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martes, 5 de abril de 2016

Las expectativas del álbum ilustrado español en el mercado global

Aprovechando que Bologna está atestada de editores, ilustradores, escritores, agencias de representación, distribuidores, impresores y un sinfín de profesionales más del mundo de la LIJ, y dado que me encantan los negocios (pero ojo, no quiero sufrir un paro cardíaco), me ha entrado la vena de valorar y desgranar las que, a mi juicio y conociendo un poco esta gran feria, son las expectativas del libro ilustrado español en los contextos europeo y mundial.


Antes de empezar, tenemos que distinguir dos tipos de editores. Aquellos que quieren vender los derechos de sus obras de producción propia a otras casas extranjeras (los más), y aquellos que intentan abrirse camino en otros mercados, una opción más difícil que supone encontrar distribución en esos lares e incluso personarse físicamente en ellos. A tenor de esta realidad y siempre bajo mi punto de vista, he de decir que encuentro la primera opción más plausible, no sólo porque supone menos coste (aunque menor volumen de ganancias a largo plazo y quedarse sin los derechos de las obras por la el tiempo que estipule el contrato), sino porque el mercado editorial infantil español todavía no es lo suficientemente potente como para hacerle frente a inversiones de esa índole, y el esfuerzo que supone puede caer en saco roto para proporcionar finalmente más desilusiones que alegrías. Sí, sí..., sé que hay firmas que están presentes en muchos países (véase Kalandraka), pero debemos ser críticos con nuestra propia realidad y ser conscientes de que no todos tienen su catálogo ni su volumen de ventas. Así que, ya digo, lo primero que yo haría sería introducir nuestros productos indirectamente (vender derechos y exportar libros), y después, irrumpir en otros mercados de una manera directa.
Una vez he hecho esta aclaración iré desgranando qué contextos exteriores, bajo mi lupa, pueden ser propicios para nuestros libros ilustrados. En primer lugar detengámonos en Europa... Dentro del panorama editorial europeo y de un modo casero (no todo es tan categórico, y se puede dar la existencia de más dependiendo de otros criterios), suelo distinguir seis entornos diferentes: el anglosajón, el germano, el nórdico, el centroeuropeo, el francés y el mediterráneo. Cada uno de ellos tienen sus características y peculiaridades y dependiendo del tipo de álbum ilustrado que pretendamos vender a las casas editoriales debemos de hacer unas consideraciones. A saber...


Lalalimola.

Ninguna casa editorial española ha sabido abrirse camino en el mercado anglosajón a pesar de las intentonas que se han llevado a cabo. Es un mercado difícil y muy cerrado, no sólo por las redes de distribución, sino por la elevada producción propia (entiendo que se apuesta por el producto nacional antes que por el extranjero), y una marcada tradición en cuanto a ilustración (prima el estilo “a-cartoon-ado”, uno que puede ser una gran baza para aquellas casas editoriales que cuenten en su catálogo con obras realizadas por ilustradores que sigan esta tendencia), el tipo de argumentos (cotidianos, generalmente) y un humor característico (lo mismo digo: si hay humor fino, los ingleses no se lo piensan). A pesar de esto, tampoco hay que cejar en el empeño, ya que últimamente están proliferando casas (véase Nobrow-Flying Eye Books) que hacen su apuesta desde otro punto de vista (más ecléctico y menos conservador), que se alejan de esa marcada tradición LIJ, y a través de las cuales se pueden hacer incursiones en lo que a co-edición y venta de derechos se refiere.





Más allá de los Pirineos tenemos al mercado francés (incluyendo el Benelux), que tras el inglés es el mercado editorial europeo más potente y en el que tienen gran cabida nuestras obras, no sólo por la historia y tradición cultural y artística que nos une, sino porque es un mercado muy amplio que da cabida a numerosas y variadas propuestas (a caballo entre el entorno mediterráneo y el anglosajón). Si además tenemos en cuenta que existen numerosas agencias que están aunando esfuerzos en intercambiar proyectos entre nuestra realidad y la suya, el éxito que algunos de nuestros ilustradores están cosechando allí (se me ocurre citar a Raúl Nieto-Guridi o Ana Pez), la potenciación del álbum ilustrado de autor, y el “afrancesamiento” que muchos de los libros independientes españoles (un proceso de mimetismo que comentaré algún día en este lugar) están alcanzando, puede suponer una buena baza ofrecer abiertamente a estas casa editoriales tanto co-ediciones, como la venta de derechos en la Francofonia.


Los terceros receptores de la obra ilustrada española son nuestros vecinos de entorno editorial: portugueses e italianos. Italia es un mercado bastante amplio, con muchas similitudes con el nuestro (aunque con una distribución más exigente en cuanto a requisitos se refiere y unas estrategias empresariales con más dobleces), y una tipología de obras con éxito parecida. No se olviden de distinguir entre el norte y sur de Italia (una sensible dicotomía). Portugal es un mercado más pequeño (no hay comparación en cuanto a extensión y volumen de ventas), más sano y nos comprendemos bastante bien en lo que a literatura e ilustración se refiere, por lo que no hay que descartar esta opción ya que nuestro país vecino puede constituir la puerta de entrada al mercado brasileño, bastante jugoso por cierto. Junto a Francia, las considero las dos mejores bazas para empezar a vender nuestros libros, tanto a nivel directo (sin necesidad de vender los derechos a terceros), como indirecto (creo que las coediciones pueden ser una idea que no desmerece nada).


Sobre los mercados germano, centroeuropeo y nórdico, algunas cosillas (Ea, son los que menos conozco...). Sus literaturas ilustradas son muy intensas en cuanto a mensaje se refiere (hay cierta gradación dependiendo de las zonas) y dejan a un lado el contenido artístico, más plano, laxo y parco. No obstante, hay que destacar el carácter apreturista que estos tres mercados están teniendo frente al resto de socios comunitarios (hay de todo: obras más sobrías o más coloristas), aunque la identificación de sus lectores con ellas sea más complicada. Eviten la venta de obras localistas y céntrense en las de carácter universal. Una mención aparte merece el mercado polaco y el balcánico, con los que parece que nos ponemos de acuerdo en ciertos casos (católico uno y Mediterráneo el otro). No los aparquen y sopesen las opciones.
También me gustaría dar unas pinceladas al resto de mercados mundiales (no me quiero extender uno por uno, pero si citar a los potenciales)...
En primer lugar tenemos el continente americano. Esta claro que todos los países de Centroamérica y Sudamérica son destinos maravillosos para nuestros libros. Chile, Argentina, Colombia, México y Panamá son los países clave en los que tienen cabida los albumes ilustrados españoles, no sólo por compartir la segunda lengua más hablada del mundo, sino por los lazos culturales y empresariales que hemos desarrollado desde hace siglos. Nuestra mirada artística y literaria se comprende y existen facilidades técnicas que pueden aupar, tanto la coedicion, como la exportación comercial de nuestros libros o su presencia en estos países a base de licitaciones gubernamentales. Como adenda añadiremos Brasil, el país de habla portuguesa que está al otro lado del charco y que, con una población enorme, puede ser un lugar excelente para nuestros álbumes (a través del éxito en Portugal o de manera directa en él).


En segundo lugar debemos tener en cuenta a Estados Unidos de Norteamérica. Es un mercado potentísimo, con un volumen de ventas enorme y en el que, a pesar de sus obras de corte imperialista y lineal (algo que empieza a romperse con editoriales como Chronicle Books), es bastante plural y aperturista. Si además tenemos en cuenta que, tanto Canadá (hablaremos seguidamente de este país), como EE.UU., albergan a la mayor comunidad hispanohablante en países de habla no hispana del mundo, debemos sopesar la venta de derechos, la coedición y la exportación a estos paises como un arma eficaz. Sobre la exportación les aviso que no es nada fácil (hay que echar mano de muchos intermediarios, transporte, impuestos, etc., pero no olviden que editoriales como Cuento de Luz, están teniendo un éxito pasmoso por allí). Sobre Canadá he de decir que existen dos mercados (ya saben de esas dos lenguas oficiales), por lo que es un país muy diverso en cuanto a gustos (mezcla el europeo con el norteamericano) y también se ve alguno que otro de nuestros libros por allí.



Aunque muchos detestan trabajar con países orientales como China o Vietnam (su caótica forma de trabajar, la poca seriedad, lo poco controlable de los procesos de producción, junto a las diferencias culturales, las hacen bastante indeseables para los negocios), me centraré en Japón, el que, a mi parecer, es el más occidentalizado. Son muchas las casas japonesas interesadas en importar nuestras creaciones literarias ilustradas. Conozco más de una publicada en el país nipón y con bastante éxito de por medio. No lo descarten ya que su mirada se acerca más a la nuestra (¿Acaso no ven próximos a Taro Gomi y Tupera Tupera?). Formas sencillas, colorido y humor y mensaje sutiles, son su santo y seña; además son bastante serios y no dan lugar a equívocos (que hay cada uno por ahí que telita...).


Para terminar este recorrido, me gustaría decirle a todos los editores españoles que se atrevan a mercadear con los derechos de reproducción de sus libros. Para hacer negocios en Bologna no creo que sea necesario gastarse un dineral en uno de los espacios que ofrece la feria a los editores (¡Qué sacacuartos!), sino investigar qué editores la visitarán, concertar citas con los que les interese con la debida antelación, adquirir la entrada, montarse en un avión, comprarse una barra de pan y una tripa de boloñesa, y tirar millas. No hay que dejarse abrumar, ni caer en la decepción o el desengaño. Nosotros lo valemos y nuestros libros, también.

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