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lunes, 4 de junio de 2012

De cómo no morir estudiando




Tras ese paréntesis inaceptable al que últimamente les tengo acostumbrados (¿quién iba a pensar que un servidor llegara a ser tan inconstante?), hago un alto en esa carrera a contrarreloj llamada “exámenes de junio” y me dispongo a comentarles que si hubiera de morir, la forma más cruel sería estudiando… Sí, sí… Unos mueren atiborrados de pasteles y otros de perdigones, unos rodeados de mierda y otros en el fondo del océano, el de más allá, colgado de un pino y ese desgraciado atravesado por un rayo, pero… ¿alguien se imagina diñarla hincando los codos?
Yo he llegado a planteármelo los días pasados, esos en los que las agujas del reloj daban trompicones de vértigo mientras anunciaban como se acababa mi tiempo, mientras vaticinaban que pronto llegaría mi verdugo (mejor llamémoslo examinador) y haría rodar mi cabeza por los pasillos del centro asociado de la UNED… En fin, una metáfora que corretea por las mentes de los malos estudiantes que, como yo, esperan hasta el último momento para memorizar las cuatro cosas que salven su trasero del patíbulo septembrino, última oportunidad para eludir la segunda matrícula con la que Wert y sus secuaces nos castigarán por ineptos y confiados.
No se asusten… Mirándolo con una media sonrisa, siempre podemos hacer lo que ese rey: atrapar a la muerte y olvidarnos de su existencia, para que cuando el último grano de arena cayese de lo alto, nuestra vida (aunque solo fuese la intelectual) siguiera brotando… Un camino que, como bien nos hacen ver Koos Meinderts, Harrie Jekkers y Piet Grobler en La balada del rey y la muerte (Adriana Hidalgo Editora, colección Pípala), no es más que una solución carente de sentido, pues la muerte, sea esta figurada ante un examen o literal en un infarto cardiaco, siempre imprime orden al tiempo y sentido a la vida.

3 comentarios:

  1. ¡Suerte con los exámenes!!!

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  2. La muerte imprime sentido a la vida... mmmm, supongo que esa es una de las grandes verdades, pero por alguna razón, no me acaba de llegar el consuelo de su asimilación. Eso sí, la muerte figurada del fatídico día del examen es de lo más liberadora... Suerte, pues, con esas duras batallas antes (sobre todo antes) y durante tu estancia en tu centro asociado de la UNED. Desde el mío propio, aquí la menda estará pasando por exactamente la misma epopeya...

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  3. Entonces...¡Suerte a ti también!

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