miércoles, 29 de mayo de 2024

La suerte del diferente


Ser diferente es una maravilla. O mejor dicho, no ser como el resto de la masa, esa que pastorea y homogeniza. Diferentes somos todos, lo que sucede es que la mayoría se mimetiza con el resto, y otros, los menos, vamos a nuestro aire. Sí, nos señalan en cuanto pueden, nos menosprecian y si pueden, nos fusilan. Pero nadie dijo que fuera fácil. 
En la actualidad, cualquier minoría tiene en deseo eso de lanzarse a las calles y exigir igualdad, es decir, ser considerado dentro del rebaño como otro más sin discriminaciones ni ofensas. Sintetizando, la gente quiere perder su identidad colgándose una etiqueta. Y yo me niego a ser diferente pero como ellos, los demás, me digan, que uno tiene una edad y aborrece los estereotipos. 
Lo que más me jode y por mucho que nos pese, es ese empeño de reducirnos a una idea triste. Desnudarnos ante el gran público, contar nuestras miserias, lucir complejos y traumas para que la masa deduzca que esa monstruosidad que exhibimos, no es ni más que el producto de un lastre vital del que nos queremos despojar.


Sí, queridos lectores, lo que en principio parece ser una idea de diversidad y multiculturalidad, nos es más que toda una farsa para mostrar las debilidades e incapacidades que a menudo utilizan todos los totalitarismos para liquidar por la fuerza a quienes consideran inferiores.
Se piensa que en las guerras, sobre todo en las civiles, no es determinante ser de uno u otro bando para acabar contigo, sino haber sido señalado con anterioridad a que el conflicto estalle. Aunque no deja de ser un dato curioso, explica de soslayo una circunstancia sociológica que debemos tener en cuenta las ovejas negras: existir sin molestar.
¿Y ustedes se creen que yo, monstruo donde los haya, me voy a auto-inculpar de serlo? No, no y no. El que quiera colgarse un sambenito, que se lo cuelgue, pero a mí que me dejen ser yo a la chita callando. Es toda una suerte ser diferente y que (casi) nadie se entere.
 


Y es por esto que me ha encantado el libro de hoy, toda una oda a la inadaptación. Stella. La estrella del mar es un álbum escrito e ilustrado por Gerda Dendooven y recién publicado por la editorial Galimatazo. En él una pareja de pescadores se encuentra con una niña enganchada a sus redes. Nadie sabe quién es ni de dónde viene, pero el matrimonio decide quedarse con ella y llamarla Stella. La cría crece más rápido que el resto de los chavales. Crece y crece hasta ser demasiado grande para su cama, para la escuela, incluso para su casa. Lo de Stella no es normal y ella debe tomar una determinación.


Con una ilustraciones que recuerdan a Wolf Erlbruch y Rotraut Susanne Verner, la autora neerlandesa abre el melón sobre la autoaceptación con una fábula de tintes tradicionales (¿Pueden ver a la Pulgarcita de Andersen o al Juan Erizo de los Grimm?) que aboga por el bienestar de una protagonista que, alejándose del papel victimista, decide tomar las riendas de su vida y mandarlo todo al pairo.
A veces, en vez de buscar esa compasión social, ese buenismo pseudocatólico, haríamos bien en mirar nuestros propios deseos y dar un paso adelante para hacer lo que nos dé la gana sin tener que excusarnos ante lo políticamente correcto o esa sociedad cainita donde la envidia al vecino lo mueve todo.

martes, 28 de mayo de 2024

Clubes de lectura, ¿sí o no? Unos puntos de vista


Vincent Van Gogh

Contra los clubs de lectura ha sido el artículo de Alberto Olmos que ha generado cierta polémica en torno a una práctica de lectura compartida muy extendida durante los últimos años. Y como no podía ser de otra manera, desde aquí me uno al circo con un breve post.
Para empezar he de decir que solo he participado tres veces en un club de lectura y todas ellas han sido dentro del contexto escolar. La primera fue hace más de quince años en Motilla del Palancar. Un compañero de Lengua y Literatura nos animó a leer tres libros a lo largo del curso y comentarlos durante un recreo. La segunda ejercí de organizador. Era el bibliotecario escolar del IES Mercurio (con ese nombre, adivinen la ubicación…) y me tuve que poner al quite con todos los entresijos. El último club de lectura surgió de manera espontánea con un grupo de alumnos.
Si bien es cierto que todas ellas fueron experiencias muy satisfactorias de las que aprendí bastante, también me permitió valorar algunas cuestiones de estos clubs que, como cualquier otra fórmula de lectura compartida, adolecen de ciertos puntos flacos (si es que así los podemos llamar) que conviene apuntar.


Jacob Lawrence

En primer lugar hay que decir que cualquier club de lectura siempre toma una dirección concreta. El género literario, el grupo al que se dirige o los intereses personales de los asistentes condicionan la selección de obras que se van a leer. Esto no quiere decir nada. Simplemente es. Como un club de rol, uno de esgrima u otro de dibujo. Todo depende de nuestros intereses y lo eclécticos (o no) que seamos. Probablemente, si eres de esas personas que un día leen realismo mágico, otro, cómic erótico y el fin de semana, novela negra, no querrás pertenecer a ningún club más que al tuyo propio.
También hay que hablar de quién dirige cada club de lectura, pues podemos discrepar de los criterios que se siguen a la hora de elegir los libros (mayor o menor calidad, complejidad u orientación del posterior debate) y decidir, tras la primera lectura, que nos quedamos en el brasero con Dostoievski.


Henri Fantin-Latour

En segundo lugar, hacer de la lectura un acto social puede ser un hallazgo para muchas personas. Darse cuenta de que intercambiar opiniones y pareceres sobre una novela o un poemario es muy enriquecedor, no solo por las coincidencias en percepciones estéticas, sino por las discrepancias con otras experiencias lectoras, es muy saludable. Pero también puede ser un arma de doble filo para aquellos que gustan de una lectura íntima y reflexiva. Hablar en voz alta de nuestro reflejo, de nuestra mirada, puede ser contraproducente. No todo el mundo está preparado para escuchar ciertas opiniones.


Francisco de Goya

Mucha gente se inscribe en los clubes de lectura para obligarse a leer, para marcarse un objetivo. Esa periodicidad de los clubes de lectura semanales, mensuales o trimestrales ayuda mucho a todos aquellos que necesitan un empujón en aquello que Ramón y Cajal llamaba los tónicos de la voluntad, para tomarse esto de los libros como la operación bikini o un reto absurdo de Instagram. Las expectativas también son un acicate, sobre todo cuando alguien coge carrerilla en la lectura y empuja a los demás a continuar hasta el final. 
Todo esto está fenomenal, pero caben unas preguntas: ¿Leemos porque queremos o el postureo de la lectura vuelve a la carga? ¿Es la masa la que nos incita a leer o nuestros propios deseos? ¿Se construye el hábito lector tras acudir a un club de lectura o, como las dietas de adelgazamiento, aparcamos los libros cuando las abandonamos?


Paul Handley

No debemos olvidar que muchos clubes de lectura nacen al amparo de las librerías y las editoriales, lo que eleva esta práctica a una estrategia comercial. Prueba de ello son los encuentros con autores que muchas editoriales, sobre todo las grandes marcas, utilizan como reclamo, como premio, a cambio de una compra sustancial de este o aquel autor. ¿Podríamos denominarlo "monopolio encubierto"?


Vincent Van Gogh

Por otro lado, cuando una entidad, pública o privada, está comprando un lote de treinta libros de un mismo título, en realidad también está sacrificando la diversidad de un fondo con tal de contentar a ese grupo. Esto es algo de lo que me di cuenta hace muchos años cuando, atónito, contemplaba los casi cuarenta volúmenes de un libro mediocre de Sierra i Fabra que llenaban dos baldas de una biblioteca escolar en la que no había ni un solo ejemplar de obras avaladas por la crítica o el canon. Llámalo lectura cuando te refieres a pobreza intelectual.


Antoine Wiertz

Para terminar, una aclaración. Alberto Olmos apunta al carácter femenino de los clubes de lectura. Sí, lleva razón, pero es más que evidente que, en la actualidad, la lectura es una cosa de mujeres. Da igual que acudan a un club o no. Que las mujeres leen más que los hombres es un hecho. Mejor para ellas y peor para nosotros. Leamos en grupo o sin él.

sábado, 25 de mayo de 2024

Cambio de tercio poético


Hace unos días llegó a mis manos el libro ganador de la última convocatoria del premio de poesía infantil Ciudad de Orihuela, organizado por la concejalía de educación de esta localidad junto a la editorial Kalandraka, y he de admitir que me ha encantado.
Aunque muchos esperarían un libro de rima consonante donde los juegos de palabras, rimas y cadencias estén muy presentes, los monstruos tenemos que empezar a cambiar el chip sobre los poemarios dirigidos a un público que también evoluciona, necesita baños de realidad y demanda espíritu crítico.


Es así como aparece en escena un puñado de creaciones que se lanzan al refrigerio de este género esgrimiendo sutilezas y frescuras. Poesías que no quieren que las lean y otros golpes de humor, noticias y sucesos, alegatos sobre la contaminación ambiental, juegos infográficos, tipográficos y publicitarios... Si esto fuera poco para un poemario, esta edición le saca mucho más brillo añadiendo una serie de fotografías intervenidas a golpe de ilustración (¿o es al revés?), que operan en un sentido metafórico y caricaturesco.
Creo que la cosa va bien. Al menos, parece que los poemas para niños empiezan a parecerse al mundo en el que vivimos.

¿Tostado o quemado?

Las editoriales tienen un enorme horno
donde hacen sus libros,
pero no sé por qué esa manía de cocerlos de más.
Horas y horas me paso en las librerías buscando
un libro que esté poco hecho.
Nada que hacer.
Las letras todas negras,
todos los libros cocidos de más.

***

Lobo de cuento (Next Departures)

«Caperucita Roja»
CANCELADO

«Los tres cerditos»
CANCELADO

«Los siete cabritillos»
CON RETRASO

«Pedro y el lobo»
CANCELADO

«Tío Lobo»
CON RETRASO
CANCELADO
DELAYED

ATENCIÓN SEÑORES LOBOS, LAMENTAMOS INFORMARLES
NO HAY NINÚN CUENTO PREVISTO PARA ESTA NOCHE
PORQUE TODOS LOS NIÑOS
ESTÁN YA DORMIDOS.

Javier González.
En: Experto Excalador de Excaleras.
Ilustraciones de Lluïsot.
Fotografías de Flormujer.
2024. Pontevedra: Kalandraka.


viernes, 24 de mayo de 2024

En el pellejo de otro


Uno de los elementos fundamentales en el éxito de las redes sociales es que la mayoría de la gente tiene en deseo estar en el pellejo de otro. No pocas veces escucho a esta o aquella persona decir que le gustaría llevar la vida de Tamara Falcó, Jon Kortajarena, Taylor Swift o Kanye West. Están deslumbrados por el lujo y la exclusividad, las relaciones sociales y el brilli brilli. Como si todo eso fuera garantía de la felicidad (bueno… para algunos sí…).
En realidad todo parte del reflejo personal. De esa percepción que tenemos de nosotros mismos. Un ejercicio identitario que a veces se queda en bragas por diversas causas y nos obliga a tomar como referentes a otros. Proyectar un modelo de vida, no solo inalcanzable, sino también incompatible, puede llevarnos a la mayor de las derrotas.


Y no estoy hablando solamente de inconformismo, sino también de envidia, de traumas, de educación, del hecho cultural, de capacidad… Uno jamás podrá ser Lita Cabellut si no tiene aptitudes artísticas, ni ejercer como un rey competente si no ha sido educado para tal efecto. En esto de la satisfacción entran en juego muchos parámetros difícilmente controlables.
Por eso, mi único consejo para intentar no caer en esa debacle contemplativa que nos obliga a vivir embobados ante el cuerpazo de esta, el dinero del otro y las fiestas de la de más allá, es mantenerse ocupado. Aunque suene demasiado manido, hacer cosas que nos apetezcan, además de poner a raya el aburrimiento y mantenernos centrados en ese tiempo que nos pertenece, nos permite construir un mundo propio, además de mejorar nuestras habilidades técnicas y personales.


Y si no me creen, solo tienen que leerse el libro de hoy. Llega a las librerías Un pez es un pez, un álbum de Leo Lionni que ha publicado Kalandraka este mes de mayo. En él un renacuajo y un pez que son amigos conversan sobre qué es cada uno mientras en renacuajo sufre la metamorfosis para convertirse en rana. La cola inicial que despista al pez, se transforma en cuatro flamantes patas que le permiten salir a tierra firme y conocer nuevas formas de vida. Cuando vuelve al estanque le cuenta al pez cómo son los pájaros, las vacas o los humanos. Su amigo queda maravillado y se pasa la noche entera pensando en estos seres, hasta que una mañana, ni corto ni perezoso, decide salir del agua. ¿Logrará sobrevivir?


Como en muchos otros libros y partiendo de una idea aparentemente sencilla en la que los animales son protagonistas, el autor nos acerca a una fábula moderna sobre el existencialismo y nuestra capacidad para reconocernos como seres únicos e irrepetibles con nuestras circunstancias y limitaciones.


Aunque en esta ocasión se desliga de la poética textual que despliega en Frederick, sigue procurándolos una narrativa visual muy poderosa en la que lo quimérico nos ayuda a comprender la estructura mental que pez y las personas como él tienen. No solo basta con endosarle nuestra jeta a una idea para apropiárnosla, sino que hay muchas más cuestiones y circunstancias con las que bregar hasta alcanzar la realidad.
Colorido, texturas, composiciones (¿Se han fijado en ese universo acuático tan enriquecido?) y un mensaje muy necesario en estos tiempos de postureo y aspirantones, hacen de este libro un buen ejemplo del más puro Leo Lionni.

miércoles, 22 de mayo de 2024

¿Para qué sirve la vida?


Para el Alfon, que nunca le dedico na'.

Hay gente que le da mucho a la cabeza. Tanto, que se ponen a pensar en cuestiones sobre las que hay poco que decir. Así les va. Salen medio tarumbas y se llevan al que pillan por delante. Pensar no es bueno. Ya lo afirmaba mi padre (que jamás toma nota de sus propias palabras). El que mucho cavila, poco vive. Por eso le digo yo al Alfon que va a durar lo que no está escrito con esto de dedicarse a la vida alegre, esa en la que ni siquiera se leen libros. Él, más pillo que entre siete, me respondería “¿Y para qué sirve la vida, Román?”.
Aunque yo lo tengo claro a pesar de leer infinitamente más que él (espero que no me pase factura y seguirle a zaga en esto de la vejez…), parece que hay un elevado porcentaje de la población que se dedica a pelar la pava con la existencia y sus propósitos. Que si no estoy satisfecho con mi proyecto de vida, que me arrepiento de aquella decisión o que mira el futuro que me espera. A lo que yo respondo: ¡Qué aburrimiento!


Buscarle sentido a la vida puede ser una empresa tan fácil como difícil, sobre todo cuando no eres ni Sartre ni Kierkegaard ni sabes pronunciar el apellido del segundo. Pero lo más complicado de todo es encontrarle el lado banal, hedonista y pendenciero. Y si lo haces, tomártelo con mesura, no sea que de la emoción, te quedes sin disfrutar del premio de consolación.
Anímense a entrar en nuestro pequeño club de vividores y déjense los libros de autoayuda junto a la leña, no sea que hagan mal uso de sus neuronas y quieran matricularse en un grado de psicología, el deporte nacional después de la freidora de aire. Que sí, que la vida es útil, y el que vive, lo sabe.


¿Para qué sirve?, un libro de José Maria Vieira Mendes y Madalena Matoso, acaba de llegar a España gracias a la editorial A fin de cuentos y desde este espacio que nadie sabe para qué sirve (¿O sí? ¿Por eso existe?), le vamos a dedicar un repaso.


Todo empieza con la pregunta del título (y que también está escrita sobre ese bombo que me ha vuelto loco): ¿Para qué sirve? Las páginas se llenan de bombillas, lupas, tijeras y lápices. También de otras cosas que adoptan como nombre su utilidad, léase sacacorchos, sacapuntas o cortaúñas. Incluso aparece un teléfono móvil. Todo sirve para algo, pero ¿pueden servir para otras cosas? ¿Podemos usar un sombrero como una cesta o un neumático para columpiarnos? Uy, vaya lío… ¿Llegaremos a algún sitio con este libro?


Si bien es cierto que, en principio, este álbum puede parecer algo complejo, en realidad parte de un pequeño juego que, a base de preguntas y respuesta, nos lleva donde quiere (¿o dónde queremos?), algo que tiene mucho mérito, pues con una pizca de curiosidad y un suspense generado por una secuencia que, girando sobre el existencialismo y el utilitarismo, termina sembrando una idea tan hermosa como inútil (¿o no?).


Esos contrastes tan coloristas que se gasta la Matoso a golpe de naranjas, amarillos y fucsias no dejan indiferentes a los lectores, es más, los atrapan de lleno en una obra que tiene mucha filosofía. Si esto fuera poco, la portuguesa incluye elementos metafóricos (¿Ven esa pista de atletismo tan ordenada con la que empieza y lo embarullada que termina?), idas y venidas, comparaciones y secuencias rítmicas que ofrecen una dinámica visual arrolladora.
Por si no se han enterado, no me pidan que les defina este álbum poco definido, lo único que les puedo asegurar es que sirve para pasar un buen rato, que ya es bastante.

martes, 21 de mayo de 2024

¿Dónde pongo el huevo?


Cada vez que me pongo a parlotear con mis alumnos de bachillerato, me vuelvo loco. Y si el tema es “¿Dónde quieres estudiar?”, la clase es todo un desmadre. Madrid, Albacete, Valencia, Alicante, Barcelona, Murcia… ¡No saben dónde van a poner el huevo! Yo meto un poco de cizaña y les digo que si este sitio es un aburrimiento, que si en el otro hace un calor de mil demonios o que su primera opción está en el quinto pino.
Tras el debate, siempre salta una voz clarividente y apunta que todo depende de la manteca que estén dispuestos a gastarse sus padres. Y los demás asienten con una mueca de resignación, hasta que otro iluminado agrega que ya se buscará él la vida, que tiene muchas ganas de vivir en una gran ciudad, en el extranjero o en la costa.


Yo sigo con mi tole tole y les invito a reflexionar sobre cuales son los motivos que les mueven a ello. Unos quieren aprender idiomas, aspiran a labrarse un buen futuro, ganar importantes sumas de dinero, ser incluso famosos o pasarse el día haciendo surf y posando con sus cuerpos serranos. Vamos, lo que se lleva en las redes sociales.
De un modo u otro, los jóvenes siempre han ansiado lo mismo, el éxito, que consecuentemente siempre está relacionado con el lugar donde se pace. Cada lugar se define por los recursos que dispone y en nuestra mano queda valorar si esas, llamémosles, oportunidades, sentarán bien a ese proyecto de nosotros mismos que construimos en la mente.


Lo peor de todo viene cuando esa asociación de ideas no se corresponde con la realidad y frustraciones de todo tipo van mellando un futuro que se ve limitado por unos recursos que han mutado en falta de relaciones interpersonales, competencia laboral o el coste de la vida.
Por eso, hay estudios que apuntan a que, en un mundo “globalizado”, no es tan importante el dónde se viva, sino el cómo se viva, sobre todo en ciertas áreas que no precisan de una estructura industrial localizada, como puede ser el mundo del espectáculo. Es mucho más factible labrarse una carrera en un ecosistema donde nos sentimos arropados y autosuficientes, que en otro hostil, en el que la adaptación constituya un trabajo adicional.


En fin…, dejándome los marcos teóricos y animándoles a elegir bien su ubicación vital, me lanzo al barro con Un lugar perfecto, un librito muy simpático de Lucy Cousins que publica esta primavera Libros del Zorro Rojo. En él, un grupo de amigos buscan un lugar en el que establecerse. La abeja, la mariquita, el escarabajo y la libélula andan en busca de un hogar y cada uno tiene sus propias inclinaciones. Flores, hojas, troncos y agua. Cuatro recursos que, aparentemente abundantes, no son muy acogedores en un mundo dominado por el ser humano. ¿Lograrán encontrar ese hogar tan deseado?


En este álbum dirigido a primeros lectores, la autora británica, además de construir una historia donde la caracterización de los personajes, el uso del color y la tipografía, así como la repetición son los principales recursos narrativos, también hace una pequeña crítica a la transformación tan hostil que las personas hacemos del medio natural. La basura, los pesticidas o el tráfico son elementos que el hombre ha introducido en un medio que comparte con otros seres vivos y que altera su modus vivendi.

domingo, 19 de mayo de 2024

¡Malditos noviazgos!


El tiempo me ha enseñado que las parejas, por separado, mucho mejor. Mira que me lo decía un compañero de piso. “Compartir con unos novios es muy difícil porque hacen piña y siempre salen ganando”. Por aquel entonces, yo era joven e inexperto y no sabía qué decir, pero con el tiempo he ido madurando la idea de que las parejas tienen una idiosincrasia muy diferente a la de los que vivimos en soledad. Sobre todo, cuando no hay familia, que eso es otra cosa.
Están sumidos en un ecosistema que solo ellos entienden y con unas variables muy particulares (pónganles el nombre que quieran). Lo peor viene cuando juegan en equipo sin percatarse de que la vida es un deporte individual. Que por mucho que se empeñen, cada uno tiene sus circunstancias, y si te enganchas con una brida a otra persona, acabas despeñado en la derrota. Todo, en su justa medida.
Fíjense en este par de lagartos. Llorando por un anillo… ¡Habrase visto…!

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay!, ¡ay!, ¡cómo están llorando!

Federico García Lorca.
El lagarto está llorando.
En: Paisaje de un día.
Ilutraciones de Isol.
2024. Barcelona: Takatuka.


viernes, 17 de mayo de 2024

Sueños imposibles


Que soñar es una delicia ya lo sabemos, sobre todo cuando la noche nos sorprende con historias agradables y nuestra mente se llena de cosas deseables. Volar a lomos de una libélula, esquiar sobre una montaña de fresas con nata o veranear con una familia de sirenas pueden hacer las delicias de cualquiera.
Una de tantas cosas curiosas que me dejé en el tintero cuando escribí A pierna suelta (las páginas eran las que eran) fue el de la evolución en la tipología de los sueños a lo largo de nuestra vida, me voy a resarcir en este post de hoy.


Como las ensoñaciones se construyen en base a imágenes, sensaciones y datos que almacenamos en nuestro cerebro, nuestros sueños van cambiando conforme vamos haciéndonos adultos. En la infancia, los sueños suelen ser más fantásticos, pero conforme envejecemos, el realismo se hace más patente en ellos y la probabilidad de construir un mundo onírico a base de situaciones que se acerquen más al mundo laboral, los viajes de placer o las cuitas familiares, es mayor.
Esto no quiere decir que un adulto no pueda soñar con un país gobernado por los unicornios, pues todo depende de lo que el sistema nervioso se nutra a diario. Si usted lee literatura fantástica o es un fanático de las series futuristas, este tipo de elementos también aparecerán en sus sueños.


Bien pensado, es una pena que los adultos solo tengamos desventajas, no solo en la vida cotidiana, también cuando dormimos. Ni siquiera los espacios imaginarios, o mejor dicho, oníricos, pueden hacer frente a esas vidas tan aburridas que nos marcamos. Quizá la mejor solución es darle un giro a estas y buscar en la subversión un arma que blandir en caso de aburrimiento manifiesto.


Y continuando con los sueños, nos adentramos en el mundo de Murdo, el protagonista del álbum de hoy publicado en nuestro país por la editorial Librooks. Con el subtítulo El libro de los sueños imposibles, Alex Cousseau y Éva Offredo nos acercan al universo de un personaje muy entrañable que nos inspira y seduce a partes iguales.


Si todavía pensáis que los yetis no existen, estáis equivocados, pues Murdo es uno de esos hombres de las nieves cubiertos de pelo que viven en lo alto de las montañas. Aunque muchos les endosan el adjetivo abominable, con Murdo están completamente equivocados, pues este ser, además de encantador, tiene un mundo interior la mar de enriquecido. Prueba de ello son esos sueños suyos en los que teje un jersey con las palabras de un poema, se esconde en un zapato o disfruta de un bocadillo de todo lo que pilla.


Poético a rabiar, el texto de este álbum narrativo nos presenta la vida y circunstancias de un personaje en el que cualquiera, independientemente de su edad, se puede ver reflejado sin perder de vista sus propios sueños a lo largo de sus 88 páginas. Acompañado de unas ilustraciones donde la curva, el azul, el rojo y el blanco conviven a la perfección, se dibuja una historia que atrapa, embellece el momento y nos deja volar sin rumbo.

jueves, 16 de mayo de 2024

Todo un acierto


Acertar es una cosa muy difícil. Con la pareja, con los estudios, con los amigos, con la ropa, con los regalos, con el menú, con el hotel… Todos sabemos que cualquier decisión entraña un riesgo, pues el azar se interpone en nuestro camino y a veces erramos. No obstante, creo que cualquiera tiene la capacidad de sopesar pros y contras, de barajar diferentes escenarios y tomar el camino más plausible.
Aunque en la facultad me enseñaran que lo más probable tenía que pasar por el principio de parsimonia, es decir, lo más sencillo siempre nos lleva a lo más probable hasta que se demuestre lo contrario, yo barajo multitud de probabilidades, sobre todo cuando el asunto es bastante peliagudo y requiere cierto análisis.


Hay cosas en la vida que no necesitan muchas vueltas. Qué película nos vemos un domingo por la tarde, qué modelito me enfundo este martes o dónde vamos a echarnos la cerveza de los jueves no necesitan demasiada conjetura, que se nos va la mierda en pedos y al final se nos va la vida con tanto mareo.
Conforme esta la vida hay que entregarse a la estadística, hacer la cuenta de la vieja, darle brío al cubilete y tirar los dados sobre la mesa. Seguro que el momento nos sorprende con alguna alegría, que también tiene su mérito quedarse boquiabierto. No hay que buscarle tres pies al gato. Solo disfrutarlo.


Precisamente eso es lo que me ha pasado con un libro de Marianna Coppo que acaba de publicar la editorial valenciana Andana. Se llama El libro que te lee la mente y me tiene enamorado y casi atolondrado. Si has asistido alguna vez a un espectáculo de magia (o de mentalismo, como se llama ahora) sabrás que los magos muchas veces piden la participación del público ¿no? Pues en este número, tú eres el que le va a echar una mano a Lady Conejo, nuestra maga particular. Solo tienes que escoger -¡sin decírselo a nadie!- un personaje del patio de butacas. Un fantasma llamado Bu, un signo de interrogación, el señor Cuchara, Seta, Peludito, Diente de leche o Mano Izquierda, ¡da igual a quien elijas porque Lady Conejo te va a leer la mente y adivinarlo.


Seguramente muchos le habrán colgado el sambenito de libro-juego, pero ¿qué libro no juega contigo? Además del truco de magia, la Coppo despliega ante nosotros un elenco de personajes y criaturas absurdas e increíbles (¿Se han fijado en los pequeños ayudantes?) que invitan a la fantasía, a desbordar un universo particular, a preguntarnos qué pintan ahí o de dónde salen.


Basado en un antiguo manual de magia (o matemáticas, llámenlo como quieran) del siglo XVII, este libro nos invita al divertimento, pero también puede constituir un ejemplo maravilloso de cómo no siempre es necesario tenerlo todo atado para ser feliz. De hecho, la autora nos invita a ello, a que no paremos de pasar las páginas de este libro, a que seamos felices junto a esta coneja tan maja que siempre acierta.

lunes, 13 de mayo de 2024

Vidas cruzadas


Llamamos novela coral a la obra de narrativa, generalmente ficcional, que está protagonizada por varios personajes con similar protagonismo y que se encuentran conectados en ese todo que constituye el argumento.
En la literatura para adultos hay muy buenos ejemplos de novela coral. La colmena, Suite francesa, Mientras agonizo o La asombrosa tienda de la señora Yeom se perfilan dentro de una categoría que, a pesar de tener mucho que decir, es un estilo bastante minoritario. Esto puede deberse a muchas razones. La más relevante quizá sea esa dificultad para crear/seguir la línea argumental y establecer los nexos de unión entre los protagonistas.


Al principio, quizá sea complicado situarse en múltiples planos personales donde los diferentes puntos de vista suponen cierta agudeza intelectual, pero con el paso de las páginas, el relato se llena de matices que propician una experiencia estética todavía más enriquecida que la de otro tipo de novelas.
Si bien es cierto que la novela coral no es tan identitaria como la convencional, sí es más caleidoscópica, algo que se agradece en unos tiempos tan revueltos como los actuales, en los que etiquetas y ofendiditos no permiten el ejercicio libertario que se presupone en las sociedades avanzadas.
Cuando lidiamos con otras miradas, con otros reflejos dentro de un mismo contexto literario, también participamos de estos, algo que se agradece en una realidad sectaria como la que vivimos, donde la corrección política, la superioridad moral y el aleccionamiento buenista laceran al más insignificante de los seres humanos.


Es bueno denotar que, en cierto modo, todos estamos conectados. La de la humanidad es una historia conjunta y nuestras vidas se entremezclan en un maremágnum de alegrías y sinsabores del que participamos todos desde nuestras circunstancias, pero sin obligaciones ni responsabilidades.
Para dar visibilidad a dos álbumes corales y ejemplificarles un poco sobre estas conexiones invisibles que nos unen a otros desconocidos, hoy les atizo con Un paraguas de mariposas blancas de Frahad Hassanzadeh y Ghazaleh Bigdelou (editorial La Maleta) y Las personas son hermosas de Baptiste Beaulieu y Qin Leng (editorial Petaletras), dos libros que contienen dos historias colectivas muy apetecibles.


El primer álbum sucede durante el Nowruz, una fiesta de origen persa que acontece el primer día de primavera. El mercado bulle de actividad y en la calle se agolpan los coches. Atousa espera a que la señora Shirin remate su vestido, Ardalan y el señor Parvizi hacen cola en la barbería y Maryam y Alí intentan vender todas sus flores antes de que caiga la bola y anuncie la llegada del Año Nuevo. Pero, como en toda buena historia que se precie, suceden un montón de percances que hacen del fin de año una suerte de despropósitos. ¿Llegarán todos a tiempo a sus hogares?


A caballo entre el álbum y el cómic, este libro delicado donde las carambolas tienen mucho que decir, se llena de contratiempos narrativos que tirando y aflojando de la acción, lo convierten en una historia llena de tensión. Ambientada en una tarde lluviosa, esta ciudad de Oriente Próximo, se llena de tonos grises que, de manera repentina, quedan eclipsados por elementos rojos y amarillos. Me encanta el uso de luz y la gran variedad de planos utilizados, pero sobre todo esa mariposa amarilla que sobrevuela una historia tan cotidiana como encantadora.


La segunda propuesta nos cuenta la historia de Papou y su ojo clínico, uno que ha ido entrenando durante toda una vida dedicada a la medicina. Mientras se dirige a la Torre Eiffel con su nieta, le enseña a mirar en el interior de las personas con echarle un vistazo a su fisionomía. Cada ser humano esconde una historia. Solo hay que aprender a desentrañarla. Haciéndolo, nuestra percepción sobre los demás cambiará ipso facto.


Hakim, Maryline, Lionel, Rebecca o Antoine son los nombres que llenan las páginas de un libro que se desliza entre las conjeturas y la realidad (¿Será verdad todo lo que cuenta el abuelo? ¿Sabrá la vida de todas esas personas?). Sus jorobas, su delgadez extrema o su cuerpo rechoncho sirven de excusa a este médico jubilado para acercarse a la belleza que guarda nuestra vida interior. 


Aderezado con un París lleno de luz, color y gentileza, este paseo acompañado de gente (des)conocida con un ligero sabor al ¿Quién es quién?, me ha sacado una sonrisa, más todavía si hago el ejercicio propio de hurgar en los entresijos de mi propia historia, una que, seguro, no dejaría indiferente a nadie por mucho que se haya cruzado conmigo.