Y tras alegrarnos por Vargas Llosa y su merecido Nobel, llega otro viernes de poesía…
Soy un catacaldos. No lo puedo evitar. No teniendo bastante con el trabajo y otros quehaceres que ya se han convertido en obligatorios, intento exprimir al máximo el poco tiempo que me resta y me dedico a estudiar todo tipo de enigmas, desde lingüísticos, hasta medioambientales, cuestión que no sólo debo agradecer a mi voluntad, sino a la de mi madre, esa gran mujer que se dedica a cocinar todo tipo de manjares en pro de nuestro provecho, tanto gastronómico como intelectual. ¡Lástima que no tenga tiempo para ayudarme con el alemán!
Soy un catacaldos. No lo puedo evitar. No teniendo bastante con el trabajo y otros quehaceres que ya se han convertido en obligatorios, intento exprimir al máximo el poco tiempo que me resta y me dedico a estudiar todo tipo de enigmas, desde lingüísticos, hasta medioambientales, cuestión que no sólo debo agradecer a mi voluntad, sino a la de mi madre, esa gran mujer que se dedica a cocinar todo tipo de manjares en pro de nuestro provecho, tanto gastronómico como intelectual. ¡Lástima que no tenga tiempo para ayudarme con el alemán!
Mi madre no sabía idiomas
pero era tan cariñosa…;
me decía que con empeño
puedes lograr cualquier cosa.
Mi madre no sabía idiomas
pero hablaba con las fresas,
me hacía ensaladilla rusa
y tortilla a la francesa.
[…]
Aurelio González Ories.
Mi madre.
Ilustraciones de Job Sánchez.
2010. Oviedo: Pintar Pintar.
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