Tras una caída libre desde la estratosfera, varios días de
¿huelga? estudiantil, dos comicios nacionalistas, y tres mil tonterías
noticiosas más, nos vamos a meter en harina de la buena (no como esa con la que
se amasa la basura transgénica que nos venden en forma de baguette pre-cocida)
y vamos a hacer apología de la hormona a base de porno leído, que da más juego
que el protagonizado por Nacho Vidal, últimamente relacionado con la mafia
china (¡Qué vergüenza! ¡Nuestro semental patrio metido a mamporrero oriental!).
Comienzo…
No hay ama de casa, madre de familia, novia bien avenida o mujer trabajadora,
que se haya resistido a Cincuenta sombras
de Grey, el petardazo editorial del 2012; lo que bien vale una reseña en
este espacio que tiene cabida para todos los monstruos, aunque estos vayan más repeinados
que Clark Gable, vistan trajes impecables empapados en perfume del caro,
seduzcan a lo Michael Corleone y gasten un cimbrel con venas como colas de
lagartija.
Existen varias lecturas en este éxito ¿inesperado? que deja
claro que a las marujas también les va la marcha, sobre todo si esta viene de
la mano de un hombre que tiene más parecido con el protagonista de American Psyco que con cualquier moña
romanticón que desconozca que es el “fisting anal” o el “bondage extremo”.
Insinúa así su avispada autora, E. L. James, que toda mujer que se precie, vive sin vivir en ella
cuando un macho la empala hasta el duodeno y se rinde así a las artes amatorias
en vez de a su intelecto, el propio del madurito calentón con fama de
follapavas que las deja extasiadas con tanta imaginación erótica. Cosa que
entiendo dado que muchas consideran el discurso feminista un tanto anticuado y
obsoleto. Regresa la mujer objeto que ansía ser sodomizada en un potro de
tortura para más tarde pelarle la naranja al marido, antes que hincharse a
trabajar, pelarle ¡también! la naranja al marido y quedarse con las ganas.
No se muestren boquiabiertas y ofendidas, es mejor sonreír y
admitir que se ponen a tope con los pasajes ardientes de este folletín
pornográfico, antes que airear sus desavenencias sexuales en la puerta del
colegio.
¡Literatura íntima! ¡Bendita seas!
Lo voy a confesar, yo me las he leído y confieso que me lo he pasado muy bien con ellas, las tres partes... y además no creo que deje de ser una buena lectora con cierto nivel literario. Perdóname, porfi... Oye, y ojalá fuérais todos Christian Grey,jajajaja
ResponderEliminar¿Quién ha dicho que no lo seamos? Ja, ja, ja, ja...
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