De un tiempo a esta
parte, las cosas del libro se están animando. Los que reclamábamos
más visibilidad de lo literario a base de espectáculo y varietés,
empezamos a vislumbrar algo de luz al final del túnel gracias a la
apuesta que muchos lectores están haciendo desde ciertas redes
sociales. Los canales de YouTube se llenan de gentes que ven en el
libro un arma inmejorable para hacer frente al aburrimiento, e
Instagram, la red social de moda, está a rebosar de álbumes
ilustrados y sugerencias de lectura de todo tipo. Aunque claro,
mientras algunos nos ponemos locos de contentos gritando consignas
como “¡Hip, hip, hurra! ¡La lectura como estilo de vida!” o
“¡Plastas y casposos fuera de los libros!”, otros nos miran de
soslayo mientras musitan: “Puro postureo...” “¡Esos no saben
lo que es leer!” o “Demasiado neón para tan poco puticlub”...
Así que, amigos, como
con detractores y partidarios el salseo está servido, sólo me resta
decirles: ¡Al lío!
Cuando yo empecé en esto
de los blogs de LIJ allá por el año 2008 no había mucho donde
elegir. Eramos cuatro gatos los que nos interesábamos por este tipo
de literatura tan minoritaria y es raro el que ha aguantado todo este
tiempo. La cosa se pone en ebullición a raíz de la crisis
económica, un panorama en el que la gente empieza a buscar parcelas
con las que subsistir. Nacen las librerías infantiles, las
editoriales especializadas en publicaciones sobre crianza, las
tiendas on-line de juguetes respetuosos (me descojono cada vez que alguien utiliza esta palabra como sinónimo de “políticamente
correcto”), la ropa para bebes y tendencias educativas
todopoderosas. Todo ello lleva asociados espacios y páginas
web con los que darse a conocer que, finalmente han desembocado en un ingente entramado social virtual donde los libros
infantiles son los protagonistas.
Ahora bien, si empezamos
a brujulear dentro de esa gigantesca tela de araña, vamos observando
como dista poco de la realidad de la LIJ física y material que he
comentado hasta la saciedad (pueden echar un ojo a este artículo sobre especialistas y críticos de LIJ que muchos leyeron pero del
que poco se habló), donde todo cabe... No obstante y como en
cualquier panorama novedoso o “revolucionario” (hipérbole
descriptiva al canto), veo ciertos puntos interesantes sobre los que
detenerse y que desgrano a continuación.
En primer lugar hay que
hablar de los motivos económicos, muy presentes en cualquier
entorno. Si bien es cierto que muchos de estos influencers han nacido
al amparo de unas expectativas de negocio (como otros muchos que no
lo dicen o envuelven sus intenciones en un celofán edulcorado) y
enriquecimiento rápido (no hay más que ver blogs llenos de banners
publicitarios o enlaces al gigante Amazon), hay que decir que otros
muchos, entre los que destacan educadores y padres, se preocupan por
aupar la literatura y la figura del libro, y se toman en serio esto
de la lectura.
También hay que
detenerse en la calidad de los contenidos, a mi entender, el más
peliagudo... Mientras algunos se apresuran a decir que todos estos
bichos (me encanta esta palabra en la que me incluyo) de Instagram y
YouTube no tienen ni puta idea, que la mayoría apuestan por libros
comerciales y series de literatura “crossover” y/o “young-adult”,
que muchos de ellos no se leen los libros reseñados y hacen acopio
de las reseñas y dossieres informativos elaborados por las propias
editoriales, yo prefiero ser más cauto y no apuntar con el dedo (por
lo menos esta vez). Es evidente que la mayor parte de booktubers y
bookstagramers son jóvenes, algo que no debe extrañar a nadie
teniendo en cuenta que las modas y tendencias tienen más de
sincrónico que de anacrónico, y que cada generación elige sus
propios medios de comunicación (No se empeñen, mis alumnos
prefieren mil veces navegar en YouTube que darle al zapping). Esto,
evidentemente, puede llevar ligada cierta inexperiencia o falta de
documentación a la hora de tratar algunos temas, pero, ¿quién no ha
sido primerizo alguna vez?, ¿quién sabe todo antes de
nacer? El estudio necesita tiempo y quizá, los aprendices del hoy,
sean los especialistas en LIJ del mañana, por lo que no creo que sea
lícito subestimarlos por su edad o sus errores (he aquí un síntoma de la vejez, háganselo mirar). Por favor, mientras
los unos crecen y leen (nadie regala nada), otros debemos ser generosos y aperturistas.
Sería una pena que envidias y cuitas de poder fueran cortapisa y
bandera, algo que, por desgracia, abunda en nuestra condición
humana.
Por último, me veo en la
obligación de exponer lo que más me gusta de estas plataformas para
apoyar al libro y la literatura: el formato. Es bastante paradójico
que para defender la palabra escrita se utilicen medios donde
precisamente esta está cada vez más ausente, ya que son las
imágenes estáticas y/o dinámicas donde reside el atractivo de Instagram o Youtube.
Dejamos aparte las críticas sesudas y las salas de despiece y
optamos por resumir nuestras afinidades para con los libros tomando
como excusa nuestros estados anímicos, lo cotidiano y este
maravilloso atrezo que es el mundo, en un solo vistazo. Los libros nos
entran por los ojos antes y después. La capacidad sintética de la
imagen nos aleja de ciertas redes sociales, como Facebook (¡Hay que
ver los discursitos que se marcan muchos en su muro) y Twitter (la
verdad es que el tuiteo constante es muy poco práctico) donde el
texto es tan importante como la imagen, y nos acercan a otras en las
que podemos prescindir de las palabras aunque también nos lleven a
ellas. Si no tienen bastante, les recomiendo que lean este post y reflexionen un poco más.
Y así llego al epílogo
de este casero y breve estudio sobre nuevos influencers (en breve
incluiré muchos de sus canales y perfiles en el apartado de
“enlaces”). Todo sea por el libro y su debate, por el avance y
nuestro disfrute.
Nota: Todas las imágenes que acompañan a esta entrada son obra de Jonathan Wolstenholme.
Estoy en general de acuerdo con lo que expones en esta entrada, pero este "nuevo" modo de presentar libros excluye a los que no estamos en las redes sociales, por eso me gustan los blogs. Creo que lo que aparece en ellos está más meditado y reflexionado.
ResponderEliminarPor tanto, gracias por seguir publicando y un saludo.
Carmen.
¡Muchas gracias por la apreciación, Carmen! Es cierto que no todo el mundo está en las redes sociales. ¡Un abrazo monstruoso!
ResponderEliminarAcuerdo con Carmen que lo ha dicho muy bien. ¡Me encantaron las ilustraciones!
ResponderEliminarTe sigo leyendo, Cariños
¡Gracias por tu comentario, Irene! ¡Un abrazo!
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