Sigo soñando con esos monstruos amables
que se escondían en mi niñez, deseando ser uno de ellos… Y así rondar por la
vida de otros, deambular con la tranquilidad de los ancianos y la ligereza de
los niños, ser libre, sentirme especial… Así son los monstruos… Únicos. Irrepetibles…
Y por mucho que nos pese, no hay razones que expliquen esta naturaleza…
Cuando un monstruo nace, una ventana
se abre, y deja pasar a su través toda suerte de vendavales que,
envolviéndonos en un agitado vaivén, nos impregnan de él, de su infinito
lenguaje, esa magia que no desaparece de este mundo, aun cuando cruza a la otra
orilla pagando un triste peaje…
Sic tibi terra levis, Maurice Sendak.
:( gracias x recordarlo.
ResponderEliminarCecilia
Descanse en paz. Aquí nos quedamos con nuestros propios monstruos. Y con los monstruos que nos ponen otros por el camino.
ResponderEliminarEstudiando 3º de Magisterio, por fin he dado algo de Literatura Infantil y Juvenil... y estoy enamorándome! Me encanta. Me quedo con tu blog para ojearlo.
ResponderEliminarSentí mucho lo de Sendak, me cautivó hace un par de años :)
Pero los monstruos se quedan tatuados en nosotros...
ResponderEliminarRecomiendo este libro: https://www.facebook.com/LosHabitantesDelCampoDeLasAmapolas
ResponderEliminarSe lee muy bien porque como se desarrolla en el año 1985, hace recordar cómo eran los barrios y los juegos entonces.
Me gusta mucho tu blog y me gustaria que opinaras sobre lo que he encontrado.
ResponderEliminarGracias.
www.notasparanada.blogspot.com.es