Si
ayer hablábamos de escritores, hoy toca un análisis sintético de la ilustración
alemana. Un análisis que comienza con artistas de los siglos XVII al XIX, como son
Albrecht Durer (para mí, el primer ilustrador) o Adrian Ludwuig Richter
(grabador que imaginó los cuentos de los hermanos Grimm) y obras como el Pedro Melenas de Heinrich Hoffmann (todo
un clásico), la ilustración alemana sufre un gran punto de inflexión en el
siglo XX que comienza con las líneas adultas de George Grosz o Heinrich Kley y
las más suaves y aniñadas del austriaco Ludwig Bemelmans (Madeline).
Al contrario de lo que sucede con las letras, las
imágenes que acompañan los textos literarios para niños no beben en exceso de
las tradiciones nórdica e inglesa como cabría esperar, sino que sus influencias
se encasillan en un apartado de ruptura, simbolismo y abstracción que procede
de la Francia impresionista y expresionista.
En
cuanto a las técnicas y materiales podemos decir que, a pesar de la influencia
que la ilustración anglosajona de preciosismo y acuarela ha tenido en toda
Europa, las escuelas germanas (excepto la austríaca Lisbeth Zwerger) han
preferido técnicas más sencillas que abandonan el realismo (a veces también el figurativismo)
y se decantan por la sencillez de las formas y los mensajes encriptados.
También hay que señalar que los artistas eligen técnicas más próximas al
público infantil como son los lápices de color, las ceras, el collage y los
acrílicos y témperas, algo que podemos constatar en la obra de grandes
ilustradores alemanes como Wolf Erlbruch, Susanne Rotraut Berner o Jacky
Gleich.
Por
otro lado, la estética del tebeo, la historieta y la caricatura es un valor
seguro para muchos ilustradores que, como Jutta Bauer, Norman Junge, Nadia
Budde, Helme Heine, Manfred Bofinger, Ali Mitgutsch o Janosch, dan mucha
importancia a un vínculo entre lector y autor que parte de la risa y del humor.
A
pesar de que la ilustración de libros para niños germana tenga una estrecha
relación con la ilustración europea, también hay romper una lanza por ella y
por figuras como Quint Buchholz, Nikolaus Heidelbach, Binette Schroeder, Klaus Ensikat
o Jörg Müller que, desde la vanguardia y la modernidad, constatan la influencia
que los movimientos culturales y artísticos que tanto influjo ejercieron en la
Alemania dividida, también han aportado su grano de arena a una pequeña
revolución en el campo de la imagen literaria.
Si
bien es cierto que los anteriores son valores a resaltar, también hay que decir
que muchos de estos trabajos (sobre todos los de la segunda mitad del siglo XX)
carecen de movimiento y dinamismo, plasman imágenes que no ofrecen continuidad
al ritmo narrativo, algo que supongo puede estar relacionado con la relación
que otrora parte del territorio alemán mantuvo con los movimientos artísticos
de la ex U.R.S.S., pero que poco a poco se repone con artistas como Peter
Schössow, Anke Khul, Susanne Janssen o Friedrich Karl Waechter.
Todo un tratado LIJero sobre Alemania...
ResponderEliminarA juzgar por los comentarios tan pobres no sé si será "tratado" o "trastazo"... :) ¡Un abrazo, Miriam!
ResponderEliminarEs que ahora la gente si no es por wassap no escribe ná de ná... Estamos así...
ResponderEliminarCon que te haya gustado a ti, me conformo. :)
ResponderEliminar