Aprovechando que Bologna
está atestada de editores, ilustradores, escritores, agencias de
representación, distribuidores, impresores y un sinfín de
profesionales más del mundo de la LIJ, y dado que me encantan los
negocios (pero ojo, no quiero sufrir un paro cardíaco), me ha entrado
la vena de valorar y desgranar las que, a mi juicio y conociendo un
poco esta gran feria, son las expectativas del libro ilustrado
español en los contextos europeo y mundial.
Antes de empezar, tenemos
que distinguir dos tipos de editores. Aquellos que quieren vender los
derechos de sus obras de producción propia a otras casas extranjeras
(los más), y aquellos que intentan abrirse camino en otros mercados,
una opción más difícil que supone encontrar distribución en esos
lares e incluso personarse físicamente en ellos. A tenor de esta
realidad y siempre bajo mi punto de vista, he de decir que encuentro
la primera opción más plausible, no sólo porque supone menos coste
(aunque menor volumen de ganancias a largo plazo y quedarse sin los
derechos de las obras por la el tiempo que estipule el contrato),
sino porque el mercado editorial infantil español todavía no es lo
suficientemente potente como para hacerle frente a inversiones de esa
índole, y el esfuerzo que supone puede caer en saco roto para
proporcionar finalmente más desilusiones que alegrías. Sí, sí...,
sé que hay firmas que están presentes en muchos países (véase
Kalandraka), pero debemos ser críticos con nuestra propia realidad y
ser conscientes de que no todos tienen su catálogo ni su volumen de
ventas. Así que, ya digo, lo primero que yo haría sería introducir
nuestros productos indirectamente (vender derechos y exportar
libros), y después, irrumpir en otros mercados de una manera
directa.
Una vez he hecho esta
aclaración iré desgranando qué contextos exteriores, bajo mi lupa,
pueden ser propicios para nuestros libros ilustrados. En primer lugar
detengámonos en Europa... Dentro del panorama editorial europeo y de
un modo casero (no todo es tan categórico, y se puede dar la
existencia de más dependiendo de otros criterios), suelo distinguir
seis entornos diferentes: el anglosajón, el germano, el nórdico, el
centroeuropeo, el francés y el mediterráneo. Cada uno de ellos
tienen sus características y peculiaridades y dependiendo del tipo
de álbum ilustrado que pretendamos vender a las casas editoriales
debemos de hacer unas consideraciones. A saber...
Lalalimola.
Ninguna casa editorial
española ha sabido abrirse camino en el mercado anglosajón a pesar
de las intentonas que se han llevado a cabo. Es un mercado difícil y
muy cerrado, no sólo por las redes de distribución, sino por la
elevada producción propia (entiendo que se apuesta por el producto
nacional antes que por el extranjero), y una marcada tradición en
cuanto a ilustración (prima el estilo “a-cartoon-ado”, uno que
puede ser una gran baza para aquellas casas editoriales que cuenten
en su catálogo con obras realizadas por ilustradores que sigan esta
tendencia), el tipo de argumentos (cotidianos, generalmente) y un
humor característico (lo mismo digo: si hay humor fino, los ingleses
no se lo piensan). A pesar de esto, tampoco hay que cejar en el
empeño, ya que últimamente están proliferando casas (véase
Nobrow-Flying Eye Books) que hacen su apuesta desde otro punto de
vista (más ecléctico y menos conservador), que se alejan de esa
marcada tradición LIJ, y a través de las cuales se pueden hacer
incursiones en lo que a co-edición y venta de derechos se refiere.
Más allá de los
Pirineos tenemos al mercado francés (incluyendo el Benelux), que
tras el inglés es el mercado editorial europeo más potente y en el
que tienen gran cabida nuestras obras, no sólo por la historia y
tradición cultural y artística que nos une, sino porque es un
mercado muy amplio que da cabida a numerosas y variadas propuestas (a
caballo entre el entorno mediterráneo y el anglosajón). Si además
tenemos en cuenta que existen numerosas agencias que están aunando
esfuerzos en intercambiar proyectos entre nuestra realidad y la
suya, el éxito que algunos de nuestros ilustradores están
cosechando allí (se me ocurre citar a Raúl Nieto-Guridi o Ana Pez),
la potenciación del álbum ilustrado de autor, y el
“afrancesamiento” que muchos de los libros independientes
españoles (un proceso de mimetismo que comentaré algún día en
este lugar) están alcanzando, puede suponer una buena baza ofrecer
abiertamente a estas casa editoriales tanto co-ediciones, como la
venta de derechos en la Francofonia.
Los terceros receptores
de la obra ilustrada española son nuestros vecinos de entorno
editorial: portugueses e italianos. Italia es un mercado bastante
amplio, con muchas similitudes con el nuestro (aunque con una
distribución más exigente en cuanto a requisitos se refiere y unas
estrategias empresariales con más dobleces), y una tipología de
obras con éxito parecida. No se olviden de distinguir entre el norte
y sur de Italia (una sensible dicotomía). Portugal es un mercado más
pequeño (no hay comparación en cuanto a extensión y volumen de
ventas), más sano y nos comprendemos bastante bien en lo que a
literatura e ilustración se refiere, por lo que no hay que descartar
esta opción ya que nuestro país vecino puede constituir la puerta
de entrada al mercado brasileño, bastante jugoso por cierto. Junto a
Francia, las considero las dos mejores bazas para empezar a vender
nuestros libros, tanto a nivel directo (sin necesidad de vender los
derechos a terceros), como indirecto (creo que las coediciones pueden
ser una idea que no desmerece nada).
Sobre los mercados
germano, centroeuropeo y nórdico, algunas cosillas (Ea, son los que
menos conozco...). Sus literaturas ilustradas son muy intensas en
cuanto a mensaje se refiere (hay cierta gradación dependiendo de las
zonas) y dejan a un lado el contenido artístico, más plano, laxo y
parco. No obstante, hay que destacar el carácter apreturista que
estos tres mercados están teniendo frente al resto de socios
comunitarios (hay de todo: obras más sobrías o más coloristas),
aunque la identificación de sus lectores con ellas sea más
complicada. Eviten la venta de obras localistas y céntrense en las
de carácter universal. Una mención aparte merece el mercado polaco
y el balcánico, con los que parece que nos ponemos de acuerdo en
ciertos casos (católico uno y Mediterráneo el otro). No los
aparquen y sopesen las opciones.
También me gustaría dar
unas pinceladas al resto de mercados mundiales (no me quiero extender
uno por uno, pero si citar a los potenciales)...
En primer lugar tenemos
el continente americano. Esta claro que todos los países de
Centroamérica y Sudamérica son destinos maravillosos para nuestros
libros. Chile, Argentina, Colombia, México y Panamá son los países
clave en los que tienen cabida los albumes ilustrados españoles, no
sólo por compartir la segunda lengua más hablada del mundo, sino
por los lazos culturales y empresariales que hemos desarrollado desde
hace siglos. Nuestra mirada artística y literaria se comprende y
existen facilidades técnicas que pueden aupar, tanto la coedicion,
como la exportación comercial de nuestros libros o su presencia en
estos países a base de licitaciones gubernamentales. Como adenda
añadiremos Brasil, el país de habla portuguesa que está al otro
lado del charco y que, con una población enorme, puede ser un lugar
excelente para nuestros álbumes (a través del éxito en Portugal o
de manera directa en él).
En segundo lugar debemos
tener en cuenta a Estados Unidos de Norteamérica. Es un mercado
potentísimo, con un volumen de ventas enorme y en el que, a pesar de
sus obras de corte imperialista y lineal (algo que empieza a romperse
con editoriales como Chronicle Books), es bastante plural y
aperturista. Si además tenemos en cuenta que, tanto Canadá
(hablaremos seguidamente de este país), como EE.UU., albergan a la
mayor comunidad hispanohablante en países de habla no hispana del
mundo, debemos sopesar la venta de derechos, la coedición y la
exportación a estos paises como un arma eficaz. Sobre la exportación
les aviso que no es nada fácil (hay que echar mano de muchos
intermediarios, transporte, impuestos, etc., pero no olviden que
editoriales como Cuento de Luz, están teniendo un éxito pasmoso por
allí). Sobre Canadá he de decir que existen dos mercados (ya saben
de esas dos lenguas oficiales), por lo que es un país muy diverso en
cuanto a gustos (mezcla el europeo con el norteamericano) y también
se ve alguno que otro de nuestros libros por allí.
Aunque muchos detestan
trabajar con países orientales como China o Vietnam (su caótica
forma de trabajar, la poca seriedad, lo poco controlable de los
procesos de producción, junto a las diferencias culturales, las
hacen bastante indeseables para los negocios), me centraré en Japón,
el que, a mi parecer, es el más occidentalizado. Son muchas las
casas japonesas interesadas en importar nuestras creaciones
literarias ilustradas. Conozco más de una publicada en el país
nipón y con bastante éxito de por medio. No lo descarten ya que su
mirada se acerca más a la nuestra (¿Acaso no ven próximos a Taro
Gomi y Tupera Tupera?). Formas sencillas, colorido y humor y mensaje
sutiles, son su santo y seña; además son bastante serios y no dan
lugar a equívocos (que hay cada uno por ahí que telita...).
Para terminar este
recorrido, me gustaría decirle a todos los editores españoles que
se atrevan a mercadear con los derechos de reproducción de sus
libros. Para hacer negocios en Bologna no creo que sea necesario
gastarse un dineral en uno de los espacios que ofrece la feria a los
editores (¡Qué sacacuartos!), sino investigar qué editores la
visitarán, concertar citas con los que les interese con la debida
antelación, adquirir la entrada, montarse en un avión, comprarse
una barra de pan y una tripa de boloñesa, y tirar millas. No hay que
dejarse abrumar, ni caer en la decepción o el desengaño. Nosotros
lo valemos y nuestros libros, también.
Me ha encantado, muy buen panorama. ¡Gracias!
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