Hay
mil maneras de romper un sueño. Unos se quiebran a base de
puntapiés, mientras que otros lo hacen delicadamente: y a costa de
un beso inesperado. Hay sueños de unos que destrozan sueños de
otros, los peor parados. Hay sueños que se desinflan con el paso del
tiempo y otros que revientan de éxito desmesurado. Los hay que se
estampan con la cruda realidad y otros que se van construyendo paso a
paso. También tenemos los que no paran de batir las alas y se
pierden en un vuelo, a los desnutridos, a los que merman a mordiscos... ¡Cuiden a sus
sueños! ¡Estoy harto de verlos tullidos y desamparados!... No se
olviden de alimentarlos, acurrúquense junto a ellos en invierno y
mójenlos en verano, y, si ven la mínima fisura, acudan al médico,
el sabrá cómo repararlos...
Con hilo de coser o
pegamento
y aquel temblor que has
de robarle al viento.
Migas de pan o una
cinta adhesiva
y un poco de ilusión
que aún esté viva.
Tal vez cemento o barro
de montaña
bien mezclado con
lluvia del mañana.
Con risas, plastilina y
alboroto
-te digo, te aseguro y
te lo anoto-,
se puede reparar un
sueño roto.
Mar Benegas.
Canción para reparar
sueños rotos.
En: ¿Qué soñarán las
camas?
Ilustraciones de Ester
García.
2016. Alicante: Libre
Albedrío.
Me ha encantado. Lo buscaré.
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