jueves, 30 de noviembre de 2023

Lecciones vitales


Hay gente que, sin comerlo ni beberlo, te da lecciones de vida. Personas buenas o malas, inteligentes o estúpidas, apocadas o convincentes, aburridas o divertidas. Cualquiera es susceptible de enseñarte cómo funciona el mundo, esa realidad cotidiana.
Si bien es cierto que yo prefiero a los ponentes sabios, sinceros y humildes, las mejores clases suelen venir de personas necias, altivas, y en absoluto brillantes. Listillos advenedizos que, abusando de situaciones de poder, te despiertan del letargo para explicarte lo cotidiano a base de putadas. Y no vean lo que jode.


No crean que me va la marcha. Sería tonto si los incluyera en mis círculos más cercanos. Además de inspirarme verdadera repugnancia, también he desarrollado un mecanismo instantáneo para identificar a todos estos hijoputas, un sexto sentido parecido al olfato que me avisa de que alguno anda cerca. Pero por más largas que les doy, me quieren bien cerquita.
A veces desearía tener cara de tonto, de inútil, ser más feo y pasar más desapercibido, con tal de no despertar su atención y vivir en la felicidad del ignorante. Creer en la especie humana,


Para quitarme los malos rollos hoy he elegido el libro de mirada alegre y luminosa que nos trae Barry Falls gracias a la editorial valenciana Andana. ¡Es tu mundo ahora! es uno de esos álbumes que le encanta a todo el mundo, no solo porque versa sobre la relación entre padres e hijos, sino porque también habla de un futuro esperanzador.


A modo de manual de vida, este libro casi circular que empieza y termina con un guiño al autor y su hija, se articula sobre tres lecciones. La primera nos habla de la belleza del mundo y de las posibilidades que nos ofrece. La segunda nos empuja a enfrentarnos a la adversidad y a todos esos momentos grises que nos trae la vida. Y la tercera nos anima a buscar nuestro camino de una manera personal sin olvidar el apoyo de quienes nos quieren.


Articulado sobre un texto de rima consonante, este libro huye de las miradas excesivamente positivistas y siembra un mensaje realista que, si bien parece un recetario, nada tiene que ver con un libro de autoayuda.
Guiños multiculturales, colores vivarachos y composiciones aparentemente caóticas inspiradas en la técnica del collage, las ilustraciones de Barry Falls tienen un aire que recuerda al trabajo de Oliver Jeffers. Surrealistas y oníricas, beben de metáforas visuales y desbordantes detalles que ayudan a la lectura creativa de cualquier espectador.

martes, 28 de noviembre de 2023

La muerte es así


Ayer murió Miguel A. López, El Hematocrítico, una persona muy querida dentro y fuera de la LIJ que nos dejaba muy joven y llevándose un montón de buenas ideas con las que llenar los libros infantiles. Casualmente, ayer fue el día en el que también nos dejo Gloria Fuertes, la poeta y escritora que tanto hizo por los críos. 
No son los únicos. Se calcula que que cada día fallecen entre 100.000 y 150.000 personas en todo el mundo. Un dato que da bastante vértigo a todos los mortales. Pero claro, en eso consiste el juego de la vida, en nacer y morir. Murió Cleopatra, Julio César, Aristóteles, Juana La Loca y Hans Christian Andersen. Todos estamos condenados a un mismo final.


Lo difícil es imaginarse qué sucede después, adónde nos lleva la muerte, de qué seremos capaces, de qué no. Un sendero de no retorno (o al menos eso nos dicen las estadísticas). que sugiere muchas cosas y en el que, curiosamente, sí-pero-no queremos meter la patita. Y aquí tenemos a tres valientes que lo han hecho. 
Una filósofa (Ellen Duthie), una socióloga (Anna Juan Cantavella) y un ilustrador (Andrea Antinori) se adentran en los recovecos de la muerte, el fenómeno natural por excelencia sobre el que se deslizan montones de cuestiones que, en un susurro o gritándolas a los cuatro vientos, llevan lacerando a la humanidad desde su aparición sobre la tierra como animal racional.


En ¿Así es la muerte? se reúnen, como el subtítulo indica, 38 preguntas realizadas por niños de entre 5 y 15 años procedentes de diferentes países. Esta selección se llevó a cabo gracias a un proyecto internacional en el que se recopilaron más de mil preguntas (La gran parte recogidas en las guardas del libro, todo un detalle como reconocimiento a la ayuda prestada por estos pequeños colaboradores). Con la ayuda de una bióloga (Xaviera Torres) y una psicóloga (Montse Colilles), todos intentan (incluido el ilustrador) dar respuestas a cuestiones complejas o, al menos, establecer senderos por los que transitar en ese intrincado y desconocido mundo que es la muerte.


Filosóficas, históricas, biológicas o teológicas. Preguntas de todo tipo. ¿Cuándo sabemos si un muerto está realmente muerto? ¿Por qué se entierra a los muertos? ¿Cómo se hacen las lápidas? ¿Qué sentido tiene la vida si vamos a morir? ¿Es verdad que cuando te decapitan, tu cuerpo corre sin cabeza? ¿Qué hay después de la muerte? Son algunas de las cuestiones que recoge un volumen de factura exquisita en el que todos los elementos nos hablan al unísono y por separado.


Respuestas razonadas, desarrollos teóricos y metáforas humorísticas componen cada capítulo, que además cuenta con nuevas preguntas y enlaces a otros capítulos que favorecen la cohesión de una misma línea argumental, algo que gusta mucho en la editorial Wonder Ponder.
Del mismo modo, me parece muy adecuado que las autoras se hayan decantado por el género epistolar para alzar la voz, una que, sin caer en la condescendencia (muy típica cuando hablamos de un tema tan peliagudo como este), se aproxima de manera tierna y simpática a cualquier tipo de lector y no sólo al infante.


Visiones religiosas, aspectos científicos, humor negro y un sinfín de curiosidades se amalgaman en esta guía ilustrada que se deja de tabúes y eufemismos para tratar un tema universal que, innecesariamente, suscita reticencias en muchas familias. Guiños a la pintura, a la literatura, al cine y a la cultura pop, llaman la atención de cualquier espectador y nos abren la puerta del mundo de ultratumba, haciendo el viaje mucho más agradable.

lunes, 27 de noviembre de 2023

Cultivar la poesía


Hace unos años salían poetas de debajo de las piedras. Al abrigo de las redes sociales, muchos se encontraron con las palabras y le dieron rienda suelta a la creatividad para, en loor de la rima y verso breve, hallar un nicho en el que triunfar. El nuevo medio recuperó aquella moda de la poesía de carpeta y todos los adolescentes se lanzaron al consumo como manda la tradición.
Cada vez que te acercabas a una librería, encontrabas una sección dedicada a las publicaciones todos aquellos que Instagram se había encargado de encumbrar y las grandes casas editoriales necesitaban explotar. Nombres como Elvira Sastre, Marwan, Miguel Gane, Rupi Kaur o Defreds se hicieron virales entre mis alumnas y yo me dedicaba a meter las narices en sus libros.


Dejando a un lado la calidad de sus creaciones (de todo hay en la viña del señor y en las pantallas de los móviles), cabe aquí una pequeña reflexión sobre poética y estética, una diferencia fundamental en este tinglao que quizá arroje un poquito de luz a las polémicas (pseudo)intelectuales que han rodeado a las creaciones de estos autores poco ortodoxos.
La estética, desde el punto de vista académico, se refiere a la actitud del espectador, una exigencia que el consumidor de arte requiere hacia la obra y su autor, es decir, tiene que ver con la experiencia y la elaboración discursiva. Por lo tanto, ante una misma forma artística hay diferentes puntos de vista estéticos. Unos demandan más y otros menos, pero todos la interpretan a su manera.
Por otro lado tenemos la poética. Derivado de la voz griega poíesis, que significa hacer o materializar, se relaciona con la actividad creadora. En su concepción más clásica, el poeta no busca satisfacer al público, sino materializar sus ideas desde la propia técnica. No busca lo bello, esa apreciación estética de la que generalmente hablan los lectores, sino expresarse para ser entendido.


Evidentemente, si echamos mano de algunos de estos poemas de última hornada, la controversia está servida, pues ambos conceptos están sujetos a una evolución a lo largo de la historia y, sobre todo, a las diferentes visiones públicas y privadas, comerciales y vitales, que se han desarrollado desde que lo artístico, y por ende lo literario, es un negocio del que no solo viven los creadores.


Esperando sus consideraciones al respecto, les invito a acercarse a Poetas, el nuevo álbum de Fernando Vázquez que acaba de publicar A buen paso, y donde nos invita a conocer unos cuantos nombres de la poesía más clásica.
La acción se desarrolla en torno a catorce poetas de las más variadas épocas y estilos que, navegando en mitad de la noche, llegan hasta una casa donde los niños duermen. Autores como Dante Alghieri, Arthur Rimbaud, Fernando Pessoa, Walt Whiltman Francisco de Quevedo o Anne Sexton resuenan en esta antología ilustrada, en la que cada imagen está inspirada en un poema de cada uno de estos.


El gran mantel de Pablo Neruda, las Vocales de Arthur Rimbaud, o Niño de Sylvia Plath están representados gracias a la experiencia estética de otro autor que, con la poética de sus imágenes, hace girar el engranaje de nuestro subconsciente gracias a este aquelarre, esta cabalgata final de buenas noches.
Como detalle curioso mencionar la presencia de Diego Armando Maradona (otro poeta, el número 15, en este caso futbolístico) que no podía faltar en la obra de un argentino. Imágenes sugerentes, personajes desfigurados, óptica cinematográfica y una técnica mixta en la que destacan la acuarela y el gouache, son los acicates para perderse en este libro tan especial.

domingo, 26 de noviembre de 2023

El abrigo de la naturaleza


El otoño tiene algo que irrumpe de lleno en el corazón. Sobre todo cuando te acercas a un bosque de hoja caduca y te dejas seducir por los contrastes. Robles, hayas, tilos, arces y castaños se combinan en una colorida sinfonía de amarillos, ocres, anaranjados, y rojizos que embelesan al visitante.


Las hojas caídas, los hongos que amanecen entre ellas, amanitas y boletos, colmenillas y negrillas. El furtivo vuelo del mirlo, un petirrojo escurridizo, el silencio roto por algún trino. Corre un riachuelo a lo lejos mientras una ráfaga de viento hace volar los vestigios de un verano en ruinas.
Es curioso que, en mitad de esa aparente calma, uno no se siente solo. Una sensación extraña te recorre y empiezas a formar parte de ese todo inmenso llamado mundo. Del siseo de la lechuza, el crepitar de las cortezas y el brillo del musgo. Tú también estás en ellos. En ese momento.


Siempre he creído que, hasta que uno no experimenta esa sensación, es incapaz de respetar la naturaleza. Es por ello que siempre que viajo con mis alumnos a uno de estos parajes, realizo un pequeño taller que consiste en sentir lo que nos rodea. Cerrar los ojos y buscar pequeños sonidos, por ínfimos que sean. Acariciar las piedras, palpar la yerba, abrazar un árbol y saborear el rocío. Crear un vínculo, entender el mundo y sobrecogerte.


Con tanta intensidad (¡Hoy te ha picado la biología, Román!) me acerco a Trébol, un álbum con texto de Nadine Robert e ilustraciones de Qin Leng, que acaba de traer a España la editorial Corimbo. Premiado en numerosos certámenes, este libro tiene un algo especial.


La granja de Trébol tiene mucho trajín. Ella y sus hermanos no paran de hacer cosas. Recoger arándanos, buscar setas o coger mejillones. El problema es que Trébol es muy indecisa y nunca sabe qué hacer y siempre se deja llevar por lo que decide el resto. Un día, mientras están en el río, Trébol se acerca a la orilla y ve que Peonía, una de sus cabras, se adentra en la espesura del bosque y empieza a seguirla por miedo a que se pierda. Así comienza una búsqueda en la que Trébol deberá enfrentarse a lo que más se le atraganta: elegir su propio camino.


Ambientada en un bosque exuberante donde la vida bulle silenciosamente, la historia de Trébol carece de pretensiones. Sencilla y honesta nos presenta un problema de la infancia que crece en su propio seno, el de apartarse de los demás y seguir un personal sendero. Con paso firme y sin amedrentarse por las bifurcaciones, todos debemos encontrar el nuestro.


Ilustraciones de corte clásico donde las líneas entintadas y las aguadas pastel nos ofrecen un universo más que agradable en el que árboles majestuosos y ruidosos riachuelos son coprotagonistas de una acción que discurre tranquila pero a paso firme.


Una óptica muy cinematográfica, silencios que invitan al suspense y la fragmentación del texto en cada doble página, imprimen diferentes ritmos narrativos y sensaciones que se saborean en la lectura. Intranquilidad, derrota, indecisión, calma, arrojo, urgencia, sorpresa, alivio… Todo se mezcla en una historia entrañable donde lo silvestre toma la palabra sin pronunciarse.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Magia


Los que leemos libros para niños estamos acostumbrados a lidiar con la magia, pero ¿qué es la magia? Aunque la magia es un concepto muy amplio que tratan diferentes disciplinas como la teología, la filosofía o el ilusionismo, podemos definirla como la creencia en el poder sobrenatural para producir efectos que van más allá de las leyes de la naturaleza.
Este concepto deriva de la concepción primaria del mundo y de la existencia en la que prevalece una visión dramática de lo que nos rodea, en la que lo divino y demoníaco, el orden y el caos, el bien y el mal, se hallan en pugna constante y con una existencia ligada al hombre mismo.


Si bien es cierto que a muchos les parece una cuestión del pasado en el que la ignorancia era la mejor cualidad para blandir todo lo que girase en torno a lo sobrenatural, la magia es un concepto todavía vigente, no solo por culpa de esa naturaleza nuestra que intenta por todos medios hallar respuestas ante lo inexplicable, sino por una concepción vital tan sugerente como infantil.
Sí, la magia ha sufrido una honda transformación debido al avance de la ciencia y el conocimiento de los fenómenos naturales, pero no olvidemos que cada época tiene su propia magia, esa que depende de la época y el lugar que habitemos, y en esta, el occidente del siglo XXI, la necesidad de huida ante la realidad, la suspensión de la incredulidad y los avances científico-tecnológicos aportan un contexto diferente donde germinan nuevos conceptos mágicos.


No tuerzan el morro, la magia se basa sobre todo en la inverosimilitud de los sucesos y hay tanto de increíble en este mundo como en el del siglo XIII. ¿O acaso la inteligencia artificial no parece mágica? ¿Y las búsquedas autónomas de Google no son asombrosas? ¿O el manejo de la economía mundial mediante bienes inexistentes?


Y hablando de magia, acaba de publicarse en nuestro país Los magos, un álbum de Blexbolex, sobrenombre del artista francés Bernard Granger, (Libros del Zorro Rojo) y hay que celebrarlo con una reseña a su nivel. ¿No les parece?
Empecemos con el argumento… La casa parece estar deshabitada, pero un día, algo empieza a oírse en su interior. Son los tres magos que quedaron atrapados allí. Despiertan y toman diferentes caminos para divertirse a lo grande utilizando sus poderes sin ton ni son. Pero de repente aparece la Cazadora junto al Triturador, y la acción se convierte en una persecución llena de intriga que transita por jardines desconocidos, picos serrados y ciudades del futuro.


Con sus más de 180 páginas, esté híbrido entre el álbum y la novela gráfica se despliega ante nosotros con una narración para todos los públicos nada ortodoxa en la que entra un imaginario muy variado en el que es difícil encontrar referencias. como la princesa Mononoke de Miyazaki o el mago de Oz de Baum.


La cultura japonesa, el cómic de superhéroes de mediados del siglo XX, iconografía clásica (¿Ven a Artemisa?) y escenarios de videojuego se mezclan en esta historia que solo pretende entretener gracias a un agradable y ecléctico multiverso en el que se confunden todo tipo de magias.

viernes, 24 de noviembre de 2023

Desenfreno y frenesí


El otro domingo me fui de sesión remember. Música tecno y cantaditas a go-go. La Yasmina y un servidor bailábamos como macacos. Sonaba el Can’t Stop Raving de Dune y no-sé-cómo me trasladé a la sesión de Carl Knox en la Love Parade del 2000. La victoria del Tiergarten me sonreía al ritmo de Paul van Dyk. De repente, regresé al domingo. “¿Y si desplomo muerto aquí mismo?”


No harto con mis propias monstruosidades, entre el Estoy llorando por ti de Ku Minerva y el Flying Free de Pont Aeri, le susurro a la Yasmina la pregunta. Ella me mira con reproche, sonríe y me responde “Pues guay. Tú siempre haces lo que te da la gana” Es verdad. Y aquí sigo. Planteándome la existencia como el mayor de los divertimentos.


Yo, el rey de la tragicomedia, sigo mi curso como un río aguas abajo. Sacándole el jugo al tiempo, divirtiéndome lo que puedo, cambiando la mirada según el momento. Con un final certero, de la vida solo quedan sonrisas y lágrimas, que aunque pesen lo mismo, yo prefiero hallar el placer en lo primero, rescatarme a base de quimeras incomprensibles y lógicas inverosímiles.


Con tanto hedonismo nos topamos con una de las joyas de esta temporada. No podía ser menos teniendo en cuenta que el tamaño, el acabado y esos colores vibrantes de la portada te atraen hacia él irremisiblemente. Sí, les informo de que Paloñeco, hueso, ciruelo, leño y otra vez Paloñeco, el multipremiado libro de Vojtěch Mašek y Chrudoš Valoušek, acaba de ser publicado en nuestro país por la editorial Barrett.


El libro más bonito del mundo (eso dijeron en Leipzig hace unos años) le da una vuelta de tuerca al Pinocho de Collodi y gesta una narración muy alocada sobre las aventuras que debe correr un hueso de ciruela hasta convertirse, primero en árbol, y después en un trozo de madera con el que construir al títere protagonista.


A caballo entre la narrativa ilustrada, el álbum y el cómic, este libro psicodélico, pop, satírico e inesperado, gira como un zompo para desbordar la historia de ese títere tan querido de la LIJ, presentándola a través de una galería de situaciones y personajes completamente nuevos.
Mientras que el escritor Vojtěch Mašek, creador de cómics, novelas gráficas y alguna obra de teatro, propicia ese aire vertiginoso, absurdo y mordaz a la historia, el ilustrador Chrudoš Valoušek le imprime un ritmo animado, vivaracho y divertido a esta creación tan absurda, como mordaz dirigida a todos los públicos.


Así pasa, que nos encontramos infinidad de recursos verbales y gráficos. Diálogos dramatizados, repeticiones, juegos con escalas, iniciales iluminadas, colores neón, números de páginas desorbitados, referencias vanguardistas, y un estilo muy geométrico y luminoso pueblan un álbum extraordinario donde el linograbado, esa técnica con mucho sabor añejo, es el santo y seña de una propuesta muy contemporánea.

jueves, 23 de noviembre de 2023

Resiliencia


Últimamente he aprendido a flexibilizarlo todo. Bueno, todo menos las lumbares, que no hay quien las dome a estas alturas de la vida y de vez en cuando parezco Chiquito de la Calzada.
Aunque siempre he sido muy partidario de lo rutinario, de un tiempo a esta parte encuentro más que interesante (y saludable) eso de exponerme a cualquier cambio repentino que desestabilice de alguna forma esa vida un tanto cuadriculada que llevo. Y si de paso aprendo a transitar nuevos derroteros con los que lidiar y explorar mi fuero interno, tanto mejor.


Tampoco hace falta mandar a la mierda un buen puesto de trabajo, enrolarse en un trasatlántico ni marcarse un retiro tibetano. Con prestarse a experiencias desconcertantes o un tanto incómodas, basta. Romper con lo (pre)establecido no solo es un buen ejercicio en el aspecto social de nuestra existencia, sino también en el laboral, de hecho, muchas dinámicas en la selección de personal están dirigidas a la resolución de problemas y conflictos inesperados.


Si alguno quiere cambiar su color de vida, les recomiendo que echen mano de El trocatintas, el álbum de Gonçalo Viana que acaba de publicar en nuestro país la editorial gallega Bululú. Ganador de muchos y notables premios, entre ellos el Bologna Ragazzi del 2020 en la categoría de Opera Prima, este libro es una delicia visual en toda regla.


Dos amigos y un perro disfrutan volando su cometa hasta que esta se queda atrapada en lo alto de un árbol de color blanco. ¿Blanco? Será que el libro está estropeado. Cojamos otro. Dos amigos y un perro disfrutan contemplando una nube verde. ¿Verde? Esto no puede ser otro libro mal entintado, aquí pasa algo. ¿Jugarán el árbol y la nube al engaño? ¿Alguien las habrá cambiado? ¿El trocatintas quizá?


Con un pequeño e inesperado cambio, el autor portugués nos sumerge en una historia vivaracha y muy geométrica donde las composiciones y los detalles son más que importantes. Páginas creadas gracias a la repetición de motivos y con mucho equilibrio, son fundamentales a la hora de trasladarnos a un imaginario tan particular, como creíble: ¡un ser encargado de cambiar el color en los libros! (NB: Quiero un trocatintas en miniatura).


También me encanta ese ritmo narrativo lleno de pequeñas fragmentaciones que permite a los lectores participar en el uso y creación de conectores sobre los que se balancea la acción. Esos ojos que todo lo ven, verdes algodones de azúcar, aves que miran al cielo, hermosa metáforas sobre frases hechas y una lluvia de manzanas, me vuelven completamente loco.
Lo dicho, que nunca viene mal un poco de perspectiva para hacerle frente a los cambios.

martes, 21 de noviembre de 2023

Espejos y reflejos


Vivimos rodeados de espejos. En el baño, en el armario, en el recibidor. Unos sirven para no perder detalle de nuestra silueta y otros nos hablan del peinado o las legañas. Nada como un buen espejo para acicalarse. Bien pensado, el espejo es un gran invento, sobre todo en esta sociedad del postureo. Pero ¿qué sería de nosotros sin el espejo del retrovisor? ¿Cómo aparcaríamos? ¿Y los microscopios, telescopios, cámaras de fotos y demás engendros ópticos? ¿Cómo se hubieran fabricado?
Los espejos cobraron vida cuando los seres humanos vieron reflejado su rostro en un charco de agua oscura, pero como objetos nacieron hace miles de años, cuando los pueblos primitivos comenzaron a fabricarlos con materiales como la obsidiana, el cobre o la plata, hasta llegar al que conocemos hoy día (espejo azogado) hecho con vidrio y una fina lámina de metal y que se inventó en la alta Edad Media.


En cualquier caso, poco mérito tiene el hombre en una propiedad física de las ondas, la de rebotar cuando se encuentra con un medio diferente al anterior. Si la superficie de este está debidamente pulida, el ángulo de incidencia y el ángulo de reflexión son idénticos y puede crearse una imagen especular (ya saben, igual pero simétrica).
Espejos minúsculos para llevarlos en el bolso, espejos para que los bailarines evalúen sus movimientos, espejos para que toda la ropa nos siente bien, espejos para divertirnos en los parques de atracciones, espejos con los que espiar a la vecina, y espejos para que no se reflejen los vampiros.
También hay espejos muy literarios. Como el de la madrastra de Blancanieves, todo un cizañero en esto de las competiciones de belleza. En El señor de los anillos también tenemos el espejo de Galadriel, capaz de mostrar el futuro. Y cómo no, el espejo de Oesde que aparece en Harry Potter y la piedra filosofal, que no refleja la imagen de quien lo contempla, sino sus deseos más profundos. De todos ellos el que más me gusta es el espejo que da título a la segunda parte de las aventuras de la Alicia, ese que abre la puerta a un universo parecido al del libro de hoy.


Espejo, el álbum de Javier Peña que acaba de publicar Thule, es una de esas historias muy bien traídas y en la que el formato tiene una función inestimable. Es la historia de un terrícola que aterriza en Espejo, un planeta habitado por los espejismos, unos seres parecidos a los humanos que se dividen en pueblos idénticos que comparten el mismo suelo y funcionan a modo de reflejos. Como el visitante no tiene un reflejo como el resto, la reina ordena de inmediato su entrada en prisión, donde sucederá algo muy curioso.
Bebiendo en gran parte de la obra de Lewis Carroll (un espejo que funciona a modo de resorte narrativo, una reina implacable que recuerda a la de corazones, y todo ese sinsentido que tanto juego ha dado), el autor propone una vuelta de tuerca y se adentra en el universo de las perspectivas visuales gracias a unas ilustraciones donde el eje de simetría es el protagonista.


No pareciéndole bastante, enriquece este juego visual con un montón de personajes salidos de obras clásicas de la pintura universal. La dama del armiño, el caballero de la mano en el pecho o la virgen del prado llenan las páginas de un libro que es un museo viviente. De este modo, Javier Peña cuece y enriquece un librito al que podemos sacar mucho partido.
Imágenes digitales, un texto directo, un dedo que señala el sentido de la lectura y un índice de los cuadros escondidos, aúpan un álbum más que honesto con el que divertirse imaginando posibilidades imposibles y adivinando a Boticelli, da Vinci, Veronese o Van Eyck.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Inteligencia humana vs inteligencia artificial


A mí, que soy un entusiasta de las obras de Asimov, todo esto de la inteligencia artificial (IA) me tiene fascinado. Programas que te traducen en varios idiomas, que son capaces de suplantar tu identidad, que actúan como asistentes personales o que conducen tu vehículo son una realidad.
El término, acuñado por John Mcarty en 1956, se refiere al campo de la informática enfocado en crear sistemas artificiales que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción. Esto no quiere decir que las máquinas solo aprendan a hacer una tarea por sí mismas, sino que también pueden tomar decisiones propias basadas en su experiencia.


Si bien es cierto que mientras escribo este post estoy utilizando una forma de IA (el software de mi ordenador) que no suscita el menor problema y lleva a cabo tareas más o menos mecánicas basadas en reglas lógicas (se clasificaría dentro de la IA débil), lo verdaderamente peliagudo llega con otros tipos de programas que son capaces de realizar tareas que necesitan de la inteligencia humana para llevarse a cabo, como escribir un libro, invertir en bolsa o incluso gobernar un país, la llamada IA fuerte.
Como sabrán, todo esto ha generado mucho debate, no solo al nivel del ignorante de a pie, sino en el ámbito más profesional, incluso institucional, pues nadie tiene muy claros los límites de un futuro no muy lejano en el que robots, androides y engendros electrónicos tengan la llave de la industria, la medicina, la seguridad ciudadana o la defensa gubernamental.


No sé hasta qué punto la IA sería capaz de hacer un libro como El manual de dibujo definitivo de Enric Lax. Publicado este noviembre por Ekaré, este álbum es una maravilla, no solo por el concepto tan revolucionario que supone, sino por ser capaz de aglutinar tanta inteligencia en un libro tan aparentemente estúpido.


El título no engaña, pues se presenta ante nosotros como un manual en el que encontramos una serie de instrucciones seriadas con las que dibujar animales, plantas, objetos cotidianos, partes del cuerpo, e incluso la célula eucariota (¡Me ha encantado este guiño!). Pero la cosa se complica cuando empezamos a leer y nos percatamos de que la esperada sencillez no es tanta, y que para dibujar un elefante lo primero es saber dibujar una tetera (¿Una tetera? ¿Quién diantres sabe dibujar eso?). Continuamos y vemos que, además, las propuestas de dibujo no son aleatorias, sino que se encuentran concatenadas entre sí y van creando una pequeña narración que toma forma en una escena final donde coexisten todos los elementos previamente dibujados. y en la que también coopera la imaginación del espectador.


Analogías y disparates son el vehículo, no solo para jugar a la identificación de unos elementos con otros, sino para dotar de hilo conductor a una historia sujeta a esa contraposición de leyes que son el sentido y el sinsentido.
Cómo dibujar un búho, cómo dibujar una grapadora, como dibujar un sacacorchos o cómo dibujar una caca (mi favorito), son algunos de los capítulos que articulan un libro difícil de clasificar en el que interviene, tanto la imaginación, como la anticipación del lector (¿Qué escena saldrá de este pupurrí?).


El autor demuestra su ingenio a los lectores, los interpela a base de mucho humor y e insufla vidilla a su narrativa, a un universo propio. Bocas que sonríen, patinetes que echan a correr. Lo paródico y lo inverosímil nos balancean y divierten.
Paso a paso y utilizando un formato muy característico del álbum no ficcional, Enric Lax nos sumerge en una historia aparentemente caótica pero muy bien pensada. Nada queda al libre albedrío y todas las escenas están encajadas en una obra que se puede leer por capítulos, por escenas o de manera global. Algo que, permítanme decirles, no creo capaz a ninguna inteligencia artificial.