martes, 29 de junio de 2010

Despedida con olas


Retornando del oscuro abismo en el que el cerebro crepita como la broza seca (léase “oposición”), les diré que el primer ejercicio no resultó tan grave como se esperaba: escribí unas cuantas páginas al respecto del tema elegido, lo traté de manera completa y fui bastante meticuloso con la presentación y caligrafía. En síntesis, esperaré al segundo ejercicio y la nota final, que siempre gusta de ser sorpresiva (¿Alguien conoce un tipo de examen realmente objetivo…? Como profesor que soy les diré que no).
Y ahora llega lo dramático de esta noticia: la despedida… Sí, me marcho, que uno también se merece unas vacaciones. No sé por cuanto tiempo, la verdad sea dicha, pero creo con seguridad que volveremos a vernos allá por septiembre, cuando el curso escolar comience, cuando las editoriales nos oferten novedades, cuando los maestros comiencen a enseñar de nuevo. Pero tranquilícense, no crean que voy a pasar el rigor veraniego rascándome la barriga (¡dichosas abdominales!), leeré lo que pueda, visitaré nuevos lugares que me inspiren, pensaré en iniciativas que les agraden y traeré nuevas formas verbales con las que hacerles reír o enfadarse (ya saben como funciona este espacio…). Pero hasta entonces, les dejo con un libro y un deseo.
Como lectura les recomiendo un chapuzón en un mar muy particular, En el mar de la imaginación, uno de esos sitios que mojan la sonrisa, que nos dejan construir castillos en el aire, que nos permiten respirar hondo y sentirnos vivos… Uno de esos sitios que les gustan mucho a los maestros (siempre lo mencionan en los cursos que imparto o a los que asisto) y que se merecía una mención en esta época de tan altas temperaturas. Así que sumérjanse en las historias de Rafael Calatayud Cano, esas que hablan de Bárbara, Salva, Elsa o Julio, esas que ilustró en su día Roger Olmos, y disfruten mucho, muchísimo.
En cuanto al deseo, sólo quiero que pasen un feliz verano, sin gastar mucho dinero, con mucha alegría y con más salud, sencillamente por la fidelidad con la que me leen, por recomendarme este o aquel libro, por el tiempo que me dedican y por ser una pequeña parte de este sitio donde viven los monstruos.
Hasta pronto.

viernes, 25 de junio de 2010

El mar... La mar...


Mañana debuto por enésima vez en el maravilloso mundo de las oposiciones… Y como no sé qué más decir, me remito al mar, a sus olas… ¡Quién pudiera disfrutarlo!... Deséenme suerte, sólo eso. Hasta la semana próxima.

Aquí, junto al mar,
el cielo ¡tan cerca!
se puede tocar.

Estrellas de agua
y agua de cristal,
como una campana.

Aquí, en la arena,
el agua se amansa,
el cielo marea.

En la playa, playa,
los niños enredan
con sus manos largas.

Aquí, junto al mar
-¡la vida tan cerca!-
se puede jugar.

José María Plaza.
Junto al mar.
En: Pajarulí. Poemas para seguir andando.
Selección de José María Plaza.
Ilustraciones de Noemí Villamuza.2009. León: Everest.

lunes, 21 de junio de 2010

El fin de un verano que no llega...


Auguran los partes meteorológicos que este va a ser el verano más caluroso de los que han atravesado estas latitudes y que, inexorablemente, arriban mañana las altas temperaturas a nuestro terruño. No creo ni una pizca de estas profecías, menos todavía cuando la climatología ha dejado por tierra al mismísimo refranero castellano, que de sabiduría rebosa un rato. ¡Ya no sé qué hacer con la cazadora! Si desterrarla en el fondo del ropero o cargar con ella todo el santo día… Lo más grave es que llevo tres semanas a pique de pillar un perrequeque con tanto ajetreo de vestimenta, y así uno no puede estudiar, corregir o planear psicodramas para todo tipo de alumnado. El mayor de los males es que no puedo hacer uso del abono mensual de la piscina, que el agua está que jode a semejantes inclemencias.
Por si acaso, he decidido, ponerle punto y final a este comienzo de verano, no sea que se largue como ha venido y nos deje con tres palmos de narices. Por todo esto y curándome en salud (no hay nada mejor que adelantarse a los designios del tiempo) les dejo que disfruten de este sol que amenaza con esconderse con El último día de verano, un álbum ilustrado de Cristina Pérez Navarro publicado en la colección Sopa de libros de la editorial Anaya y que me recomendó en su día la sempiterna bibliotecaria Encarnita, que además de coletazos veraniegos, nos habla de lo importante que es conservar la costa para legarla a los que queden, a los que vengan –cuña humorística: sean alemanes, ingleses o de las islas bálticas, el caso es que se dejen la guita, que falta nos hace-.
Y no se confíen: tápense durante la noche.

viernes, 18 de junio de 2010

Flores que caen


Enlutadas palabras plañen sobre el féretro de hoy, más debieran ser alegres en vez de gemir un triste son; así lo merece el muerto, así.
Hoy ha muerto Saramago. Y siempre que muere un reguero de tinta, un pétalo cae de esta, mi flor, regada cada día para que las palabras nos recuerden que la imaginación del hombre ondeará sobre todas las cosas, sobre todas las flores…
* * *
[…]
Baja el niño la montaña,
Atraviesa el mundo todo,
Llega al gran río Nilo,
En el hueco de las manos recoge
Cuanta agua le cabía.
Vuelve a atravesar el mundo
Por la pendiente se arrastra,
Tres gotas que llegaron,
Se las bebió la flor sedienta.
Veinte veces de aquí allí,
Cien mil viajes a la Luna,
La sangre en los pies descalzos,
Pero la flor erguida
Ya daba perfume al aire,
Y como si fuese un roble
Ponía sombra en el suelo.
[…]

José Saramago.
La flor más grande del mundo.
Ilustraciones de Joao Caetano.
2007. Madrid: Alfaguara.

lunes, 14 de junio de 2010

Bibliotecas al galope



A las bibliotecarias y bibliotecarios que me siguen a diario.

La boda del sábado, apoteósica, gracias (pregúntenle a mi cuerpo… ¡Bufff!).
Dejando caer la cortinilla (a veces hay que correr el telón de manera repentina y dejar que el tiempo siga su camino, y las dos semanas que restan son cruciales para preparar a conciencia el examen de oposición que me espera el sábado 26 de este mes… ¡Ea!) y sin mucho preámbulo, hoy les traigo un libro exquisito y que puede ser un buen regalo para todas las bibliotecarias y bibliotecarios que siguen este espacio, La señora de los libros, de Heather Henson y David Small (autor también de La jardinera, reseñado aquí hace un tiempo). Este álbum ilustrado publicado por la editorial Juventud, narra la historia de una de esas bibliotecarias que recorrían a caballo el oeste norteamericano para poblar de libros los hogares más inaccesibles, más alejados.
Por supuesto que es una historia con final feliz que les invito a leer, pero aprovechando la divulgación que ésta hace de un proyecto que se llevó a cabo en los Estados Unidos en los años treinta, quiero hacerles llegar otro tipo de acciones por la lectura que también se llevaron a cabo en España en la misma época, concretamente en la Segunda República (1931-1936) –¡y seguimos contribuyendo a la mitificación de este periodo de nuestra historia!-, época en la que, a través de las Misiones Pedagógicas (esas que abanderó María Moliner, la del diccionario, sí), se crearon bibliotecas ubicadas en las aulas educativas del mundo rural, concretamente en aquellas localidades más desfavorecidas y alejadas de la cultura, donde el maestro, además de utilizar el fondo de la misma para su ejercicio pedagógico durante la jornada escolar, al acabar ésta, lo prestaba al resto de la población, haciendo posible así que la cultura arribase a los puntos más apartados de la geografía española, todo ello enmarcado en una organización bien estudiada donde el profesorado recibía nociones de biblioteconomía.Y así, con bibliotecas viajeras, con analfabetos que dejan de serlo y esa magia que tienen las palabras, les dejo que me toca repasar…

viernes, 11 de junio de 2010

De bodas y bailes


Les aviso que este fin de semana asisto a una boda de postín (¡con la que está cayendo!), de esas de pamela y chaqué, cosa fina teniendo en cuenta el pelaje de los invitados, a cada cual más garrulo y chabacano…
(Suspiro) ¡Siempre nos quedará París…! O en su defecto “Vinos El Gordo” (aprovecho para hacer la cuña publicitaria pertinente), que bien valen una buena misa, o en su defecto, una juerga…. En cualquier caso, intentaremos pasarlo como arrabaleros, eso sí, caracterizados de personajes elegantes, al son de cualquier bailecito de bodas como este:

Por el Totoral,
bailan las totoras
del ceremonial.

Al tuturleo
que las totorea,
baila el benteveo
con su bentevea.

¿Quién vio a picofeo
tan pavo real,
entre las totoras,
por el Totoral?

Clavel ni alhelí,
nunca al rondaflor
vieron tan señor
como al benteví.
Cola color sí,
color no, al ojal,
entre las totoras,
por el Totoral.

Benteveo, bien,
al tuturulú,
chicoleas tú
con tu ten con ten.
¿Quién picará a quién,
al punto final,
entre las totoras,
por el Totoral?

Por el Totoral
bailan las totoras
del matrimonial.

Rafael Alberti.
Bailecito de bodas.
En: Rafael Alberti para niños.
Edición de Mª Asunción Mateo.
Ilustraciones del autor.
2000. Madrid: Ediciones de la Torre.

P. S.: Y si no me leen el lunes, ya saben el motivo… ¡Buen fin de semana!

miércoles, 9 de junio de 2010

El humor en los tiempos del trajín


Una vez transcurrida esa jornada de huelga que se prometía insulsa, sin garra ni condimento (sólo faltaba la inimitable Sara Montiel diciendo eso de “¡¿Pero que invento es esto?!”), aquí regreso para hacer gala de mi “humol-amalillo” y relatarles algún que otro invento…
Llevo unos días horribles, no es desánimo ni otra patología que necesite asistencia inmediata, más bien podríamos definirlo como desenfreno, que bien mirado, es necesario en algunos momentos de la vida, sobre todo si lo encauzamos debajo de alguna sábana (Mami, ¿qué será lo que tiene el negroooo?). Estoy alterado, y eso que todavía no he parado de camino a mi lugar de trabajo y segar matas de los campos de opio que blanquean el camino… Más bien se debe a la cantidad de recados que tengo que hacer al cabo del día: “Recoge esta carta certificada”, “Levantaos del suelo, maleducados”, “Envía esos documentos”, “Necesito dos tablas de 24 x 109 cm”, “¿Te vienes a echarte una cerveza?”, “¿Cómo voy a decir que no?”, “La programación…”, “Todavía nos quedan las evaluaciones”, “Hay que preparar los exámenes de septiembre” y un largo etcétera de sinvivires (¿alguien podría corroborarme la existencia del plural que acabo de utilizar?). Si a este catálogo de estares le unimos que la editorial que ha publicado el título de hoy no ha tardado mucho a la clamorosa petición para que me facilitasen una imagen en condiciones del mismo, esto se parece más a un cajón de sastre que a un blog, ¡hasta mis alumnos los hacen mejores! El caso es que he creído muy necesario reseñar Tantos tigres atados del coreano Moon-hee Kwon por ser una de esas historias desternillantes que ahonda en nuestro buen humor y dan un poco de tregua a todos esos holgazanes que con mucho ingenio saben sacar adelante las más descabelladas empresas. Sólo haría una salvedad (no sé si al autor o al traductor): todavía no conozco ningún animal, por lo menos de esta parte del universo, que defeque por la cola… Je, je, je, je, je… Lean el libro y adivinen el porqué.

lunes, 7 de junio de 2010

Números y letras


No recuerdo si lo he comentado en alguna ocasión, pero como viene al hilo, lo cuento pese a arriesgarme al insoportable arte de la repetición. Giraba el año 2006 y yo andaba con él por parte de la geografía manchega defendiendo desde varias palestras la bonanza de los libros para participar en el proceso de enseñanza-aprendizaje de aquellas materias que no fueran las exclusivamente lingüísticas. Con detractores y seguidores desarrollé mi personal teoría de cómo las letras podían cooperar con la tecnología, la anatomía, la historia o las matemáticas (si alguien tiene interés en profundizar sobre el tema puede leer un artículo de mi autoría dedicado a este tema y publicado en el número 227 de la revista CLIJ)… La lástima del asunto es que, con esto de la innovación educativa, pasamos del desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación al plan de lectura, y de este a los ordenadores portátiles, y de ellos (y con toda seguridad) a la taza del váter que para eso se está deteriorando de modo irremediable la Educación… Los optimistas (como yo… ¡No se rían!) pensamos que esta crisis va a venir de perlas a esta sociedad del usar y tirar, y que si algo va a salir beneficiado y fortalecido serán las aulas (no se extrañen: por algo se empieza, aunque sea un pedo…).
Y para ir calentando motores (no sé para qué si el año que viene no va a ser necesaria la calefacción atendiendo al calor humano que van a emanar los cuerpos de nuestros alumnos que, como sardinas en lata, se agolparán en los pupitres, como antaño, cuando los grupos superaban la cuarentena) hoy les recomiendo un álbum ilustrado muy numérico y gracioso. Don Queharé, de Ruth Vilar y Arnal Ballester (editorial La Galera), aunque hace uso de recursos muy utilizados en la LIJ, por ejemplo el de la retahíla y la simetría textual, también se decanta por el sinsentido más absurdo para seguir la marcha de un cartero bastante peculiar y de paso, aprender a contar unos cuantos números -¡viva la interdisciplinariedad!-.
Tomen nota y cuenten, que con las rebajas de la nómina, más nos vale.

viernes, 4 de junio de 2010

Terminando la primavera


El que aquí escribe todo tipo de duelos y quebrantos (denótense así mis orígenes manchegos… y su gastronomía) se las ve y se las desea para encontrar todas las semanas, versos que no resulten repetitivos –uno no llega a la altura de Salvia y su blog de “Poesia Infantil i Juvenil”-, así que de vez en cuando hay que usar poemas de relleno, que son tan válidos como los escogidos adrede… Y este viernes, porque sí y pasa salir del paso, le llega el turno a Juan Ramón Jiménez y unas rimas tituladas Abril… y no se preocupen por tanta primavera, que la semana próxima prometo traerles algo con sabor a mar y castillos de arena…

El chamariz en el chopo.
- ¿Y qué más?
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más?
¡Mi corazón en el tuyo!

Juan Ramón Jiménez.
Abril
En: Letras para armar poemas.
Selección y prólogo de Ana Pelegrín.
Ilustraciones de Tino Gatagán.
2000. Madrid: Alfaguara.

miércoles, 2 de junio de 2010

Me encantan los libros para niños



Cada vez que viene un invitado a casa y ve las baldas a rebosar de libros para niños, una pregunta asoma por mi cabeza: ¿He de justificarme ante este alarde de infantilismo? Tras recapacitar unos segundos me respondo a mí mismo con otra cuestión: ¿Acaso no puedo seguir siendo el Peter Pan que soy? Y cuando el invitado me mira, se acerca a la estantería y ojea cualquiera de ellos mientras en su cara triunfa la sonrisa, decido no abrir el pico, coger otro libro y sentarme junto a él.
Los adultos somos prejuiciosos, de eso no cabe duda, más todavía si nos aferramos al material del que están hechos esos estúpidos cajones llamados cánones y que la sociedad ha establecido para hacernos un poco más infelices. Son muchas las veces en las que los estereotipos no nos dejan vivir y pretendemos ser lo que no somos, en una palabra, artificiales, cosa a la que no estoy acostumbrado (por eso tengo un blog como este…, para que todos mis ligues pongan cara de extrañados la primera vez que topan con él… Ja, ja, ja).
Vivir encasillados tampoco nos deja experimentar sensaciones desconocidas que quizá nos llenasen de felicidad… una lástima teniendo en cuenta lo mucho que nos ofrece la inmensidad del mar y el diámetro terrestre, ¡cómo para andarse con remilgos! Pese a ello, algo tenemos que tener claro: un padre no puede ser un amigo, una novia no puede ser una madre, un fontanero no puede ejercer de policía, ni el médico de maestro, todos somos lo que somos, lo que no nos impide disfrutar de lo que otros viven a diario.
Por todo ello, hoy les hago una propuesta: abran las puertas de sus librerías, de sus estantes favoritos, de todos los libros infantiles que tengan escondidos debajo de la almohada, entre los periódicos viejos del salón o sobre la mesilla de noche, y préstenselos a sus parientes, amigos y enemigos para que lleguen a esa conclusión a la que todos nosotros llegamos un día: ME ENCANTAN LOS LIBROS PARA NIÑOS.

P.S.: Y si alguno no llegara a esa conclusión, siempre pueden regalarle el libro álbum que hoy reseño en esta noticia, Cómo enseñar a tus padres a disfrutar de los libros para niños, de Alain Serres y Bruno Heitz, una obra que además de dar muy buenas razones para la lectura de este tipo de libros, hace unos guiños muy graciosos a conocidísimos álbumes ilustrados.