka.
Alé Mercado. Pablo
pájaro. Thule.
Riki Blanco y Eduardo
Solano. Hubo un tiempo en el que el cielo. A buen paso.
Thé Tjong-Khing. ¿Dónde
está el pastel? Blume.
Molly Bang. The grey lady and the strawberry snatcher. Simon & Schuster.
Stephen Savage. Where's Walrus? Scholastic.
Peter Spier. Noah's Ark. Doubleday.
Madalena Matoso. Todos
fazemos tudo. Planeta Tangerina.
Ara Jo. The rocket boy.
Hansol soo Book.
De Paola. Tomi. Flicks. Harcourt.
Tord Nygren. The red
thread. R&S Books.
Leo Timmers. Bang.
Gecko Press.
Jeannie Baker. Mirror.
Candlewick Press
Katy Couprie y Antonin
Louchard. Tout un monde. Thierry Magnier.