Yo,
un gran defensor de la libertad de atuendo, me vi envuelto hace unos meses en
cierto episodio desagradable que, definitivamente, me hizo sopesar la idea del “somos
lo que vestimos”. Por ello, he aquí mi oda a la ropa…
En
cierta ocasión y a consecuencia de una mordedura de avispa, acudí con mi padre,
alérgico y de manera urgente, campestre y harapienta, al centro de salud más cercano, donde uno de
esos médicos ¿altruistas? (al menos, en ese barro se rebozaba el susodicho…),
boicoteadores de la salud pública y con cara de cura, nos leyó la cartilla por
indocumentados y guarros, mientras a mi progenitor le entraban los sudores de
la muerte y la presión arterial disminuía a ritmos cadavéricos. Finalmente, con
un poco de mala hostia y un esfingomanómetro, el susodicho, cagado a la pata
abajo, se apiadó del pobre hortelano y todo quedó en susto (y enfado monumental).
La
indumentaria, espejo del alma contemporáneo, nos ofrece todo tipo de bisbiseos
y quebraderos de cabeza a tenor de la envidia de los compañeros de trabajo… ¿Saben
aquel que “diu” que llego una profesora con un abrigo de Armani® a la sala de necios
y conjuras para recoger unos libros y, a su salida, un corro de cacatúas
vestidas de Desigual® la tacharon de elitista y derrochadora? ¿Y este otro que habla
de un maestro de gimnasia que un día lavó el chándal, se colgó unos vaqueros y tres
quinceañeras casi se matan por sus huesos?...
Noto
con cierta frecuencia que soy más guapo con una camisa, un chaleco y un abrigo
de paño, que cuando visto vaqueros y sudadera… ¿Será que estas prendas afectan
a mi constitución mandibular, mi arco supraorbital o el color de mis ojos?
Hasta donde yo sé, sólo me he duchado y cambiado de ropa… ¿No decían que aunque
la mona se vista de seda, mona se queda? Pues estoy harto de constatar que
cuantas más putas se empapelan de señoras, más tontos se quedan sin un duro…
Está
claro que uno no se puede vestir con la ropa de su abuelo, luego llegan los
llantos y el crujir de dientes por fracasos estrepitosos en lides reproductoras.
¡Deje a un lado los tonos cenicientos y los tejidos tristones! ¡Dé color y
forma a sus curvas! ¡Explote su silueta! ¡Y a todo bicho viviente, arrime la
cebolleta!
En
fin, que si de calcetines, calzones, bragas, sujetadores, vestidos, trajes y
corbatas hay que hablar no puedo más que recomendarles La filarmónica se viste, con texto de Karla Kuskin e ilustraciones
de Marc Simont (Editorial Corimbo -siento las imágenes de la edición inglesa pero de la española pocas imágenes de calidad he encontrado), uno de los títulos que lucha por erigirse
el más curioso e informativo de la temporada, ya que aúna higiene, ropa,
información musical y humor en un vaivén de situaciones donde los casi ochenta
componentes de una filarmónica son los protagonistas.
Déu n'hi do amb l'aventura mèdica amb el teu pare! No conec aquest llibre que comentes però el buscaré perquè sembla interessant.
ResponderEliminarUna altra cosa, coneixes l'editorial Lata de Sal, l'he descobert fa poc i tenen una col·lecció de llibres il·lustrats de gats i una altra que anomenen Vintage amb autors editats fins ara a Espanya que em sembla molt interessant.
Laia
Jajajajaja¡una aventura inolvidable! Conozco Lata de Sal (la colección Vintage es maravillosa... Ya he reseñado dos de sus libros).
ResponderEliminar¡Gracias por tus palabras, Laia!
El día que alguien exclame, después de una buena conversación ¡qué bien te sientan tus ideas! ese día dejaré de preocuparme por si ponerme la falda negra o la que es descaradamente corta. Mientras tanto me debo irremediablemente a la moda, mientras en secreto tras la compra de cada prenda adquiero un libro con la esperanza de que....
ResponderEliminarLa Filarmónica se viste es una delicia, también opino que es uno de los libros informativos que más me han sorprendido en las últimas semanas. Creo que voy a armar algo en clase junto con Yo seré director de orquesta ¿ideas?