miércoles, 29 de junio de 2011

Hastaluego veraniego



Les rogaría que no me asestaran un merecido golpe por haber cerrado durante los pasados días esta ventana que nos comunica. Ríanse o tuerzan el morro, pero tengo decenas, cientos de excusas que darles… Exámenes por corregir, exámenes que sufrir, suspensos que asimilar, alumnos a los que calificar, cumpleaños que celebrar, fiestas de guardar, labores que no pueden esperar, incluso plantas para regar… ¿Me perdonan, verdad?... Je, je, je… ¡Pues vuélvanse a enfadar porque la de hoy es la ya clásica despedida que anticipa el verano! (que ojito cómo se las está gastando…).
Ya ando algo cansado, la frescura de las palabras no es la misma que durante el septiembre pasado, todo ha cambiado, como es lógico, y necesito ir a cualquier orilla, saltar muchas olas… ¡y leer algo que no comparta con ustedes!
Prometo que volveré, seguramente allá por septiembre, cuando el curso se ponga en marcha con nuevas ideas, continuaciones, pesquisas y, cómo no, libros.
Disfruten del estío, y si no, ya lo haré yo por ustedes.



Me gusta mucho nadar
con las gafas submarinas.
Cada pez es un amigo:
los hay chicos, también grandes,
y otros están escondidos.
Digo al ver las escorpinas:
¡vaya espinas!

No me pinchan los erizos
ni me asustan las herreras:
son un rebaño de plata
y se acercan marrulleras.
Peregrino
barbafino,
si los peces quieres ver,
¡mucho ojo!
En remojo
las barbas vas a meter.

Nado cerca de la playa
y descubro un lenguadito
que me mira de reojo
con un ojo.
Plano en la arena, estirado,
camuflado y rebozado,
me espía de medio lado.
Lenguado, lengua de palo,
si te vuelves a enterrar
nadie te podrá encontrar.

[…]



Olga Xirinacs
Chapuzones.
En: Marina y Caballito de mar.
Ilustraciones de Asun Balzola.
1998. Madrid: Anaya.

miércoles, 15 de junio de 2011

Llevar palabras al último rincón




Si el otro día auguraba cambios para otros, hoy notifico los que dentro de unos meses acontecerán en la vida de un servidor (eso me pasa por hablar…).
Como bien recoge nuestra carta magna, todo español, sea rico o pobre, de diestras o siniestras, tiene derecho a una educación (ya saben que hay varios tipos…), por lo que, allá donde vayan, aldeas invisibles, villas de rancio abolengo, pueblos chicos, capitales provincianas o gigantes urbes, encontrarán maestros dedicados a este menester: educar. Y así, el curso próximo –como mínimo- desempeñaré mi labor como docente en un pequeño pueblo minero llamado Almadén, por la mera razón de llenar cualquier rincón con palabras, con rimas, de sueños…



Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
hay que medir, pensar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.



Gabriel Celaya.
Educar.
En: Vivir es fácil. Antología.
Selección de Felipe Juaristi.
Ilustraciones de Rebeca Luciani.
2011. Zaragoza: Edelvives.

lunes, 13 de junio de 2011

Elecciones anticipadas



Se anuncian vientos de cambio para el cercano noviembre o, al menos, eso se bisbisea entre pasillos y corredores, el mejor lugar para corrillos y confidencias... No es de extrañar tal decisión una vez examinados los resultados de algunos durante el presente curso político, y que sólo pueden terminar con un castigo inminente: la decapitación.
Sonará cruel y un pelín burlesco, pero hacerse desear y prorrogar situaciones agónicas y fuera de todo juicio, sólo acrecenta el egocentrismo y, de paso, la tasa de odio popular, para terminar a la postre como un condenado a muerte más, juzgado de antemano y sin perdón posible.


Reclinado sobre el suelo
con lenta amarga agonía,
pensando en el triste día
que pronto amanecerá,
en silencio gime el reo
y el fatal momento espera
en que el sol por vez postrera
en su frente lucirá.


[...]

José de Espronceda.
El reo de muerte.
En: A toda vela. Antología.
Selección de Ana María Navarrete Curbelo.
Ilustraciones de Miguel Tanco.
2007. Zaragoza: Edelvives.

viernes, 10 de junio de 2011

Tripas a todo color



No cabe duda de que hurgar es cosa de niños… Guiscarse la pituitaria hasta encontrar petróleo, fisgonear en el cabello en busca de piojos o manosearse como monos, son acciones propias de infantes con ganas de descubrir el mundo, buscar el porqué físico de las cosas, en definitiva, ejercer de joven investigador hasta que, de un manotazo o algún disgusto, desaparezcan las ganas. He aquí el leitmotiv de los libros de aprendizaje o conocimientos, unas veces muy útiles, otras para desechar en algún contenedor de reciclaje…
Hablando de estos libros les diré que, cuando no levantaba tres palmos del suelo, mis favoritos eran aquellos que, sin mucha literatura y dibujos detallistas, eran capaces de dilucidar el engranaje de un coche, el fuselaje de un avión, el interior de un castillo del medievo o la constitución del cuerpo humano, grandes trabajos de disección que se merecen mi admiración y respeto, no sólo por la calidad artística, sino por el grado de investigación que esto requiere.
De entre los muchos autores que cabría reseñarles podría citar el maravilloso trabajo de Stephen Biesty (siempre me ha encantado la labor de este forense del lápiz cuyos originales pude admirar con motivo de la exposición “El lápiz mágico”, desarrollada en el año 2004 por el British Council y Biblioteca Nacional), pero por citarles un buen libro que, de este modo es capaz de explicarle a un niño nacido entre asfalto y nubes de dióxido de carbono cómo se organiza clásicamente una antigua casa de campo (una pena que queden pocas de estas, ¡con lo felices que serían muchos descubriendo todos sus rincones…!), les recomiendo La granja, de Philippe Dumas, un libro-álbum reeditado por la editorial Corimbo (en un formato menor, todo sea dicho…) que acabará destrozado a base de relecturas, el mejor final para cualquier libro.

martes, 7 de junio de 2011

Exámenes, bibliotecas y sueños







Perdonen si se han sentido abandonados durante la pasada semana, pero un servidor es de esos que sufren los exámenes universitarios en silencio, dedicando los días previos a las pruebas, la mayor parte del tiempo libre a memorizar y comprender todo lo que no ha memorizado ni entendido a lo largo del cuatrimestre… Y pensarán indignados: “¡Parece mentira tratándose de un profesor…!” A lo que, a modo de respuesta, me ruborizaré como un quinceañero... C’est la vie…
Tras realizar una comparación introspectiva entre mis años de estudiante mozo y los que ahora vivo, les comento que algo ha cambiado en mis hábitos de estudio: prefiero el silencio de cualquier rincón, llámese aula vacía, sala de estar o banco en el parque, al rumor tumultuoso de las bibliotecas y las mal llamadas salas de estudio…Sí, otro capricho paradójico mío teniendo en cuenta que soy un defensor acérrimo de estos lugares donde viven los monstruos, eso no quita para opinar sobre el veto de entrada a escandalosos en exceso y marrulleros sin mesura…Sí, sí, sé de ese nuevo concepto de biblioteca, la biblioteca abierta, que abandona el hermetismo para que el ciudadano campe a sus anchas entre la cultura infinita, esa biblioteca que se toca, se escucha, e incluso se saborea. Que la biblioteca no es una cripta repleta de sarcófagos con momias dedicadas a la lectura, la morada del saber, lo sabemos ¿todos?, pero creo que ambas visiones pueden convivir bajo un clima de respeto y entendimiento, ¿o no?... Pensándolo bien, para preparar el próximo examen me acercaré a mi biblioteca favorita, estudiaré mientras los susurros de los demás me lo permitan y, cuando no sea así, dejaré caer mi cabeza sobre la mesa y soñaré con todos los mundos que encierran los libros que me rodean, quizá me encuentre con algún pez rojo que me guíe, que me descubra lo que nunca imaginé…

B.S.O.: Paulina. 2010. The lazy song. (Bruno Mars’ cover).