Que soñar es una delicia ya lo sabemos, sobre todo cuando la noche nos sorprende con historias agradables y nuestra mente se llena de cosas deseables. Volar a lomos de una libélula, esquiar sobre una montaña de fresas con nata o veranear con una familia de sirenas pueden hacer las delicias de cualquiera.
Una de tantas cosas curiosas que me dejé en el tintero cuando escribí A pierna suelta (las páginas eran las que eran) fue el de la evolución en la tipología de los sueños a lo largo de nuestra vida, me voy a resarcir en este post de hoy.
Como las ensoñaciones se construyen en base a imágenes, sensaciones y datos que almacenamos en nuestro cerebro, nuestros sueños van cambiando conforme vamos haciéndonos adultos. En la infancia, los sueños suelen ser más fantásticos, pero conforme envejecemos, el realismo se hace más patente en ellos y la probabilidad de construir un mundo onírico a base de situaciones que se acerquen más al mundo laboral, los viajes de placer o las cuitas familiares, es mayor.
Esto no quiere decir que un adulto no pueda soñar con un país gobernado por los unicornios, pues todo depende de lo que el sistema nervioso se nutra a diario. Si usted lee literatura fantástica o es un fanático de las series futuristas, este tipo de elementos también aparecerán en sus sueños.
Bien pensado, es una pena que los adultos solo tengamos desventajas, no solo en la vida cotidiana, también cuando dormimos. Ni siquiera los espacios imaginarios, o mejor dicho, oníricos, pueden hacer frente a esas vidas tan aburridas que nos marcamos. Quizá la mejor solución es darle un giro a estas y buscar en la subversión un arma que blandir en caso de aburrimiento manifiesto.
Y continuando con los sueños, nos adentramos en el mundo de Murdo, el protagonista del álbum de hoy publicado en nuestro país por la editorial Librooks. Con el subtítulo El libro de los sueños imposibles, Alex Cousseau y Éva Offredo nos acercan al universo de un personaje muy entrañable que nos inspira y seduce a partes iguales.
Si todavía pensáis que los yetis no existen, estáis equivocados, pues Murdo es uno de esos hombres de las nieves cubiertos de pelo que viven en lo alto de las montañas. Aunque muchos les endosan el adjetivo abominable, con Murdo están completamente equivocados, pues este ser, además de encantador, tiene un mundo interior la mar de enriquecido. Prueba de ello son esos sueños suyos en los que teje un jersey con las palabras de un poema, se esconde en un zapato o disfruta de un bocadillo de todo lo que pilla.
Poético a rabiar, el texto de este álbum narrativo nos presenta la vida y circunstancias de un personaje en el que cualquiera, independientemente de su edad, se puede ver reflejado sin perder de vista sus propios sueños a lo largo de sus 88 páginas. Acompañado de unas ilustraciones donde la curva, el azul, el rojo y el blanco conviven a la perfección, se dibuja una historia que atrapa, embellece el momento y nos deja volar sin rumbo.
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