Anatomía narrativa del
libro
De unos años a esta
parte el objeto libro, es decir, ese libro que habla por los cuatro
costados y no sólo a través de las páginas, está tomando mucho
protagonismo, más todavía si estamos charlando de álbumes. El
álbum, esa creación donde palabra e imagen se unen en pro de las
ideas, echa mano de toda su anatomía para narrar, para desbordar el
mensaje no sólo a un nivel cognitivo, sino también físico y
manipulativo.
Es así como muchas de
las partes o elementos del libro ayudan a descodificar (¿será esté
el verbo adecuado?) la historia, su discurso. Faja, camisa, tapas,
guardas, portadas, portadillas, lomo, cortes, páginas de cortesía o
de créditos, se encuentran al servicio del mensaje desde hace
décadas, cuando a partir de los años 40 los artistas se internaron en el mundo del álbum a consecuencia de los llamados libros de artista o libros-arte. Muchos pintores, diseñadores gráficos e ilustradores son los primeros que juegan con zonas
tradicionalmente exentas de interés narrativo para ofrecernos nuevas
sensaciones allende la lectura, para que esa conversación entre dos
actores, libro y lector, trascienda más allá de las páginas y se
derrame por todo el contexto espacial que recibe el nombre de
“libro”.
John Alcorn y Murray McCain. ¡Libros! Editorial Gustavo Gili.
Aunque generalmente son
elementos que pasan desapercibidos por la mayor parte de los
lectores, conforme nuestra mirada empieza a educarse en estos
detalles, prestamos más atención a estas geografías que, además
de servir a ciertos propósitos prácticos, complementan, inician,
concluyen, e incluso, sintetizan el discurso.
Es decir, todas estos
elementos se podrían adscribir a tres grandes grupos (no exclusivos,
claro está): los epitextuales, aquellos que no se relacionan de
manera directa con la historia recogida, los peritextuales, unos que
sí tienen cierta relación con lo que nos cuenta ese libro, rodean
la narración y la complementan de algún modo, y los intertextuales,
que sí tienen relación directa y forman parte necesaria del
discurso, para captar el mensaje en su totalidad.
Es por ello que he creído
oportuno abrir un espacio en este sitio repleto de monstruos para
darle más visibilidad a todos los elementos que rodean a la tripa
(aunque suene mal, se llama así) o cuerpo del libro propiamente
dicho, ese que se vertebra de páginas.
John Alcorn y Murray McCain. ¡Libros! Editorial Gustavo Gili.
Camisas o
sobrecubiertas
Si nos aventuramos a
internarnos en los libros y desde la zona más externa hacia
la más interna, hemos de empezar por la camisa o sobrecubierta. Se
define a esta parte del libro, muchas de las veces opcional o
complementaria, como la hoja fabricada en papel o cartulina que
protege la cubierta y contracubierta de un libro, suele estar
ilustrada y es de quita y pon (Yo lo asemejo al guardapolvo del
maestro, a la bata del médico). Se adhiere a la cubierta o tapa
gracias a dos solapas o lengüetas que se pliegan hacia la zona de
las guardas.
En un principio y como
todas las demás partes del libro de las que hablaremos hoy, las
camisas tenían una función de protección que posteriormente daría
lugar a una función más explicativa y por último, la que hoy
tratamos aquí, más narrativa. La camisa no es un elemento muy
frecuente en los álbumes, pero sí encontramos algunos ejemplos. De
entre estos, el aquí mirón se ha fijado en tres títulos que están
muy inter-relacionados ya que toman como excusa el objeto libro para
crear sus narraciones (¿Casualidad?).
En primer lugar tenemos
la camisa de un libro de Jörg Müller, El libro en el libro en el
libro (editorial Serres).
Está ilustrada a modo de papel de regalo sujeta por un lazo y que,
justamente en la esquina superior derecha, simula estar rasgada
dejando ver la ilustración de la tapa: la mitad de la cara de una
niña. De este modo, la guarda no sólo tiene su función narrativa
(el libro como regalo), sino que además de una funcionalidad
protectora. Sirve de antesala a la lectura, de mirilla para que el
lector curiosee y quede atrapado (¿Quién es esa niña? ¿Qué hace
ahí?). En definitiva, abre una historia de universo metaficcional
(metaimágenes para ser más exactos) ya que, cuando abrimos el libro
y pasamos las páginas, la primera imagen es la de esa niña que,
precisamente, está rasgando el mismo envoltorio y encontrando el
mismo libro. Ese reflejo favorece la identificación del lector con
el protagonista y, de un modo indirecto, lo embebe en el mensaje.
Otro libro del que hay
que hablar es uno con el que Blackie Books nos ha sorprendido en
2016, Mi amigo libro de Kirsten Hall y Dasha Tolstikova,un
álbum que también trata sobre libros pero que, a diferencia con el
título anterior, propone una retroalimentación con el lector desde
dos perspectivas, una intelectual (el lector identifica al libro
protagonista con el libro que tiene en sus manos, aunque en este caso
sea al final de la narración) y otra física, ya que conlleva la
manipulación del objeto libro para alcanzar todo el poder discursivo
de la historia puesto que la camisa, esa hoja que en principio tiene
poca importancia, cobra vida cuando la retiramos de las tapas y
descubrimos la sorpresa que guarda.
Por último y en lo que
se refiere a camisas tenemos la obra de Barney Salztberg y Fred
Benaglia, Abraza este libro, otro título también publicado
el año pasado por Phaidon. En él, la camisa supone adentrarse en un
juego de palabras, el del propio título (“abraza este libro”) ya
que, al dejarlo desnudo descubrimos que ese libro que pulula de
página en página y de mano en mano, no es ni más ni menos que el
que tenemos en nuestro regazo y cuya tapa va orlada con un gran
corazón rojo que lo identifica formalmente.
Aunque todas tienen
carácter de elemento peritextual (rodean a la narración) hay que
decir que la ideada por Kirsten Hall y Dasha Tolstikova tiene un
elevado componente intertextual, ya que pasa a formar parte
importante del relato que recoge este título, y la que se refiere a
Abraza este libro es más epitextual ya que sirve como
elemento distractor a la hora de desentrañar todo el mensaje del
libro.
John Alcorn y Murray McCain. Solapas delantera y trasera de la camisa de ¡Libros! Editorial Gustavo Gili.
Cubiertas o tapas
Damos paso así a la tapa
o cubierta, un elemento que de forma más común, suele añadir
elementos narrativos para con la historia que sostienen. Las tapas o
cubiertas, bien sean de cartón o cartulina cumplen una misión de
protección y soporte de la tripa del libro, así como, generalmente,
recogen los datos básicos de la portada (título, autores y
editorial), pero en el álbum constituyen un espacio en el que
también se nos pueden anticipar datos referentes al contenido del
libro, a su narración.
Aunque en un inicio las
cubiertas o tapas eran de color liso y no estaban ilustradas,
conforme avanza el desarrollo del mundo editorial empiezan a contener
ilustraciones que, en muchos de los casos eran meras reproducciones
de las imágenes del interior. Las tapas peritextuales empiezan a
aparecer a mediados del siglo XX cuando los autores de los álbumes
ilustrados comienzan a idear ilustraciones específicas que
complementan o sintetizan las historias recogidas en la tripa del
libro, algo de esperar teniendo en cuenta que suele presentar al
objeto libro que tenemos ante los ojos.
De entre todo este tipo
de tapas me gustaría destacar dos tipologías. En primera instancia
aquellas en las que cubierta y contracubierta forman una única
imagen que es diferente al del resto de las ilustraciones del libro.
Mientras que unas como la del clásico Donde viven los monstruos
de Maurice Sendak (editorial Kalandraka) añaden otra magnífica y
evocadora estampa a la narración y sitúan al lector, otras desvelan
un dato muy importante sobre la narración, como es el caso de la
cubierta de Lobo de Olivier Douzou (Fondo de Cultura
Económica), que si no desplegamos nunca llegaremos a saber, y
algunas sirven como lugar en el que empezar, finalizar y/o continuar
la narración, para experimentar y, sobre todo, jugar, como por
ejemplo las de El otro lado de Istvan Banyai (Fondo de
Cultura Económica).
Seguramente y al igual
que las guardas (apartado siguiente), podríamos clasificar todas
ellas en varias tipologías dependiendo del tipo de intención o de
función discursiva, así que: ¡Al lío! ¡Ya tienen trabajo!
¡Hurguen en sus estanterías!.
En segundo lugar he
prestado atención a aquellas tapas manipuladas físicamente, como
por ejemplo las cubiertas troqueladas, unas que, como en el caso de
las camisas, pueden ser una perfecta antesala para dejar entrever lo
que va a suceder cuando levantemos este primer lugar en el que
establecer contacto visual o para constituir un espacio narrativo de
primer orden. De entre las que he encontrado por los rincones de mi
hogar les traigo las de El pequeño rey de las flores de Kveta
Pacovska (Kókinos), El gran libro de los miedos del ratoncito
y ¡Otra vez!, ambos de Emily Gravett (editados por Picarona),
y La historia de Erika de Ruth Vander Zee y Roberto Innocenti
(Kalandraka).
En El pequeño rey de
las flores, el troquel en forma de ventana de la cubierta y la
contracubierta, además de un espacio donde se presenta a los
protagonistas, está actuando como puerta sintética de lo que se
narra en el interior, aunque en la contracubierta, la autora,
bastante previsora y para no desvelar el final de la historia a
través de la tapa, añade una pestaña o solapa que oculta la imagen
final. Algo similar sucede con la cubierta de El gran libro de los
miedos del ratoncito, donde vemos un troquel con forma de
mordisco sobre la tapa delantera que funciona como carta de
presentación de nuestro narrador, el ratoncito.
Sin embargo en ¡Otra
vez!, y como ocurre en lo que hemos hablado de las camisas, se
establece una relación intertextual entre la tapa troquelada y la
acción que se desarrolla en el libro, es decir, se le da
protagonismo al objeto libro y lo que acontece fuera y dentro de él
para establecer un feedback con el lector.
Para finalizar con estos
ejemplos les he traído La historia de Erika, un libro donde
tapa y guarda interaccionan. Aparentemente la tapa es lisa y en ella
se puede observar una escena en color gris, pardo ceniciento que no
nos dice mucho. Lo interesante viene cuando nos fijamos que se ha
troquelado la tapa con forma de estrella, abrimos el libro y
extraemos esa figura. Tras cerrar la tapa sin ese elemento de nuevo
observaremos como se pueden ver las guardas de color amarillo a
través del hueco que ha quedado: una estrella de seispuntas en color
amarillo, el símbolo con el que los judíos eran enviados a los
campos de concentración nazis. Lo que en un principio era una
cubierta monocroma que no despertaba demasiado interés, nos descubre
de modo simbólico de los horrores que trata esta historia.
Guardas
Finalmente llegamos a las
guardas, unos elementos sobre los que más atención se ha prestado
en los últimos tiempos, probablemente por ser una de esas partes del
libro menos visibles o llamativas (ya saben esas hojas de papel que,
escondidas tras las tapas, las adhieren a la tripa del libro). Es
bien sabido que estas hojas han evolucionado notablemente a lo largo
de todos estos años, han crecido en forma, estilo o función.
No soy el primero que se
ha fijado en estos lugares, es por ello que les remito a los
artículos académicos de Lawrence Sipe y Carolina McGuire (Picture endpapers. Resources for literary and aesthetic interpretation),
de Emma Bosch y Teresa Durán (Una tipología de las guardas de los álbumes)
o los de Elena Consejo Pano (Peritextos del siglo XXI. Las guardas en el discurso literario infantil y
El discurso peritextual en el libro ilustrado infantil y juvenil), el
ejemplificado de Anna Juan Cantavella, la coleccionista de
libros-álbum (Entre la anticipación y la ampliación: de peritextos y álbumes), o la nota curiosa de Ana Garralón (Cómo se “guardan” los libros: un pequeño homenaje), por lo que,
lejos de parafrasear a todos estos autores y resultar redundante, sí
les traigo una pequeña miscelánea sobre las guardas que más me
gustan y que he encontrado en mi biblioteca personal y en la
colección de álbumes de la Sección del Libro y Programas de la Red
de Bibliotecas Municipales de Albacete. ¡Gracias! (N.B.: ¡Tengan
cuidado a la hora de estampar el sello de la biblioteca, el código
de barras o el número de registro, ya que pueden ocultar un detalle
hermoso!).
Como se aproximan las vacaciones y estoy algo vago, esta entrada de hoy tiene concurso: enviaré un álbum ilustrado al primero que escriba todos los títulos de estas guardas en los comentarios de esta entrada, los acierte, y su dirección de correo postal se adscriba al territorio español. El plazo límite es el 21 de abril de 2017. ¡Aprovechen que hoy estoy que lo tiro!
Otras posibles
geografías que cuentan
En los últimos años
empiezo a ver como portadillas y portadas buscan nuevos huecos en el
cuerpo del objeto libro con diferentes finalidades narrativas y
golpes de efecto, fajas (se llama así a ese pedazo de papel estrecho
que muchas veces se dispone sobre la camisa de ciertos libros y que
las editoriales suelen utilizar como espacio publicitario) en las que
se incluyen detalles metaficcionales, cintas marcapáginas que si no existieran no podríamos captar la esencia narrativa, y lomos de libros de una misma
colección que conjuntamente son capaces de dibujar nuevas imágenes
que nos hablan de esa colección y esos libros.
Todo ello nos lleva a
pensar que todavía quedan muchos rincones, muchos países por
conquistar en lo que a narrativa se refiere, y que el álbum, ese
género en el que se unen dos lenguajes, tiene la capacidad
suficiente para ello.
Adrien Parlange. 2017. La cinta. Kókinos. (Marcapáginas textual / peritextual)
Norman Messenger. 2011. Imagina. SM. (Faja peritextual)
Al igual que a ti este tema me encanta. ¡Lástima que no vivo en España para poder participar en el concurso! te comparto la bibliografía de un articulo que hace poco escribí un artículo sobre las guardas Giving texts meaning through paratexts: Reading and interpreting endpapers. School Library Monthly, 30(December 2013), 21-23. ISSN 0889-9371. Avísame, si te interesa verlo y te lo puedo enviar
ResponderEliminar¡Hola LIJSHOA! ¡Pues claro que me interesa! Si me lo puedes enviar, te lo agradezco. La dirección de correo-e es dvlm.lij@gmail.com ¡Mil gracias por el comentario y la información! Siento que estés fuera de España... ¡Un abrazo y espero verte más por aquí!
ResponderEliminarDespués de un esfuerzo propio y colaborativo, te pongo el listado de títulos menos uno, y a ver si entre todos lo acabamos de resolver.
ResponderEliminarLa carrera. Caroline Repchuk - Alison Jay
Olivia. Ian Falconer
El príncipe feliz. Óscar Wilde y Maisie Paradise Shearring
Demeter - Ana Juan
Barcos para papá - Jessixa Bagley
Buenas noches a todos - Chris Haughton
La mejor Navidad - Chih-yuan Chen
El árbol de la vida - Peter Sis
...
La sorpresa de Nandi - Eileen Browne
Una casa para el abuelo - Grassa Toro e Isidro Ferrer
La promesa - Nicola Davies y Laura Carlin
Titiritesa - Xerardo Quintiá
La noche estrellada - Jimmy Liao
Mensajero de las estrellas, Galileo Galilei - Peter Sis
Creo que no me he equivocado en ninguno. ¡Saludos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY, como ha descubierto Montse Méndez en el grupo de La Biblioteca de los peques: literatura infantil y juvenil, el libro que queda es... redoble de tambores....
ResponderEliminarLa carta de la señora González - Sergio Lairla
Después de volverme loca pongo la lista con el libro que falta:
ResponderEliminarLa carrera. Caroline Repchuk - Alison Jay
Olivia. Ian Falconer
El príncipe feliz. Óscar Wilde y Maisie Paradise Shearring
Demeter - Ana Juan
Barcos para papá - Jessixa Bagley
Buenas noches a todos - Chris Haughton
La mejor Navidad - Chih-yuan Chen
El árbol de la vida - Peter Sis
La carta de la señora González - Sergio Lairla y Ana Isabel González Lartitegui
La sorpresa de Nandi - Eileen Browne
Una casa para el abuelo - Grassa Toro e Isidro Ferrer
La promesa - Nicola Davies y Laura Carlin
Titiritesa - Xerardo Quintiá
La noche estrellada - Jimmy Liao
Mensajero de las estrellas, Galileo Galilei - Peter Sis
Enhorabuena a todos los participantes y gracias por este reto, ¡ha sido divertido!
ResponderEliminarHola! Siii ha sido muy divertido, sobre todo leer a Rubén, y también a Carolina, ha estado muy reñido!!! Yo me apunto a esa conversación sobre literatura infantil!!! Gracias Román, me ha parecido fantástico y emocionante... necesitamos más concursos de este tipo!!!
ResponderEliminarBuf, yo sólo conocía tres por las guardas! Olivia, una casa para el abuelo y uno de mis favoritos, de los que más me han impresionado: La carta de la señora González. Además de que adoro a la señora G. Y al señor L.
ResponderEliminar¡¡Cómo me ha gustado esta entrada!!. Gracias Román, un abrazo
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