miércoles, 20 de octubre de 2010

De números



Cada vez estoy más anonadado por la pésima matemática del españolito de a pie. Sí, sí, ya sé que tenemos muchas virtudes, desde nuestra merecida fama de juerguistas, hasta nuestra desmedida pasión sobre el colchón, pero de números, más bien poco. 
Álgebra, cálculo, trigonometría, ecuaciones, asíntotas y tangentes, quebrados, logaritmos, derivadas e integrales no son santo de nuestra devoción. Dicen por ahí que lo nuestro son las letras, aunque después de los últimos resultados académicos de los escolares patrios, no sé qué decir. Así que mejor es callarse… ¡Pero las matemáticas…! 


Y créanme, no será por el poco empeño de los profesores de la materia, no será por métodos didácticas, no será por manuales y libros de texto… Pero lo que es, es. 
Yo siempre odié el mundo de los números, tanto que prescindí de él en el antiguo C.O.U. Yo, se supone que un hombre de ciencias, era capaz de ahorcarme del extremo de una raíz cuadrada. Yo, nulo en la lógica formal de lo abstracto, las tuve que estudiar hasta obtener la calificación no muy honrosa de “aprobado”. 
Ea, es lo que hay... Así que pongan pies en polvorosa y ayuden a sus hijos, sobrinos, nietos y alumnos en la difícil tarea de comprender el rifi rafe de los números. 
Para ello les recomiendo dos nuevos títulos con los que la editorial Kókinos da la bienvenida al curso escolar: El agujero negro, de Jaime Compairé y Uno, cinco, muchos, de la incombustible Kvêta Pacóvska (que, para variar, me ha encantado y del que me las he visto negras para conseguir una imagen…). 


En el primero se establece un juego de tamaños a través de una serie de troqueles sobre fondo negro que se van haciendo cada vez más grandes gracias al pasar de páginas. Utilizando la secuenciación y un texto acompasado y sugerente, el lector-espectador desborda su imaginación con un simple círculo que puede albergar cantidad de elementos.
 

Dueño de lo inverosímil, este libro utiliza los múltiplos de diez y el concepto astronómico (si quieren saber qué es un agujero negro esta es una ocasión estupenda) para sorprender al lector desde el prisma de lo lúdico sin olvidar que él puede aportar mucho con su propia creatividad.


En la segunda propuesta, la Pacovska se adrenta en el universo de la aritmética para jugar con sus lectores una vez más. Personajes que se esconden tras puertas y ventanas, troqueles que invitan al descubrimiento, formas imposibles en las que se esconden los números y elementos que sirven de guía a la hora del conteo son los recursos que luce este libro.


Kveta se dirige al pequeño lector y le anima a interaccionar con su propuesta. Les ordena, anima, celebra y empuja. Una verdadera maestra que se esconde tras una propuesta que, a pesar de parecer un libro de conocimiento, esconde todo el arte del que ya hablamos aquí.
Lo dicho: si no consiguen aprenderse la tabla de multiplicar, siempre les quedará la cuenta de la vieja, recurso muy socorrido a la hora de ir al supermercado.

3 comentarios:

Daniela Carolina Cañete dijo...

Que buenas propuestas de la Editorial Kókinos! si hubieran existido en mi infancia, siempre fué mi cruz las mates...un saludo!

Anónimo dijo...

Vaya, estoy un poco cansada de la disyuntiva letras-ciencias. Es absurda. La gente que dice que las matemáticas se le atragantaron siempre, no han tenido la suerte de encontrar con la persona que les abra la mente. Tengo un par de ejemplos en casa de esa transformación.
Hoy mismo escuchaba una noticia en la radio sobre unos niños que se han llevado un premio de cálculo mental y la locutora metía el latigillo de matemáticas y niños son incompatibles. Creo que nuestra incultura nos lleva a ello.
Bueno, después de esta perorata... tomo nota del libro de Pacovska, si lo recomiendas será interesante. Saluditos, Miriam

Cristina dijo...

Mañana mismo, perdón hoy mismo, ya me he gastado todo el presupuesto anual de biblio, pero ahora voy a intentar gastarme el de normalización... me lanzo a por el de la Pacovska... Viva la madre que te parió Román!