Para David, que vive en pura gangrena.
Con certeza a más de uno/a (sobre todo a todos aquellos que viven en grandes urbes) le hubiese encantado enganchar del cuello a algún liberado sindical y apretar su gaznate hasta verlo morir de asfixia… Pero como se supone que somos personas civilizadas (repito: se supone) y vivimos en una social-democracia en la que la solidaridad es la piedra angular para que cualquiera, con la mínima excusa, nos dé por el culo, no hay que alarmarse ni desenterrar el tomahawk, que todos somos ¿hermanos?
Altercados varios y piquetes aparte, todavía sigo buscando alguna mente lúcida que me explique contra quien va dirigida esta huelga un tanto tardía y a la desesperada… Tras mucho pensar (fíjense en lo que dan de sí los cuarenta y cinco minutos de viaje hasta el puesto de trabajo) he llegado a la conclusión de que este levantamiento sindical (calificarlo de obrero ya sería decir demasiado) se ha urdido en contra de los que trabajamos o al menos lo intentamos. Lo siento en el caso de que ofenda su sensibilidad, pero manda pelotas que el derecho de unos atente con la libertad de otros, sobre todo si ambas están amparadas por la carta magna, por lo que lo más necesario en todo este tinglao es un buen abogado laboralista, no sólo para luchar por un salario justo y digno, no sólo para enfrentarse al despotismo empresarial, no sólo para compaginar la vida laboral con nuestras otras vidas, sino para arrollar a los farsantes que se hacen llamar libertadores, para hacer evidente que, si uno no se preocupa por la calidad de su propio trabajo, nadie, se haga llamar Estado, se haga llamar sindicato, se haga llamar esbirro, lo hará.
Y tras desplumar esta gallina tan suculenta que hoy nos ha traído la actualidad, sólo me queda decirles que el aquí firmante, de lo único que tiene buena gana es de jubilarse, dar por finalizada la vida laboral y escuchar otras Historias un poco raras de una sola imagen que no dan para tanta cábala, como esas que Pilar Roca ha recopilado y publicado en la editorial Mil y un cuentos-M1C.
Altercados varios y piquetes aparte, todavía sigo buscando alguna mente lúcida que me explique contra quien va dirigida esta huelga un tanto tardía y a la desesperada… Tras mucho pensar (fíjense en lo que dan de sí los cuarenta y cinco minutos de viaje hasta el puesto de trabajo) he llegado a la conclusión de que este levantamiento sindical (calificarlo de obrero ya sería decir demasiado) se ha urdido en contra de los que trabajamos o al menos lo intentamos. Lo siento en el caso de que ofenda su sensibilidad, pero manda pelotas que el derecho de unos atente con la libertad de otros, sobre todo si ambas están amparadas por la carta magna, por lo que lo más necesario en todo este tinglao es un buen abogado laboralista, no sólo para luchar por un salario justo y digno, no sólo para enfrentarse al despotismo empresarial, no sólo para compaginar la vida laboral con nuestras otras vidas, sino para arrollar a los farsantes que se hacen llamar libertadores, para hacer evidente que, si uno no se preocupa por la calidad de su propio trabajo, nadie, se haga llamar Estado, se haga llamar sindicato, se haga llamar esbirro, lo hará.
Y tras desplumar esta gallina tan suculenta que hoy nos ha traído la actualidad, sólo me queda decirles que el aquí firmante, de lo único que tiene buena gana es de jubilarse, dar por finalizada la vida laboral y escuchar otras Historias un poco raras de una sola imagen que no dan para tanta cábala, como esas que Pilar Roca ha recopilado y publicado en la editorial Mil y un cuentos-M1C.