Por si acaso no se han fijado, existen montones de rituales que los seres humanos desarrollamos antes de meternos en la cama, una cuestión que empezó a llamarme la atención cuando empecé a compartir piso y viajar con diferentes personas hace muchos años.
Unos gustan de rezar a los pies de la cama, otros leen un libro (y se quedan durmiendo en la primera página), la de más allá prefiere untarse diligentemente la cara con todo tipo de cremas anti-edad, hay gente que necesita quemar un poco de incienso y meditar sobre la paz mundial, y los que se dan un buen masaje de pies después de pasar el día sobre unos tacones de quince centímetros.
Recuerdo que, siendo un niño, lo más importante era cenar temprano, terminar de hacer las tareas pendientes, preparar la mochila para la mañana siguiente (que siempre se nos olvidan cosas importantes) y meterse pronto en la cama (que en mi casa solo había una tele sobre la que mandaba mi padre).
Ahora ya, estoy tan contaminado como el resto de los mortales occidentales y soy capaz de pasarme las horas con la pantalla de la televisión, el ordenador o el móvil, correr media maratón a las 10 de la noche o zamparme media despensa momentos antes de irme al sobre. Unas costumbres mucho peores.
Y si sus hábitos son parecidos a los míos, llega el momento de sumergirnos en unos cuantos libros en los que inspirar nuestras costumbres nocturnas. Les recuerdo que al ser un tema muy recurrente en la Literatura Infantil, ya lo he tratado en todos los libros incluidos en la etiqueta Álbumes y buenas noches, así como en otras pequeñas selecciones como esta o esta otra. ¡No se las pierdan e inspírense!
Empezamos con Todos a dormir, un álbum con texto de la gran Astrid Lindgren e ilustraciones de Marit Törnqvist que nos regala este otoño Niño Editor. En él se nos presenta una visión poética de los momentos previos al sueño.
El cielo cambia de color y los tonos cálidos del crepúsculo se abaten sobre la granja. El niño ya está en la cama pero su gato decide hacer la última ronda antes de que el sol se oculte en el horizonte. Los terneros, los potros, los cerdos y los corderos, todos se disponen a descansar. También los animales del bosque, los pájaros sobre la copa de los árboles. El silencio y la oscuridad lo embriagan todo en un viaje misterioso hacia la tierra de Morfeo.
Con imágenes de colores vibrantes y juegos luminosos, esta invitación al sosiego y a la calma se llena de detalles en los que sumergirse momentos antes de cerrar los ojos. Un recorrido por ese mundo rural que tanto defendería Astrid Lindgren en sus obras.
Seguimos con Buenas noches, Cangrejo, un álbum de Marianna
Coppo y editado por Juventud con el que les auguro muy buenos ratos. Pez y
Cangrejo son amigos y viven en una pecera. Llega la noche y, como el resto de
habitantes, se van a la cama. Pero cuando se disponen a dormir, un miedo se
adueña de Pez. Cangrejo le pide que vomite todo lo que no le deja pegar ojo y
así podrá dormir tranquilo.
En clave de humor y muy bien pensado, este libro no solo se
adentra en el universo del insomnio más inerte y tortuoso, sino en esas
personalidades un tanto obsesivas con las que algunas personas sacan de quicio
su propia existencia y las de los demás. Miedos infundados, pensamientos
recurrentes e ideas inverosímiles se dan la mano en una conversación nocturna que
nos arranca más de una carcajada.
Con mucha imaginación, una caracterización de los personajes
deliciosa (recuerdan a las eternas parejas de la alta comedia), unas guardas
estupendas y algún recurso narrativo del mundo del cómic, corran a hacerse con
él porque sé que se convertirá en el libro favorito de muchas familias.
Apuntamos otro álbum que, si bien ha pasado bastante desapercibido en nuestro país, es tan elegante y preciosista que merece un espacio en esta pequeña selección. Gaspar en la noche, un libro escrito e ilustrado por Seng Soun Ratanavanh y editado por Pijama Books nos acerca a las peripecias de un niño que siente cierta animadversión a la oscuridad nocturna.
A Gaspar le asusta, le molesta la noche, ese espacio solitario y desconocido que a veces nos hace sentir incómodos e indefensos. Después de leer un libro, Gaspar se va a la cama azorado e intranquilo, cuando de repente, descubre a una pequeña ratoncita debajo de la cama. Ni corta ni perezosa, decide hacerle un tour guiado por las diferentes estancias de la casa, presentándole a otros habitantes como el topo, el conejo, el pingüino o el panda que también compartirán experiencias, perspectivas y miedos con él.
En consonancia con otros libros suyos como Espera, Miyuki o Mi isla, la autora francesa nacida en Laos nos invita a borrar los límites entre el interior y el exterior, lo artificial y lo natural, para bucear en un universo lleno de metáforas visuales donde plantas, animales y diferentes ecosistemas invaden habitaciones aparentemente inertes y nos ayudan a explorar el mundo que nos pertenece desde una amalgama enriquecida de saberes y estares. Contrastes entre color y oscuridad, juegos de luces y sombras (¿Han visto quiénes se esconden en ellas?), sugerentes geometrías y composiciones muy estudiadas, convierten cada doble página en estampas evocadoras aptas para todas las miradas. Gaspar en la noche, no solo es un álbum para invitar al sueño o enfrentarse al miedo nocturno, sino que es un alegato a la imaginación y su poder, al mismo tiempo que constituye una invitación al redescubrimiento de los lugares cotidianos como las estancias de nuestros hogares, su mobiliario o los objetos que atesoramos. Pero sobre todo, es un canto a la amistad desde un punto de vista onírico y delicado, un valor humano sin el que a veces no podemos hacer frente a la adversidad.
La cuarta sugerencia sobre libros con los que irse a dormir es El sueño perdido, el nuevo álbum de Anete Melece, autora de El kiosco, que ha publicado en nuestro país Libros del Zorro Rojo para disfrute de todos aquellos que gusten de un poco de humor y fantasía.
A llegado la hora de dormir y Estela y su padre se dirigen a la cama mientras mamá se queda trabajando. Estela y su padre acaban de leer nueve cuentos y nadie sabe porqué no se queda dormida. Todo es un poco raro. Quizá sea falta de sueño. Su padre llama a la empresa que lo suministra y les pide un poco. El encargado dice que no es posible porque hace rato que ya enviaron una buena dosis. ¿Qué habrá pasado entonces con el sueño de Estela? ¿Quién lo habrá recibido? No pasa nada. Gracias a la ayuda de Hippo y Flamenco, conseguirán dar con su sueño perdido.
La autora letona vuelve a hacer gala de sus ocurrencias y nos presenta una historia llena de intriga donde el surrealismo está servido gracias a un elenco de secundarios más que divertidos. Juguetes que hablan y otros que se quedan dormidos participan en una acción llena de puntos simpáticos que nos invitan a imaginar nuestra propia historia.
En este recorrido muy casero (de la cama a la nevera y de la nevera al fregadero), prestamos atención a los detalles que se nos presentan en un libro que mezcla elementos del álbum y el cómic y que, irremediablemente recuerda a otras historias como el ¿Entonces? de Kitty Crowther. No se pierdan el final porque es la guinda de esta tarta familiar.
Hora de soñar, un álbum de Concha Pasamar y la editorial madrileña Bookolia, es otra de esas creaciones en las que nos sumergimos en el ritual fantástico que se desarrolla en cada familia antes de irnos a dormir.
Tomando como excusa la fiesta de la lectura que muchos progenitores establecen con sus vástagos en esos instantes previos, la autora navarra nos invita a participar de una fábula en la que madre e hijo se preparan para sumergirse en el mundo de los sueños.
[...]
Pero hay ciertas normas,
hay cierto patrón:
un vaso de leche
o una canción,
ahuecar la cama,
arrullos de amor...
Dime de estas cosas,
¿cuál es la mejor?
[...]
A golpe de rima y verso, el libro en cuestión tiene tres lecturas. La verbal, la iconográfica y esa lectura emergente entre ambos lenguajes. Por eso hay que abrir bien los ojos y no perder detalles que nos conduzcan a ellas.
El papel de las paredes (¿Ven quienes protagonizan la escena que se repite una y otra vez en el papel pintado de la habitación? ¿Tienen algo que ver con el libro que lee el niño? ¿Y con las sombras chinescas que se proyectan sobre la pared?), una merienda que recuerda a otras meriendas de libro (yo he visto a la Alicia de Carroll, ¿Y ustedes?), personajes que se esconden detrás de las puertas, y el bosque, ese bosque donde se pierden cuentos e imaginación, son el mejor acicate para un libro lleno de sueños.
Nos acercamos a otro libro para dar las buenas noches ambientado en el atardecer, un momento muy propicio para marcharse a casa, comer algo y meterse en la cama. Pero antes, Cuando el sol se marcha, es necesario acudir a ver como se esconde detrás de las montañas, un ritual que Alicia Acosta y Mar Ferrero nos traen en este álbum en formato boardbook editado por NubeOcho.
El sol empieza a caer y todos los críos están deseando disfrutar del espectáculo. Por ello urgen a sus padres para no llegar tarde al evento. El elefante, la jirafa, el tigre, el loro o el rinoceronte meten prisa a sus padres, madres y abuelos con tal de ver los reflejos de los últimos rayos sobre el cielo, para después disfrutar de las sábanas felices y contentos.
Animales, medios de transporte y diversidad familiar son algunos de los puntos a favor de una historia cotidiana que está enmarcada en un universo selvático lleno de colores cálidos, paisajes evocadores y mucho amor familiar.
Seguimos con ¡Un beso de buenas noches!, un álbum para primeros lectores de Amy Hest y Anita Jeram editado por Kókinos. En él y como en otros muchos libros de esta categoría, nos encontramos con Sam, un osito, y su madre. Afuera cae la noche. Está oscuro y lluvioso y llega la hora de dormir.
Sam se mete en la cama y su madre le pregunta que si está listo. Sam responde que no, quiere leer su libro favorito. Mamá osa lo arropa y le pregunta después de la lectura si está listo ya. Sam dice que no y su madre le prepara un vaso de leche. Pero Sam tampoco está preparado después de bebérsela. ¿Cuándo estará todo en orden para que Sam cierre los ojos?
Con una historia sobre las pequeñas rutinas cotidianas, las autoras crean una pequeña fábula costumbrista protagonizada por osos (ya saben que tengo una
selección de libros protagonizados por estos animales) que, bebiendo de la estructura de sketch, cierta melancolía (la ambientación en la noche lluviosa me encanta) y recursos muy efectivos, como las onomatopeyas o las fórmulas repetitivas, logran captar la atención de prelectores y lectores en torno a la lectura en voz alta.
Le llega el turno a Diez en la cama, un libro de Katrina Charman y Guilherme Karsten publicado por la editorial Combel. El león, la vaca, el perro, el gato, el oso, la oveja, el pato, el perezoso, la serpiente y la gallina. Diez animales se disponen a dormir en la misma cama. Arropados y con la luz apagada, se disponen a dormir, pero, de repente, gira que te gira, el león se cae de la cama. A este le sigue la vaca y, sucesivamente ¿caerán todos?
Este álbum aritmético (el lector cuenta del 10 al 1), además de jugar con las onomatopeyas y la zoología (un clásico básico en los libros para niños), desarrolla lo interactivo gracias a unas páginas que van disminuyendo en tamaño para crear movimiento y nuevos escenarios donde el espacio y el tiempo se alternan en la secuenciación del libro sumativo.
Un libro casi circular, sin desperdicio y con un final tierno y sorprendente que seguro les hace pasar muy buenos momentos. Sobre todo si son de esos lectores que, con tanto moverse entre las sábanas, acaban en el suelo.