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miércoles, 1 de febrero de 2017

Literatura Infantil y Juvenil Australiana / Australian Children's Literature


Aleksandra Mizielinska y Daniel Mizielinski

Con el fresquito que corre por estos lares no he podido resistirme a pensar en lo calenticos que andan por otras latitudes. Aunque me guste el frío, hay días que la envidia se apodera de uno, y cambio (imaginando, por supuesto) el abrigo por la sombrilla. Pero bueno, no seamos recelosos, que el estío también trae penas (fíjense en los devastadores incendios que asolan Chile, otra tristeza...) ¡Es lo que toca! Ya llegará el verano boreal y el invierno austral.
De entre todos los países a los que los rayos de luz solar alcanzan estos días de forma perpendicular, hoy he decidido pararme en Australia, ese país-continente tan desconocido por estos lares, no sólo en lo que a geografía, costumbres y paisaje se refiere, sino también a cultura y artes. Y como lo mío es la literatura infantil, ¡allá vamos con una de LIJ australiana!


Unas pinceladas sobre el contexto
Antes de empezar a recorrer los autores y obras destacados de los libros para niños en el ámbito australiano, no puedo olvidar dar unas pinceladas históricas sobre este país, ya que contextualizan mucho lo que acontece en la literatura infantil... Aunque es el quinto país del mundo en lo que a extensión se refiere, sólo viven en él unos veintiún millones de personas, debido, principalmente, a su condición de gran “isla” (entrecomillo porque los geólogos no la llamarían así) en mitad de un océano. Se cree que Australia ha estado habitada desde hace unos cuarenta y seis mil años por distintos grupos aborígenes. Aunque fue descubierta por los marineros españoles y portugueses, no fue hasta el siglo XVII cuando empezaron a desembarcar en sus costas los primeros europeos. Así, las nuevas tierras de Oceanía fueron colonizadas por los ingleses en el siglo XVIII y hasta 1901 no se constituyó como un país soberano (N.B.: Monarquía constitucional, “God save the Queen” y Commonwealth mediante, con referendum y todo).
A lo largo de todo este tiempo han sido muchos los avatares que han influido en el desarrollo de esta sociedad moderna, entre los que cabe citar algunos como:
- la persecución de los aborígenes diezmados por las enfermedades y epidemias introducidas por los europeos, y cuyos derechos no fueron ampliamente reconocidos hasta 1967,
- la fiebre del oro australiana desatada en 1850 que atrajo inmigrantes desde Europa, Norteamérica y China,
- el establecimiento y desarrollo de instituciones penitenciarias dependientes del Reino Unido,
- su participación como ejército/estado en la Primera y Segunda Guerras Mundiales,
- y los programas gubernamentales para aupar la inmigración desde Asia y Europa (llegaron al continente unos dos millones de personas en tres décadas).


Teniendo en cuenta todo esto y habiendo sintetizado la información de bastantes obras (sobre todo narrativa infantil y álbumes ilustrados) que aquí cito, a mi juicio son tres los pilares básicos que sostienen las obras literarias infantiles australianas:
  1. el medio natural australiano en el que destacan la fauna autóctona e introducida,
  2. una cultura a caballo entre lo aborigen y lo colonial,
  3. y la heterogeneidad poblacional condicionada por las corrientes migratorias.
Una vez dicho esto ya podemos internarnos en el bosque de los libros para niños australianos, deteniéndonos, no sólo bajo la sombra de los eucaliptos, sino al abrigo de aquellas obras a destacar... Denoten que hablar de LIJ australiana es difícil, ya que hay que tener en cuenta aquellos libros que se relacionan con un sentimiento de pertenencia a un territorio y que son inherentes a un ámbito cultural, ya que, de manera genérica, pueden parecer invisibles en el panorama anglosajón de la literatura para niños.

Inicios de la literatura infantil australiana: dos títulos
Hasta mediados del siglo XIX no se puede hablar de literatura infantil australiana de modo específico ya que, hasta entonces, el panorama de los libros para niños había estado gobernado por las obras europeas.
El primer libro dirigido a los niños cuya acción se desarrolla en un contexto australiano es A mother offering to her children de Charlotte Barton (1841). Aunque de carácter pedagógico, ofrece espacios de divertimento a los niños. A este título le siguen otros muchos del mismo tipo, hasta llegar a finales del XIX (1894), cuando Ethel Turner con sus Siete chicos australianos (editorial SM) rompe las reglas de la tradición y se lanza a narrar con desenfado y aire fresco y renovado, las peripecias de una madre y sus incontrolables siete hijos en una Sidney que empieza a respirar su identidad y costumbres propias. Considerado uno de los clásicos de la narrativa infantil, fue el mayor éxito de una autora que escribió más de treinta novelas para niños.


La LIJ australiana y los aborígenes
Pero no aceleremos la historia porque hubo otra "literatura" anterior, la que se narraba de boca a oídos en torno al fuego antes de la llegada de los primeros europeos...
Durante la misma época (finales del XIX), algunos intelectuales australianos se percatan de la necesidad de rescatar la tradición oral de los pueblos aborígenes australianos para introducir ese acervo de narraciones dentro de una cultura australiana emergente. Así es como nace King bungarees phyalla: stories, illustrative of manners and customs that prevailed among Australian aborigines de Mary Ann Fitzgerald (1891), un precursor de verdaderas antologías de cuentos y leyendas aborígenes, como Australian legendary tales de K. Langloh Parker (el pseudónimo de Katie Stow) y Andrew Lang (1896), que han sido bellamente ilustrados por artistas aborígenes y no aborígenes en sus múltiples ediciones.



Aunque Legendary tales of Australian aborigines de David Unaipon se publico en 2001, no podemos obviar que esta recopilación de cuentos y leyendas aborígenes fue publicada bajo el nombre Myths and legends of the Australian aborigines y firmada por Ramsay Sith (1930), antropólogo que compró el manuscrito a David Unaipon.


Imagen de David Unaipon y su manuscrito.

Continua el siglo XX y se suceden, no sólo compendios de cuentos aborígenes como The Boomerang Book of Legendary Tales de Enid Moodie Heddle (1957), o el Land of the rainbow snake, aboriginal children's stories and songs from Wester Arnhem Land de Catherine Berndt (1979), sino otras obras en otros formatos, como el del álbum, escritas y/o ilustradas por aborígenes o que prestan atención a la riqueza artística de estos pueblos nativos que empiezan a ganar terreno en la cultura gracias a la adquisición de derechos.




Aparecen obras como Stadbroke dreamtime en 1972 de Oodgeroo Noonuccal (antes conocida como Kath Walker), The rainbow serpent de Dick Roughsey (1976), The story of the fallen star de Elsie Jones (1989), Do not go around de edges de Daisy Utemorrah y Pat Torres (1990), Tjarany Roughtail de Lucille Gill (1992), The Papuya school book of Country and History, un álbum informativo de Ian Abdulla (2002), Malu Kangaroo: How the first children learnt to surf de Judith Morecroft y Bronwyn Bancroft (2007), así como la creación de sellos editoriales que potencian este tipo de producciones literarias como IAD Press (década de los 70) Scholastic Australia (década de los 80) y Magabala (década de los 90).



Narrativa infantil y juvenil australiana
Aunque las narrativas infantil y juvenil se nutren de otras obras en lengua inglesa procedentes de Reino Unido y Estados Unidos, también hay bastante que decir de las gestadas en el país del boomerang... Las páginas se llenan de pingüinos, koalas, canguros, equidnas, oposum, wombats, cucaburras y bandicuts, se aferran al sentimiento de una nación moderna y se despojan de prejuicios: son canallas, extrovertidas y nos hacen reír.
Entre la narrativa de ficción, podemos citar El pudding mágico de Norman Lindsay (1918), un libro cómico y fantástico plagado de canciones e historias cortas con cierta vis de nonsense, cuya mejor edición en castellano fue la realizada por Anaya en su colección Laurin-Tus libros (y que tengo en mi poder desde bien pequeño) y que incluía las geniales ilustraciones del autor.


También hay que destacar el Blinky Bill de Dorothy Wall (1933), un libro con un protagonista de pocos escrúpulos y muchas peripecias que nunca se ha dejado de reeditar y con un discurso todavía vigente entre los pequeños lectores.


Le siguen unos libros con bastante carga de ilustración, The muddleheaded wombat, una serie de Ruth Park ilustrada por Noela Young que empezó a publicarse en 1942 y todavía sigue teniendo seguidores gracias a una serie televisiva.


Llegan las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta, y con ellos el trabajo de autores nada o muy poco conocidos en nuestro país como Hesba Fay Brinsmead (de la que podemos citar Beat of the city, Pastures of the Blue Crane y Longtime passing), la reconocidísima Mavis Thorpe Clark con su The Min-Min (también se pueden añadir Wildfire, The sky is free o Iron mountain), Mary Elwyn Patchett (Logró gran éxito con su serie Ajax the warrior, y otros títulos como The brumby o Tam, the untamed; en los 70 se publicó en nuestro país El dingo blanco gracias a la editorial Molino), y Colin Thiele, un autor extraordinariamente prolífico (más de setenta títulos en su haber) de cuya obra podemos extraer Blue Fin, The fire in the stone, Storm boy o Sun on the stubble (en España se editaron en los ochenta Pinquo, editorial La Galera, y El faro de Hammerhead, editorial Espasa-Calpe)





En los ochenta destaca la figura de Eleanor Spence, una autora de la que no se ha publicado nada en nuestro país, pero que ha dado al mundo de la LIJ australiana obras de gran relevancia y de contenido muy variado (familiares, religiosos o costumbristas), como por ejemplo The green laurel, The October child, Me and Jeshua, The family book of Mary Claire, Jamberoo Road y su galardonado Seventh Pebble.



Es entonces cuando la narrativa infantil y juvenil despega y aparecen los autores que continuarán abonando el final de siglo y el nuevo milenio con muchísimas obras de todo tipo... Simon French, con sus All we know y Astuto, astuto (ambas para niños y la segunda publicada en castellano por Ediciones B) y Está bien tener visitas (una novela dirigida a lectores adolescentes y publicada también por Ediciones B), Victor Keheller, un autor nacido en Inglaterra, que ha cosechado mucho éxito con sus series Parkland y Gibbleworth the goblin y novelas como Taronga y Del-Del, y Gillian Rubinstein, una autora residente en Australia y que ha vendido millones de copias con sus novelas y sagas de fantasía como Space Demons, Galax-arena y su serie Leyendas de los Otori (bajo el pseudónimo Lian Hearn), que están editadas en castellano por Alfaguara y que han sido llevadas al cine.



 



Hay que citar a Goldie Alexander (Mavis road medley), Melima Marchetta (Looking for Alibrandi) y Allan Marshall (I can jump puddles) antes de llegar a otros dos de los grandes, Paul Jennings, un autor de gran éxito comercial tanto para jóvenes (Uncany! Unbearable! Unbelievable! o Undone!), como para niños, y de los que puedo citar en castellano La garra (Fondo de Cultura Económica), y el gran John Marsden, el autor de novelas como So much to tell you, Burning for revenge, Cartas desde el interior (Castillo editorial) y Damero (en SM) y sus series The Ellie Chronicles o Mañana... por ejemplo Mañana cuando la guerra empiece, que ha sido publicada en nuestro país por RBA-Molino y SM.





Por último y enlazando con el siguiente epígrafe, me gustaría citar Ziba vino en un barco, de Liz Lofthouse y publicado en España por Lóguez, un libro que nos habla de la tan triste pero esperanzadora migración, y que está ilustrado por uno de los mejores (al menos para mí) ilustradores del mundo, el también australiano Robert Ingpen, premio H. C. Andersen (1986). Su prolífica obra, no sólo creando imágenes para obras cumbre de la LIJ como The secret garden (Frances Hogdson Burnett), The wind in the willows (Kenneth Grahame), Peter Pan y Wendy (J.M. Barrie), Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll), El mago de Oz (Frank L. Baum) -ver todos estos títulos y algunos más en la editorial española Blume-, sino álbumes como Lifetimes (un hermoso álbum sobre la muerte realizado junto a Bryan Mellonie) y su Australian gnomes, pero para mí, su obra maestra es la Enciclopedia de las cosas que nunca existieron (Michael Page), un título descatalogado y que, desde aquí, animo a Anaya a reeditar para el disfrute de los niños españoles.




Versos y canciones infantiles con aroma a eucalipto
En lo que a poesía infantil se refiere y como en otros lugares, podemos citar aquí poemas y canciones populares como Botany Bay o los poemas del mundo adulto como A. B. (Banjo) Paterson, Henry Lawson (The drover's wife), Dorothe Mackellar (My country) o Mary Hannay-Foott (Where the pelican builds her nest), que se han extrapolado a los niños, algunos de ellos en forma de álbum.
Dentro de los libros de poesía infantil creados ad hoc para este tipo de público durante la primera mitad del siglo XX, podemos citar A book for kids de C. J. Dennis (1921), Fairies and Fancies de Tuth Bedford (1929) o The Boomerang Book of Australian Poetry de Enid Moodle Heddle (1956).
Un poco más adelante la poesía infantil contemporánea hace su aparición y son bastantes autores los que se atreven con este género. John Marsden, pasando por Joan Mellings (Australian poems for all seasons), Sherryl Clark (Farm Kid) o las recopilaciones de Libby Hathorn (The ABC Book of Australian Poetry) son algunos ejemplos. No obstante, intérnense en ESTE LUGAR y ESTE OTRO, y atrévanse con los poemas y rimas dedicados a los niños australianos.



El álbum ilustrado en Australia
Respecto al libro-álbum australiano y como en otros muchos ámbitos del panorama anglosajón e internacional en los que este formato/género toma la palabra, hay que señalar muchos títulos. Aunque podemos apuntar a May Gibbs como la pionera australiana de este género con The complete adventures of Snugglepot and Cuddlepie, un libro publicado en 1918 (N.B.: Es una obra con mucho texto, pero podemos adscribirla a este formato ya que sus ilustraciones añaden significado a la historia, la complementan y ensalzan. Su calidad gráfica es notable, algo que se entresaca de su perspectiva y detalle).



Posteriores a las dos Guerras Mundiales, pocos ejemplos de álbumes podemos encontrar, ya que el género es copado por aquellas producciones inglesas y norteamericanas de éxito entre el público. Hasta 1970 y 1971, años en los que se publican Waltzing Matilda y The man from Ironbark, dos álbumes basados en sendos poemas del ya citado Banjo Paterson e ilustrados por Desmond Digby y Quentin Hole respectivamente, cuando se puede hablar de álbum ilustrado australiano contemporáneo (Nota: Como hay mucho que decir, permítanme que no haga alusión a la fecha de publicación de todo lo citado).


Desmond Digby

Primero, detengámonos en los conocidos por estos lares...
Muchos de ustedes conocen al afamadísimo Shaun Tan, (La cosa perdida, El árbol rojo, Inmigrantes, Cuentos de la periferia, Las reglas del verano, Los huesos cantores... Todos ellos publicados en nuestro país por Barbara Fiore), de quien sólo prestaré atención en esta monografía australiana a Los conejos, un álbum a caballo entre lo informativo y lo poético (una hermosa versión de un acontecimiento histórico) y creado junto a John Marsden, que narra con brillantez el episodio tan conocido a nivel mundial en el que los conejos introducidos desde Europa se convirtieron en una especie invasora, destrozando el medio natural australiano y desplazando a otras especies autóctonas.



Otros van más allá y reconocen el genio del ilustrador Ron Brooks que junto a autoras como Margaret Wild, Jenny Wagner y Julie Hunt, ha gestado maravillas como Nana Vieja (publicado en castellano por Ekaré, sobre la muerte y sus despedidas) y Zorro (una historia de amistad también en Ekaré) con la primera, y Óscar y la gata de medianoche (Lóguez y una historia de celos) y El Bunyip de Berkeley's Creek (un discurso existencialista, otra vez en Ediciones Ekaré) con la segunda, y The coat con la tercera.



También les pueden sonar los álbumes de Bob Graham, un autor/ilustrador con un estilo tipicamente anglosajón, “a-cartoon-ado” y dinámico. Títulos como Crusher is coming!, Greetings from Sandy Beach, Rose meets Mr Wintergarte, El medio cumple de Óscar, Cómo curar un ala rota (ambos en Intermón Oxfam), El primer paso o Un autobús llamado cielo (ambos publicados en castellano en la colección B de Blok de ediciones B) hacen las delicias de los lectores.



Por último, citar a Graeme Base, autor reconocido de libros como The elevent hour, Animalia, Eye to eye, Little elephants, o Uno's Garden. Un sinfín de títulos que se han publicado en gran cantidad de lenguas alrededor del mundo y que son fácilmente reconocibles por la gran minuciosidad y los detalles presentes en las ilustraciones, de los que sólo han visto la luz en España La charca (Omega), Tambores Mágicos (Juventud) y La peor banda del universo (SM).


Ahora, los no-tan-conocidos (o sencillamente desconocidos) por nuestras latitudes y que también merecen una parada en este periplo...
Hay que abrirle un hueco a Pamela Allen, autora de Who sank the boat?, Bertie and the bear (dos clásicos del álbum ilustrado australiano), Belinda o Grandpa and Thomas, que sigue atrapando a numerosos lectores del país.



Entre los autores que, como bien he dicho al principio, utilizan especies de la fauna salvaje y doméstica a la hora de caracterizar a sus protagonistas podemos citar a la ilustradora de Possum magic (oposums; Julie Vivas), Koala Lou (koalas; Pamela Lofts) y Where is the green sheep? (protagonizada por ovejas merinas australianas; Judy Horacek il.), la prolífica Mem Fox, y a Sheena Knowles, la autora de Edward the emu, un libro con gran éxito entre escolares.




Aunque ya hemos hablado de Margaret Wild, hay que señalar dos de sus libros poco conocidos aquí, The very best of friends junto a la ilustradora Julie Vivas, y Jenny Angel, ilustrado por Anne Spudvilas.
Entre las obras de otro fantástico autor, Junko Morimoto, podemos citar The two bullies, A piece of straw, y Kojuro and the bears, escrita por Helen Smith sobre una historia de Kenji Miyazawa.



Otros autores que bucean estupendamente en el álbum son Gary Crew del que podemos destacar First light (Peter Gouldthorpe il.), The watertower (Stephen Woolman il.) y El visor (Shaun Tan il. , editado por Barbara Fiore), Ted Prior con su Grug, Kerry Argent (por ejemplo One woolly wombat), Alison Lester con Imagine, Louise Elliott y su Noah's Ark o la ya citada Jackie French con Diary of a wombat, ilustrado por Bruce Whatley.



Peter Gouldthorpe



En cuanto a albumes sin palabras se refiere sólo citaré los dos imprescindibles de la nacionalizada Jennie Baker, Window (inédito en castellano, ¿por qué, editores españoles, por qué?) y Reflejo (Intermón Oxfam). Me encanta que los dos hagan referencia al cristal, mirando a su través o al reflejo que proyecta. Poético y hermoso. La técnica que utiliza (relief collage), a caballo entre el collage, el hiperrealismo y lo fotográfico me fascina. No hay otra técnica similar. Por la meticulosidad, las materias primas y el efecto. Es digno de contemplarlo.


Sin extenderme demasiado y en cuanto a libros informativos se refiere y añadiendo los ya citados, podemos tomar nota de My place de Nadia Wheatley y Donna Rawlins, V for vanishing: an alphabet of endangered animals de Patricia Mullins, The first fleet: a new beginning in an old land, A home among the gums trees: the story of Australian houses, Fishing for islands: traditional boats and seafarers of the Pacific y Animal architects, todos de John Nicholson, Killer plant and how to grow them de Gordon Cheers, Julie Silk y Marjorie Crosby-Fairall, el genial (Aviso: no está diseñado en formato ilustrado) To the moon and back: the amazing Australians at the forefront of space travel plus fantastic moon facts de Jackie French, Bryan Sullivan y Gus Gordon, The word spy y The return of the word spy de Ursula Dubosarsky y Tohby Riddle y One small island: The story of Macquarie Island de Alison Lester y Coral Tulloch.





Instituciones y espacios por y para la LIJ australiana
Antes de terminar y para ampliar toda la información que he recogido en este monográfico les remito a una serie de lugares, físicos y virtuales, que se dedican a fomentar la Literatura Infantil y Juvenil en Australia. El primero de todos es The Children's Book Council of Australia, una institución creada en 1945 para aupar los libros australianos para niños y con numerosas ramas locales.  El segundo es el National Centre Australian Children's Literature que depende de la Universidad de Canberra. También podemos encontrar información sobre la historia de la LIJ australiana en la página oficial del Gobierno (increíble pero cierto)..., y echarle un ojo a todas las editoriales que operan en aquel país en ESTE ENLACE

Un libro como despedida
Si les han entrado ganas de darse un paseo por Melbourne o tocar el didgeridoo, y teniendo en cuenta lo caros que se están poniendo los billetes de avión, sólo me queda ponerle el punto y final a este recorrido por la LIJ australiana, recomendándoles Are we there yet?: A journey around Autralia de Alison Lester, para que viajen al otro extremo del mundo mientras pasan las páginas... ¡Eso es lo bueno de la literatura!


4 comentarios:

  1. Guauuuu... que completo y muy interesante!!!! Me lo guardo para leérmelo detenidamente, gracias Román! Eres impresionante!

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  2. Me alegro de que te haya gustado, Montse. ¡Muchas gracias por las palabras y el comentario! ¡Un abrazo!

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  3. Mucho que leer. Recomendada Melina Marchetta, Paul Jennings y Pamela Allen, pero mi favorito de TODOS los tiempos es Shaun Tan. Gracias por esto!

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  4. ¡Gracias por las recomendaciones! Y sí, Shaun Tan es un grande del álbum ilustrado. ¡Un saludo monstruoso!

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