El
mundo del artisteo se cae por su propio peso, más todavía desde que la nuera de
Tita Cervera (no tengo porqué llamarla de otra manera dado que ese es su título
nobiliario) y Kiko Rivera Pantoja se han encaramado a esto de la creatividad
para sacarse un buen sueldo y estar a todas horas en la tele… Es una pena que
trabajadores incansables del pincel y la partitura, sacrificados horas y horas desde
la niñez, no pasen de meros segundones y terminen sus días en la rambla
barcelonesa aguantando australianos y alemanes…¡Qué cruz! Y así va España, este
país de alta titulitis y baja meritocracia, donde menos vale el talento que un
buen padrino.
Dejando
a un lado lo anterior, me centraré en el divismo artístico… Ese espíritu de
reina de las fiestas que se abarrota en los corazones creativos de quienes
vagan por escuelas de arte, conservatorios, facultades, estudios fotográficos y
de diseño, o salones de alta costura, es una máxima de todo el que aspira a
pasar a la Historia. Caprichos, terquedades e inflexibilidad son las cualidades
que hoy día necesita cualquier creador en el cotarro de las ideas y otras
copias baratas (muchos todavía no se han percatado de que griegos y romanos ya
se encargaron de inventar el arte), hasta que dan con algún que otro empresario
canalla que, harto de tanta gilipollez, le da un buen par de ostias, lo baja de
esa nube de postura infantil y lo pone a trabajar por cuatro pesetas, algo ante
lo que el susodicho agacha las orejas, curra a todo trapo y sacrifica lo que
haga falta de su arte y compás. No hay
nada como una buena dosis de realidad…
El
artista que lo vale, no es aquel que se subyuga al poder (el hambre es otra
cosa…), sino aquel que vive de lo que le gusta, sin reparos, ni cambios de
última hora. Los grandes que tienen claras sus ideas, las plasman con calidad y
eficiencia siempre son reconocidos como tales, tengan un solo cuadro o una
única sonata. Sigan el ejemplo del protagonista de Soy un artista, un álbum ilustrado de Marta Altés (editorial
Blackie Little Books) muy divertido y con un ritmo maravilloso que me ha
encantado; no aten a su sensibilidad, déjenla desbocarse, sin medida y sin
pausa y quizá, sin directrices ni corsés, vea la luz la obra de arte de
esconden en corazón
Más ganas de leerlo. Lo apuntamos para la feria del libro. ;-)
ResponderEliminarY me dejas con el gusanillo de abrir el cuaderno y lanzarme a crear (no será una obra de arte, pero nos hace estar más vivos).
Un abrazo.