El diseño, como cualquier otra parcela creativa, es bastante
subjetiva… No teniendo bastante con pintores, escultores y literatos, entran en
juego los profesionales de la imagen, bien sea esta bi o tridimensional, una
actividad que ha proliferado estos últimos años gracias al amparo de escuelas
de arte, editoriales, internet y un boyante mercado del mueble y otros enseres
caseros como la Wii® o las cocinas italianas. Una realidad que hoy día se
desvanece, no sólo con las rebajas de Ikea (hasta ahora desconocidas), sino con
la generalizada inapetencia por lo vanguardista y rompedor que se respira
dentro de nuestras fronteras. La vuelta de lo sórdido y añejo acapara nuestras
calles y comercios… ¡Pasen y vean! Como si de una reacción ante el futuro se
tratase, nos hemos encerrado en lo tradicional y no dejamos que fluyan las
nuevas ideas, algo nunca visto hasta ahora en una crisis económica… Así pasa,
que cada año me las veo más negras para hacer una selección anual de lo más
florido en LIJ (se lo digo con gesto serio)…
Refugiarse en el pasado para rememorar la bonanza imaginaria
que vivíamos, es propio de cobardes y acomplejados, más que de realistas y
bravíos. Derrochar nuestra creatividad no
conlleva malgastar nuestros ahorros, ni castigarnos como penitentes y
pecadores. Hay más valentía en admitir un error y tratar de enmendarlo dando un
paso al frente, que sumirse en las tinieblas de un caparazón y esperar que
amaine el temporal. ¡Despierten y creen! Llevo más de un año intentando que levanten
ese culo del sillón, que pongan en funcionamiento su testa, que busquen
alternativas y tracen líneas, paralelas, oblicuas, llenas de color, con
sentido, e imaginar así para el mundo, libros como Henri viaja a París (editorial Gustavo Gili), uno de los títulos
que más me gustó el pasado año (aunque se editara en 2011) y que he tenido que
esperar a este para reseñar. Sin duda, sus autores, Saul Bass y Leonore Klein,
nos escupen una lección de esfuerzo y superación gráfica que ha parido un álbum
ilustrado bien hecho y cautivador. Así que, tomen ejemplo, desperécense y engendren
sus propios tesoros.
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