jueves, 31 de enero de 2013

Otra galaxia




Atiborrado de obligaciones, no tengo tiempo para estudiar la curvatura de mi ombligo, toda una suerte que no sólo me ayuda a recrearme en el tiempo libre, sino que me evade de la realidad, cada día más y más aburrida. Mire hacia donde mire encuentro las mismas escenas y el mismo anquilosamiento. España tiene menos movimiento que la cintura de una octogenaria…, y los políticos dan muestras de saberlo.
Si hay algo que me exaspera son los discursos vacíos, una pobre exhibición de la inteligencia ante cientos de televidentes que, atontados ante tanta indecisión, se encuentran perdidos entre deudas, pagarés, hipotecas y otras necesidades monetarias. Aunque la mayoría se conforme, a un servidor le jode bastante que lo tomen por gilipollas. Es cierto que poco sé de economía, de finanzas, de desavenencias territoriales o de dialéctica, pero hagan el favor de callarse y dejen de excusarse por tener la jeta de enriquecerse a nuestra costa, ¿o es que no se dan cuenta que honestidad y pillaje se cogen de la mano? Que si auditorías para otras auditorías, que si cuentas en paraísos fiscales…, fundaciones con ideas especulativas, reformas educativas con presupuestos desorbitados, familias reales y otros chupópteros, sanidad para todos y para ninguno…, y políticos engordando en la Cumbre de Davos… ¡Este carnaval se promete entretenido!
¿Existirá algún recóndito lugar del espacio al que acudir sin necesidad de soportar tanta mediocridad? Alguno quedará donde poder sentarse a la sombra de un baobab, darle volumen al Preludio Op. 2 para cello y piano de Rachmaninov y, mientras el viento que sopla a primavera nos eriza el vello, abrir Andromedar SR1 (Editorial Gustavo Gili) y disfrutar de los extrañas ilustraciones que elaboró Heinz Edelmann  (ilustrador y animador del Yellow Submarine de The Beatles) para nosotros y la especial historia que nos cuentan Martin Ripkens y Hans Stempel, esa que nos habla de otra galaxia, de unos peculiares desconocidos y su afán por encontrar flores cobalto entre el mayor surrealismo que ha habitado en Marte.

miércoles, 30 de enero de 2013

Post perruno



En cualquier familia (da igual la alcurnia), siempre hay algún incauto que, lejos de utilizar a los animales como mera fuente de subsistencia, se aleja de lo práctico y decide tratarlos como muñecos de peluche, un error mayúsculo que no acarrea más que gastos alimentarios, visitas al veterinario y un hogar a rebosar de pelo. 
Como en cualquier otra especie, este tipo fauna humana cuenta con distintos fenotipos que, clónicos, se repiten sin cesar por el ancho mundo. Aquí, unos ejemplos:


1.      Abuelito soltero (o en su defecto calzonazos y felizmente casado), jubilado y aburrido que lo mismo pasea perros, que cría gatos, o que cultiva alcachofas.
2.    Mujer de bien, viuda y con hijos creciditos, que focaliza sus dotes de mando en algún perro faldero que otrora encontró en la calle.
3.   Pareja o matrimonio joven que, indeciso entre hijos biológicos o adoptados, prefiere poner un perro en su vida común para ir acostumbrándose a ellos mismos.
4.  Mujer joven, preferentemente del sexo femenino que, dándose por vencida en el terreno amoroso, se rodea de felinos que la resoben, protejan y alejen de posibles pretendientes.


5.  Hombre joven, ignorante y con acento de otra galaxia llamada Villapocicos de la Serena, que alterna sus labores cinegéticas con la cría de mastines para agasajar al señorito durante la cacería.
6.    Inconsciente caprichoso/a, votante de izquierdas y dispuesto a alardear de altruismo y solidaridad, que acude a la perrera más próxima y salva de dos a cinco almas perrunas, para su mayor gloria divina.
7.   Obrero, lumpen, choni o cani, con superavit en su cuenta bancaria, que adquiere un perro de raza para vacilar entre congéneres de que en épocas de escasez venideras, tendrá can que pasear y otra boca que alimentar.
Seguro de las risas que suscito y reprochándome alguna que otra palabra, admito que no siento animadversión alguna por acompañantes de pelo y pluma, pero si intento seguir a pies juntillas esa consigna tan manchega que advierte “cada uno en su casa y el burro en la linde”, que bien pensado, ahorra alguna que otra discusión familiar, enfermedad contagiosa y percances irracionales. 


Por otro lado, si tienen ganas de animales hogareños, siempre pueden imaginar uno como el que protagoniza Un perro en casa (Daniel Nesquens y Ramón París, editorial Ekaré), que a caballo entre la imaginación, lo extraño y el deseo, pase de ser una idea tangible a terminar en el desagüe. Y es que esta historia trata de todos aquellos niños que anhelan adoptar un perro callejero y hacerlo suyo; un perro que se va volviendo cada vez más y más negro y que al final acaba desvaneciendo. Una maravillosa metáfora de los sueños infantiles que, inevitablemente, lo convierten en uno de los mejores álbumes ilustrados del 2012.

martes, 29 de enero de 2013

Premios Little Bird 2012


Ya se han hecho públicos los "Little Bird 2012", unos premios que otorga la Children's Books Guide y reconoce la calidad de 30 buenos libros de literatura infantil que podéis consultar aquí (no diré los mejores porque cada uno tiene los suyos...), mayormente en la categoría de libro ilustrado. Entre ellos contamos con Los de arriba y los de abajo (Kalandraka) de la chilena afincada en Barcelona, Paloma Valdivia. ¡Enhorabuena!

lunes, 28 de enero de 2013

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XVI): Gustave Doré








Si el otro día nos detuvimos en la vida de Vierge, príncipe de la ilustración, hoy le llega el turno al rey de este arte, el francés Gustave Doré.
Nacido en la rue Bleue de Estrasburgo el 6 de enero de 1832, desde muy joven se despierta en él la pasión por el dibujo (siempre mantenía los dos extremos del lápiz afilados para dedicar más tiempo a esta afición). Cuando cuenta 9 años, su padre, ingeniero, se traslada por motivos laborales a Bourg, cuyos espacios naturales inspirarán el atrezzo montañoso que tanto acompaña las escenas de este autor. A pesar del futuro como ingeniero que su padre había planeado para él, el Doré alegre, divertido y deportista de la juventud, presenta, con tan sólo 15 años, unos bocetos/dibujos humorísticos de gran calidad al editor Phillippon, lo que le permite moverse a París (1847) y publicar en el Journal pour rire, una revista humorística, desde 1848 hasta 1851, al mismo tiempo que publica su primer trabajo como ilustrador, en una serie de litografías basadas en Los trabajos de Hércules (1848). Imparable, Doré, entre los 20 y 40 años de edad, comienza a elaborar cientos de imágenes que acompañarán más de 100 libros como las Oeuvres de Rabelais (1854), Les Contes drolatiques de Balzac (1855), El Infierno de Dante (1861), los Cuentos de Perrault (1862), Don Quijote de Cervantes (1863), Las aventuras del barón de Münchhausen (1866), El paraíso perdido de Milton (1866), La Biblia (1866), Las Fábulas de la Fontaine (1867) o los Cuentos de Poe.
Sus xilografías son grabados interpretativos (he aquí su gran aportación a la ilustración) cuyo diseño, composición, valores iniciales y aguadas, supervisaba en los talleres de grabación, para que más tarde hábiles especialistas, como Pannemaker, Gusman y Pisan, finalizaran. De entre sus litografías, destaca aquella que representa la muerte trágica de Gérard de Nerval (1855).
Cada más reconocido y a la vez más autodidacta, las obras de Gustave Doré aparecen, no solamente en Francia, sino también en Inglaterra, España, Alemania y Rusia. Como consecuencia de estas publicaciones, su influencia se dejó sentir muy pronto sobre numerosos ilustradores de toda Europa y América, constituyendo una importante fuente de inspiración para los pintores románticos, quienes compartían la atracción por el mundo onírico que él representaba.
Experimentó con la pintura, representando escenas de carácter histórico o religioso, y con la escultura (véase su tributo a Alexandre Dumas erigido en París), pero, aun obteniendo cierto reconocimiento de los círculos artísticos de la época, sus creaciones en estos medios nunca alcanzaron la vivacidad de sus ilustraciones.
En 1931, Henri Leblanc publicó un catálogo razonado que contabiliza 9.850 ilustraciones, 5 carteles, 51 litografías originales, 54 aguadas, 526 dibujos, 283 acuarelas, 133 pinturas y 45 esculturas. Una carrera artística inigualable para alguien que murió nombrado oficial de la Legión de Honor francesa, con tan solo 51 años (París, 1883), y frustrado por no ser el completo artista que siempre soñó ser.

Sobre la obra de Doré se pueden verter un sinfín de adjetivos, como: educada, dramática, prolífica, serena, sutil, directa, humorística, elegante, exuberante, fantástica o grotesca; pero sin duda, su gran contribución, la todavía hoy vigente en la ilustración de obras literarias, es aumentar el valor de una obra artística hasta concebirla como otra más hermosa todavía.

viernes, 25 de enero de 2013

De pelo y tijeras



Pese a la ciclogénesis explosiva (no entiendo a qué viene tanta tontería para darle nombre a una borrasca de toda la vida…) del pasado fin de semana y a las lluvias que nos han puesto en remojo durante los pasados días, he decidido raparme la cocorota y dejar que el viento frío se abra paso entre las pocas ideas que pueblan mi testa… Y cómo no… ¡para que el cuero cabelludo se refresque!

Peluquero de mi pelo,
no me cortes, por favor,
que me pegan cocotones
en la escuela, si me pelo.
El que se pela, ¡se estrena!

Marisa  López Soria.
Peluquero.
En: Diversopoemas.
Ilustraciones de Isidro Ferrer.
2002. Madrid: Ajonjolí – Hiperión.

jueves, 24 de enero de 2013

Cuando nace una historia



Cuando los lazos se estrechan, son muchos, conocidos y amigos, que me preguntan sobre cómo parí este blog, un espacio que poco tiene que ver con mis estudios universitarios, algo con mi profesión y mucho con mis aficiones. Llevándoles unos cuantos años hacia atrás, les cuento la historia de aquel joven que, recién terminada la licenciatura en “Biología”, se vio obligado a apuntarse al paro, regresar al hogar paterno y concederse pocos caprichos, mientras quedaba sepultado por horas de estudio que tenían como objetivo llegar a ser profesor algún día… Entre tanto avatar estático y habiendo sido un niño lector, si no ávido, al menos aceptable, se me presentó la oportunidad de impartir algún seminario sobre lectura en los ya extintos Centros de Profesores (no sé cómo… no estaba afiliado a ningún partido político, no había lamido culo alguno y mi experiencia como animador a la lectura se resumía a unos cuantos talleres en la Red de Bibliotecas Municipales de Albacete…). Entre estos cursos hubo de todo...Risas, quejas, historias…, pero sobre todo libros, muchos libros… Iba de pueblo en pueblo cargado de una maleta con álbumes ilustrados desconocidos que pesaba como un muerto (el papel satinado y la tapa dura es lo que tienen…), actividades sencillas (nunca he creído en lo complejo) y el enfoque interdisciplinar (literatura y mundo son sinónimos) que tanto se necesita en escuelas y centros educativos. Leíamos en voz alta, jugábamos a las adivinanzas, presentábamos libros, opinábamos, escribíamos tontas poesías y pasábamos el rato. Cuando todo terminaba, unos marchaban a su casa ofuscados y decepcionados, y otros, entusiasmados y alegres, me pedían más y más. Para los últimos construí este lugar, un espacio que sirviera para compartir, más que experiencias, libros, los que leemos los monstruos, y al que di un nombre homenaje, ya que pocos maestros y profesores sabían que el libro de Sendak era considerado una joya de la Literatura Infantil.
De entre estas actividades y para destacar el valor pedagógico de cualquier libro (cosa que jamás debe ser el fin de la LIJ y en la que muchos docentes se centran…), utilizaba un pasaje del Eclesiastés, uno de los libros que forman el Antiguo Testamento de La Biblia, para explicar el ciclo del agua de una manera sencilla -Todos los ríos van hacia el mar, y el mar no se llena; al lugar donde los ríos fluyen, allí vuelven a fluir-, una científica evidencia en la que también parece haberse inspirado Beatrice Alemagna (algo más modernizada y con trasfondo ecologista) para La corta historia de una gota (editorial Tramuntana).

miércoles, 23 de enero de 2013

¿Por qué ilustradores orientales?



Durante los pasados días ha corrido como la pólvora en lijeros y lijeras la noticia de que, en la famosa Feria de Ilustración de Bologna (para los despistados geográficamente, apunto hacia Italia…), una cita para cientos de artistas en la que se da a conocer el trabajo de principiantes, profesionales, nuevas promesas y advenedizos para que editores de todos los confines negocien a sus anchas con la mercancía de este gran escaparate, se ha primado la procedencia oriental de los participantes de la selección oficial del 2013. Ello conlleva que entre los elegidos abunden japoneses, coreanos, los procedentes de los países árabes y algún que otro indio… ¿Y occidente? ¿Dónde queda occidente?
Hay dos formas de analizar este “suceso” (Ja, ja, ja… me encanta el misterio…). Por un lado no debemos olvidar que esta feria es una tarta muy suculenta en torno a la cual se manosean muchos billetes, por lo que sus italianos organizadores, que no son tontos y han vendido muchas Vespa®, han creído oportuno dar un giro y presentar al mundo editorial los trabajos poco conocidos de una parte del mundo que quiere emerger y que no está tan explotada como en los países de cultura occidental. En la otra mano tenemos a la crisis económica occidental que ha acarreado una crisis de ideas también occidental… Aunque la proliferación de muchos artistas y diseñadores ha sido abrumadora durante los últimos años, no ha aumentado la calidad de unos trabajos que se basan en una serie de pautas normalizadas que engendran cierto hastío en el mundo editorial; es por ello que el desconocido (no creo que mejor) mundo de la ilustración oriental, acapare la atención, no sólo editorial, sino de estudiosos de la LIJ o lectores de LIJ (el exotismo es lo que tiene).
Lleve razón o no en estas pequeñas consideraciones, cabe decir que en el equilibrio está la clave del éxito de cualquier empresa, llámese esta heladería o feria de ilustración, por lo que no hay que dejar que la balanza caiga injustamente hacia un lado.
Y para amenizar esta entrada, más que a leer, les invito a degustar un cortometraje animado que más tarde inspiraría un álbum ilustrado (pueden hacer las dos cosas) titulado La casa de los cubos de Kunio Kato y Kenya Hirata (Adriana Hidalgo, colección Pípala), y que fue bastante reseñado en su día, para que sean conscientes de la novedad argumental que supone, de la calidad narrativa y del surrealismo implícito, tres evidencias a favor de la ilustración oriental.

martes, 22 de enero de 2013

Breves: Exposición "Cápsulas del Tiempo, objetos encontrados en los libros"


Plumas, hojas, cartas, anotaciones o bocetos, son ejemplos de los muchos y variados objetos que muchos de nosotros utilizamos como marcapáginas para no perder el hilo de nuestra lectura. Con todos estos tesoros y muchos más, la Biblioteca de la Universidad Complutense ha organizado la exposición Cápsulas del tiempo, objetos encontrados en los libros, que se puede visitar en la Biblioteca María Zambrano (C/ Profesor Aranguren s/n, Madrid, España) hasta el 20 de febrero de este 2013 y cuya homónima virtual se puede visitar aquí
¡Disfruten de estas curiosidades lectoras!

lunes, 21 de enero de 2013

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XV): Charles Robinson












Charles Robinson nace en 1870 en el seno de una familia donde la ilustración era un medio de vida. Su abuelo imprimía el trabajo de los ilustradores en periódicos y panfletos, y su padre era ilustrador, al igual que sus dos hermanos William Heath Robinson y Thomas Heath Robinson. Así, los tres hermanos fueron criados en un ambiente que definió su profesión desde edad temprana.
Después de la escuela secundaria, Charles se enrola como aprendiz en una imprenta donde trabaja con las piedras litográficas. Mientras tanto, recibe lecciones de arte en horario nocturno, que fueron suficientes para obtener, en 1892, un puesto en prácticas en la Royal Academy of Arts, que no pudo disfrutar debido a las penurias económicas que sufría su familia en esa época por las revoluciones en el campo de la impresión y la reproducción en papel introducidas inicialmente por Vierge.
Charles Robinson crecía al tiempo que la técnica fotográfica y le fue posible disfrutar de la obras de Beardsley, Abbey y Crane, tal y como eran engendradas por estos artistas, que tanto le influenciaron.
No fue sino hasta la edad de 25 años, cuando Charles empieza a realizar ventas profesionales. Las más de 100 ilustraciones creadas para el Jardín de versos infantiles de Robert Louis Stevenson (editada por John Lane, The Bodley Head, en 1895), muestran las diferentes facetas de un artista talentoso que, no sólo juega con la pluma, sino que muestra la exuberancia y la alegría de la niñez. 
Al mismo tiempo, florecen bastantes revistas infantiles que necesitan ilustraciones. De entre estas, Golden Sunbeams, publicada a partir de 1896, ofrece muchos ejemplos del trabajo de Charles en sus primeros números.
En 1899, junto con sus hermanos Thomas y William, ilustra en una versión de los Cuentos de hadas de H. C. Andersen, donde se hace evidente su fascinación por ángeles, querubines y seres mágicos, que no abandonará jamás. El mismo año, aparece Lilliput Lyrics, un librito editado también por John Lane en el que trabaja con las técnicas litográficas aprendidas durante su juventud y que incluyen gran cantidad de ilustraciones –véanse más ejemplos de este hacer prolífico y elaborado en The Big Book of Fairy Tales,  The True Annals of Fairy Land: The Reign of King Herla (1900) y The Big Book of Nursery Rhymes (1903)-.
Además del trabajo con litografía, hay que destacar el gran acuarelista que vivía en Charles Robinson, una técnica pictórica que destaca en sus trabajos de madurez, Imágenes que ilustran el  llamado “libro regalo”, un libro preciosista cuyo esplendor tiene lugar en el recién llegado siglo XX con la reproducción fotomecánica, y cuyo éxito podemos contrastar en la una publicación mensual y especializada de la época, The Bookman, que emitía un informe anual de los mejores de estos libros cada navidad. 
 En lugar de dibujar cuadros que acompañaran textos infantiles, Robinson, cautivado por el "libro regalo", concibe el libro como un todo con identidad propia. Láminas a color, intrincados dibujos dorados en relieve, y hermosos diseños de cubierta acompañan a Lullaby Land (1897), Sintram and his companions (1900), Alice's Adventures in Wonderland (1907), los Fairy Tales de los Grimm (1910), The Secret Garden (1911) y muchos otros libros escritos por W. Copeland, W. Jerrold o él mismo, hasta que llega la Primera Guerra Mundial.
Después de la guerra, Charles continua trabajando como ilustrador, siendo de los pocos artistas de la época dorada de las ilustraciones que publicaban regularmente ediciones ilustradas, por ejemplo Once on a time de A. A. Milne (1922), aunque con una frecuencia mucho menor.
Destacar también que Robinson fue un pintor activo, sobre todo al final de su vida, realizando trabajos como A bit of Jade, una acuarela que se presentó y expuso en la Royal Institute of Painters in Water-Colours (de la que formó parte a partir de 1932).
Robinson vivió una vida modesta y sin pretensiones. Admirado y amado por su familia y amigos, murió inesperadamente en 1937 a la edad de 66 años.
Del trabajo de Charles Robinson cabe destacar, además de su virtuosismo en el arte litográfico, su capacidad para llenar de vida y luz las imágenes realizadas con acuarela. Unas ilustraciones que, aunque vidriosas, son asombrosas, ricas y sutiles, etéreas y brillantes, integrando así tonos y texturas que encarnan las historias que otros escribieron. 

viernes, 18 de enero de 2013

Entre pompas de jabón



No recuerdo la última vez que me bañé entre pompas de jabón… Fue hace mucho, mucho tiempo, tanto, que los detalles se perdieron en el desagüe… Cogía la espuma entre las manos y contemplaba cómo se deshacía, mientras agitaba al unísono ese merengue, blanco y aguado…

Las pompas de jabón que este niño
se entretiene en tirar de una pajita
son limpiamente toda una filosofía.

Claras, inútiles y pasajeras como la Naturaleza.
amigas de los ojos y de las cosas,
son lo que son
con una presión redondita y aérea,
y nadie, ni siquiera el niño que las hace,
pretende que sean más de lo que parecen ser.

Algunas apenas se ven en el aire lúcido
son como la brisa que pasa y apenas toca a las flores
y sólo sabemos que pasa
porque alguna cosa se aligera en nosotros
y comprendemos todo con mayor claridad.

Fernando Pessoa.
Las pompas de jabón.
En: Lo mejor del mundo son los niños.
Ilustraciones de Teresa Novoa.
2012. Madrid: Gadir.

jueves, 17 de enero de 2013

En la luna...



Aunque la mayor parte de mis alumnos viven en la luna, todavía no saben que nuestro satélite sólo nos muestra una cara noche tras noche… Todavía no se han enterado de que la fuerza de la gravedad es despreciable comparándola con la de la Tierra, e incluso tengo una alumna que desconocía que el ser humano había deambulado sobre el polvo que la cubre (verídico, créanme…). Lo mejor de todo es que, pese a los esfuerzos de sus profesores en la Educación Primaria y de los actuales en la Educación Secundaria, son incapaces de reconocer que es la luz del sol la que la ilumina en mayor o menor medida originando así sus distintas fases… Por lo que, a pique de sufrir un colapso nervioso ante tanta dejadez (a cada cosa por su nombre), me rendí en la butaca y esperé, con cara de hastiado, al hombre que vive en la luna para compartir una botella de whisky que me permitiera olvidar las realidades educativas…
Mientras la vaciábamos, no pude controlar mis temores… “¿Será capaz el mundo de sobrevivir a esta raza de ignorantes?...” “¿Alguien es consciente de que jamás saldremos de la crisis?...” “Mucho darwinismo pero, ¿y la involución de las especies?...” Este hombre, rebosante de una luz clara y tranquilizadora, me sonreía al tiempo que rellenaba mi copa. Brindábamos una y otra vez, por todos los cuerpos celestiales, por Newton y Copérnico, por Galileo y el telescopio, por los licántropos y por todos esos hombres de ciencia que jamás utilizaron el Whatsapp®… Y cuando la noche se cerró sobre nosotros y la última gota espiritosa cruzó mi garganchón, aquel hombre bañado en plata, se elevó en lo alto, yo cerré el libro que sostenía en mi regazo y me eché a dormir, esperando que, tras este baile etílico a la luz de la luna, se abriese un nuevo día en el que la inteligencia  se derramase por el mundo.

Ungerer, Tomi. 2012. Hombre Luna. Ilustraciones del autor. Barcelona: Libros del Zorro Rojo.

miércoles, 16 de enero de 2013

Imaginación, diseño y esperanza





El diseño, como cualquier otra parcela creativa, es bastante subjetiva… No teniendo bastante con pintores, escultores y literatos, entran en juego los profesionales de la imagen, bien sea esta bi o tridimensional, una actividad que ha proliferado estos últimos años gracias al amparo de escuelas de arte, editoriales, internet y un boyante mercado del mueble y otros enseres caseros como la Wii® o las cocinas italianas. Una realidad que hoy día se desvanece, no sólo con las rebajas de Ikea (hasta ahora desconocidas), sino con la generalizada inapetencia por lo vanguardista y rompedor que se respira dentro de nuestras fronteras. La vuelta de lo sórdido y añejo acapara nuestras calles y comercios… ¡Pasen y vean! Como si de una reacción ante el futuro se tratase, nos hemos encerrado en lo tradicional y no dejamos que fluyan las nuevas ideas, algo nunca visto hasta ahora en una crisis económica… Así pasa, que cada año me las veo más negras para hacer una selección anual de lo más florido en LIJ (se lo digo con gesto serio)…
Refugiarse en el pasado para rememorar la bonanza imaginaria que vivíamos, es propio de cobardes y acomplejados, más que de realistas y bravíos. Derrochar nuestra creatividad no  conlleva malgastar nuestros ahorros, ni castigarnos como penitentes y pecadores. Hay más valentía en admitir un error y tratar de enmendarlo dando un paso al frente, que sumirse en las tinieblas de un caparazón y esperar que amaine el temporal. ¡Despierten y creen! Llevo más de un año intentando que levanten ese culo del sillón, que pongan en funcionamiento su testa, que busquen alternativas y tracen líneas, paralelas, oblicuas, llenas de color, con sentido, e imaginar así para el mundo, libros como Henri viaja a París (editorial Gustavo Gili), uno de los títulos que más me gustó el pasado año (aunque se editara en 2011) y que he tenido que esperar a este para reseñar. Sin duda, sus autores, Saul Bass y Leonore Klein, nos escupen una lección de esfuerzo y superación gráfica que ha parido un álbum ilustrado bien hecho y cautivador. Así que, tomen ejemplo, desperécense y engendren sus propios tesoros.

lunes, 14 de enero de 2013

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XIV): Daniel U. Vierge







Los expertos en ilustración y artes gráficas se refieren a menudo a Daniel Vierge  como "el padre de la ilustración moderna", pero, ¿qué querrá decir eso?
El español Daniel Vierge Urrabieta, hijo del también ilustrador Vicente Urrabieta y Juana Vierge, nació en Getafe -aunque fue bautizado en Madrid- en 1851 (dos años antes que Howard Pyle). Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Madrid con Federico de Madrazo y Carlos de Haes como maestros y, cuando contaba 16 años comenzó a trabajar en el periódico local Madrid La Nuit. En 1869 se traslada a París para convertirse en pintor, su más profundo deseo, lo que se vio frustrado por la guerra franco-prusiana, un hecho que hace a muchos regresar a España pero obliga a Vierge a permanecer en Francia y llenar varios cuadernos de notas con apuntes de todos los aspectos del conflicto, lo que le serviría para crear imágenes que aparecerían, a partir del 17 de septiembre de 1870, en Le Monde Illustre, véase la Escena de la Guerra Franco-Alemana, y otras revistas (La Vie Moderne), al tiempo que ilustra una Historia de Francia de Michelet, otra de Chateaubriand, y una serie de títulos de Víctor Hugo -Los años terribles, El hombre que se rió, o la tan de actualidad, Los miserables, a partir de 1875- junto con otros artistas, cuyas imágenes destacaban por su virtuosismo y técnica depurada. Todo ello se convierte en la antesala de la lección magistral que Vierge imparte al mundo de las técnicas de impresión y reproducción de imágenes, en la que se combinan dos circunstancias:
-          Hasta la década de 1870, revistas y libros reproducen dibujos lineales que son grabados previamente en planchas madera, que por muy densa que sea, es un material que pierde su precisión por los múltiples impactos que recibe en la prensa, y lo que, inicialmente era una línea delgada, termina por desaparecer y  da a la última impresión un aspecto burdo, obligando al artista a retocar con lápiz o pincel las imágenes definitivas.
-          Vierge está harto de las interpretaciones que de sus dibujos hacen grabadores e impresores bajo su supervisión.
Por todo ello, Vierge se pregunta “¿Por qué no podría utilizar la misma técnica fotográfica para reproducir el dibujo original sobre la plancha de impresión de metal en lugar de en el bloque de madera del grabador?”
Con la ayuda del talentoso fotograbador francés Gillot, consigue su propósito y, con los surcos grabados sobre el metal casi impermeable que sostiene la tinta, no hay restricciones sobre el peso de línea, y Vierge puede crear patrones y texturas antes imposibles. Nada se interpone entre él y la imagen final, excepto sus propias capacidades.
Siendo un hombre bastante solitario, con una vida social adscrita al ámbito laboral, no se dio a conocer al público mayoritario hasta 1882 con la primera edición de La vida del Buscón llamado Don Pablos, de Francisco de Quevedo, una edición que contó con sólo 90 imágenes de las 110 que incluyó la edición de 1892, debido al derrame cerebral que sufrió seis meses antes de concluirla. Su lado derecho quedó paralizado, perdió el habla y parte de su memoria. Tenía 30 años, estaba casado y era padre de dos hijos
Tras dos años, el movimiento vuelve a todo su cuerpo, con la excepción de su mano derecha, por lo que decide aprender a dibujar y pintar con la izquierda, lo que le permite completar las restantes 20 ilustraciones para El Buscón, crear sesenta dibujos para una edición de La Taberna de las Tres Virtudes e ilustrar un libro de viajes quijotescos de Auguste F. Jaccaci (Au pays de Don Quichotte. Souvenirs, rapportés par… Auguste F. Jaccaci, 1901), gracias al que volvería a España, inspirándose así junto al pintos Carlos Vázquez Úbeda, para su mayor logro, las 257 ilustraciones de su Quijote.
Fue nombrado caballero de la Legión de Honor en Francia en 1889, y con la imagen El viático de Madrid realizada para El buscón, ganó la medalla de oro en la Exposición de París de ese mismo año. Vierge murió en Bologne sur Seine, el 12 de mayo de 1904 cuando contaba 53 años, viudo y tras haber perdido a su segundo hijo.
Cuando en 1906, Scribner’s Sons y con una tirada de 1.150 ejemplares, publicó La Historia del valeroso e ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, nació una obra maestra del príncipe de la ilustración moderna.

viernes, 11 de enero de 2013

Excusas escolares



Seguro que más de un alumno, ha decidido inventarse alguna excusa que otra para no acudir a la escuela tras las dilatadas vacaciones… Ley de vida intentar escabullirse de las clases, los deberes y otras torturas escolares...

Iba de camino a la escuela
con los zapatos brillantes,
el uniforme almidonado
y los calcetines radiantes.

Y de repente vi gente
rodeando a un elefantes,
que había parado el tráfico,
asustado y vacilante.

Pitaban los coches,
un policía tocaba el silbato.
La gente gritaba: “¡Eh!
¡Pasa! ¡Tira! ¡ALTO!”

Pero supe bien qué hacer
para calmar sus temores.
Trepé por la trompa y puse
calcetines en sus orejones.

Anushka Ravishankar
En: Excusas, excusas.
Ilustraciones de Gabrielle Manglou.
2012. Madrid: Takatuka.

miércoles, 9 de enero de 2013

¿Diseñando o escribiendo?



De regreso a las responsabilidades laborales y continuando con mi tarea de recién estrenado “bibliotecario”, he creído apropiado hablar hoy de uno de los libros con más éxito entre los estudiantes de mi centro, Campos de fresas (SM), de Jordi Sierra i Fabra… ¡A destripar se ha dicho!
Sorprendido por la acogida de este libro entre los lectores adolescentes, me topé con él durante la puesta a punto de la biblioteca escolar, y lo llevé conmigo a casa para leerlo (o al menos intentarlo… con un libro nunca se sabe: hay que arriesgarse).
Sacando ratos de la apretada agenda navideña, fui consumiéndolo hasta el final y, sinceramente, me ha parecido un bodrio de siete pares de narices. Siento ser tan agreste en mis aseveraciones, pero me sentí, no sólo decepcionado, sino un poco estafado… Era la primera novela que leía de este autor (lo que no quiere decir que deseche todas sus creaciones… seguiré leyendo…, el de Kafka y la muñeca viajera me llama la atención) y más que literatura, me pareció paraliteratura: un argumento muy recurrente (ya sabemos que drogas, sexo y música tecno, son los pilares de la cultura juvenil de hoy día, pero un poquito de imaginación no nos vendría mal a la hora de hacerles leer), un desarrollo la mar de lacrimógeno (esos monólogos entre la vida y la muerte tan ñoños y con excesiva moralina, esa tensión dulzona de telefilme vespertino, me hacían sufrir hasta cotas insospechadas) y el cantadísimo final (tengo que confesar que ciertas vueltas de tuerca, ciertas estrategias literarias, me animaban a continuar, pero rápidamente volvía a un estado anímico soporífero), me han llevado a pensar que es una novela, más que narrada, diseñada. Me parece otro producto más dirigido a lectores muy poco formados que, aunque entretiene y tira de competencia lingüística, pone en evidencia las mañas de un prolífico autor, más de nueve millones de libros vendidos y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, si mal no recuerdo. Por hacer un símil sencillo, diría que Campos de fresas es a la literatura juvenil española, lo que Rihanna a la música pop actual, a lo que yo pregunto: si lo uno se lee y lo otro se baila, ¿tendrán alguna cultura los hombres del mañana? Si no es así, al menos sabrán de los efectos de las drogas de diseño, que bien vale una vida…

lunes, 7 de enero de 2013

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XIII): Kay Nielsen










Continuamos en este 2013 con el espacio dedicado a las grandes figuras de la ilustración de Literatura Infantil y Juvenil, ese “arte menor” que hoy día es imprescindible en cualquier libro para niños.
Prestamos este lunes atención a un gran artista, Kay Nielsen. Danés de nacimiento (Copenhague, 12 de marzo de 1886), Nielsen, hijo de Martinus Nielsen, actor y director del Teatro Real, destacó en la pintura desde muy joven, sintiéndose influenciado en sus inicios por el trabajo de John Bauer –lo que se deja entrever en sus escenarios boscosos-, el “art noveau” y la Escuela de Birmingham, sobre todo por las pinturas de Jessie M. King.
Kay Nielsen se desplaza a París para estudiar arte -Académie Julian y Acedémie Colarossi- entre 1904 y 1911, periodo tras el cual se muda a Inglaterra, donde reside desde 1911 hasta 1916, constituyéndose como un ilustrador maduro. Las ilustraciones de este periodo descansan sobre tres pilares básicos: el arte japonés tradicional, el estilo moderno de  Beardsley y los trabajos de Burne-Jones. Una tríada de influencias que se puede contemplar en su primer trabajo, 24 acuarelas y 15 grabados para In Powder and Crinoline (1913), editado por Hodder & Stoughton y titulado en América, Twelve dancing princesses. A ésta obra y durante el mismo año, le siguen otras cuatro ilustraciones que se publicarán en la edición navideña de The Illustrated London News acompañando a otros tantos cuentos de Perrault.
El tercero de sus trabajos fue la serie de imágenes que realizó para la obra de Gudrun Thorne-Thomsen, East of the Sun and West of the Moon: Old Tales from the North (1914), una serie de veinticinco acuarelas y veintiún grabados que captan la esencia de los cuentos nórdicos y la que muchos especialistas consideran su obra maestra, no sólo por el preciosismo de éstas, sino por la técnica empleada (cuatro colores), diferente a la hasta entonces empleada (tres colores). Este hecho unido a las nuevas destrezas adquiridas al contactar con la Sociedad de Pintores a Témpera, aportan mayor solidez a su dedicación. También es en esta época, cuando Nielsen elabora cuatro ilustraciones destinadas a ilustrar escenas de Joan de Arc, que no serán publicadas hasta la década de 1920.
Como a muchos de sus contemporáneos, es la Segunda Guerra Mundial la que paraliza su dedicación como ilustrador, dedicándose a pintar escenarios para obras del Teatro Real danés -Aladino o La tempestad- junto a Johannes Pulsen, e intentando abrirse camino en los complicados mercados inglés y francés.
1924 no sólo constituye su reincorporación al campo de la ilustración, sino el año en el que continúa trabajando en la ilustración de una serie de cuentos de H. C. Andersen, una obligación para cualquier artista danés, que comenzó en 1912. A esta selección le sigue otra de los hermanos Wilhem y Jakob Grimm (1925). Entre ambas sumarán 24 ilustraciones a color y alrededor de 60 estampas.
Red Magic aparece en 1930, siendo el último título que Nielsen ilustrará íntegramente con 58 imágenes.
En 1939, Kay Nielsen abandona el viejo continente y desembarca en California junto con su mujer, Ulla, de la mano de Max Reindhart para trabajar en Hollywood, donde entrará a formar parte de “The Walt Disney Company” a través de la recomendación de Joe Grant. En la archiconocida compañía de animación, intervendrá en dos secuencias de Fantasía –Ave María y Night on Bald Mountain-, a partir de las cuales se hizo imprescindible para estos estudios a los que posteriormente propuso algunos proyectos que no cuajaron en un principio, léase La sirenita.
Nielsen abandona Disney© en 1941 y dedica sus últimos años a pintar murales para escuelas e iglesias de Los Ángeles (Central Junior High School o First Congregational Church), ciudad donde, sumido en la pobreza, morirá a causa de una enfermedad respiratoria crónica, el 21 de junio de 1957, a la edad de 71 años.
Si tuviéramos que definir el estilo de este artista con tres palabras, un servidor escogería: evocadoras, mágicas y sutiles. ¿Cuáles utilizarían ustedes?

viernes, 4 de enero de 2013

De reyes magos y canguros



Aunque las tempranas rebajas nos hayan obligado a echarnos a la calle para ahorrarnos unas pesetas (¡Ojalá nunca hubiésemos abandonado una divisa de la que se calcula hay todavía mil millones pululando por ahí! ¡Quién los pillara!) y no exprimir a los Reyes Magos, las caras que veo, no sólo están jodidas de frío, sino que irradian menos alegría que la Virgen de las Angustias… Normal… Con la que cae…
Dicen que el paro ha descendido, otra milonga más de los turbios tiempos que vivimos (¿y la industria?, ¿dónde está la que nos prometieron?), a la que hay que añadir la reforma de la ley de régimen local (¿sólo hay que bajar los sueldos de cuatro alcaldes?, ¿y los demás?, ¿acaso no están aquí para servir al ciudadano? ¡Que cojan el toro por los cuernos!), las medidas de austeridad con las que amenaza Alemania -coartada para exprimirnos más a los países mediterráneos-, ¡Y porque no hablo de la que se va a liar en EE.UU!... Que si muchas autonomías no han cumplido con el control del déficit (era de esperar, dada la poca imaginación de los recortes…), la privatización de hospitales, servicios educativos, asistencia básica (¿va a quedar algo público en este país…?)… Sinceramente, ya no sé a qué país emigrar…
Y pregunto: ¿alguien se dignará a devolvernos la paga extra a los funcionarios? A lo que respondo: me alegro de que las ventas navideñas no hayan sido lo suficientemente boyantes… Y entre tanto volandero pensamiento, sólo me queda escribir la carta a los magos de oriente…

“Queridos Reyes Magos:
Este año necesito algo que me distraiga de tanta monotonía, tanta queja, tanto pesimismo y tanto desastre personal y colectivo. Quiero algo con lo que pueda botar de alegría, saltar de un lado a otro y disfrutar de la poca vitalidad de estos días. A veces es necesario soltar una carcajada al aire y luchar con optimismo, con la felicidad de los niños cuando empiezan a caminar. Sentirme ágil, ligero y volar… ¿Por qué no un canguro? ¿Uno gigante capaz de todo? ¿De dar un brinco y cambiar el mundo? ¡Quiero un canguro por navidad!”

Flora, James. 2012. Un canguro por navidad. Ilustraciones del autor. Madrid: Lata de Sal.

jueves, 3 de enero de 2013

Jueves Ilustrados: Delibes Ilustrado





Esperando que se hayan recuperado de los estragos del fin de año -yo todavía ando algo aquejado de la espalda y he de admitir que, menos cargar sacos de pienso, hice de todo…- y que no gasten innecesariamente sus ahorros en las malogradas rebajas -basura y más basura…-, les recomiendo visitar Patria común, Delibes ilustrado, una exposición vallisoletana (que conste que no trabajo en la planta de la que tanto alardea Nestlé en su spot publicitario) que la Fundación Miguel Delibes junto a la Junta de Castilla y León, el Museo ABC de Dibujo e Ilustración, y el Instituto Cervantes,  ha desarrollado durante los tres últimos meses y que termina el 27 de este enero, para exhibirse posteriormente en el Museo ABC de Dibujo e Ilustración de Madrid, desde el 5 de febrero hasta el 21 de marzo, y que constituye una de las actividades más interesantes del arte ilustrado de la actualidad española. Esta muestra de dibujos, acuarelas, grabados y otras manifestaciones artísticas basadas en los libros de Miguel Delibes, unos relatos en los que abundan  personajes infantiles que hacen del conjunto de su obra un ejemplo de una LIJ que, aunque menos ortodoxa, es igualmente eficaz.
Así, me despido hasta mañana, esperando que acudan a la sala cero del Museo Patio Herreriano y se sumerjan en los paisajes castellanos, pongan cara a los protagonistas de El camino, Las ratas o El príncipe destronado y disfruten de la mano de Ajubel, Pablo Auladell, Violeta Lópiz, Raquel Marín o Claudia Ranucci, de la infancia, eso que según Delibes es la patria común de todos los mortales.

Imágenes: (1) Pablo Auladell, (2) Elena Odriozola, y (3) Mónica Gutiérrez Serna.