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lunes, 4 de diciembre de 2017

Apuntes sobre la fantasía épica y una novela gráfica genial


La fantasía épica está de moda, no sólo desde que la serie Juego de Tronos irrumpió en nuestras vidas de la mano de la HBO, sino desde mucho antes, unas cuantas décadas atrás, quizá un siglo. Por todos es sabido que la revolución en este género literario tuvo un antes y un después con El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien , un autor al que muchos regresamos cuando nos toca hablar de los libros de fantasía heroica. De hecho es uno de los títulos clave para entender las premisas que llevan a los jóvenes lectores a sentirse más que atraidos por las historias de espadas y brujería.


Hay ciertos puntos comunes en todo este tipo de historias de los que destaco dos. En primer lugar apuntar al héroe o protagonista, un que suele ser un tipo normal. Chavales que tienen una vida bastante vulgar y corriente dentro de un contexto (Nota: da igual que Frodo la desarrollase en la ficticia Tierra Media, y que Bastian, el de La historia interminable, respirase un aire más similar al de nuestro mundo), personajes todos ellos con los que un adolescente, el joven lector que se debate en conflictos amorosos y familiares, se puede sentir identificado. En segundo lugar y de manera inevitable, hay que referirse a la eterna lucha entre el bien y el mal, una constante en cualquier humano pero más presente todavía en el proceso de maduración personal de los jóvenes, donde aspiraciones, debates, ética, lógica y moral, constituyen una encrucijada en la que más de uno se puede perder.


Entre los contras que se le pueden encontrar a este tipo de literatura, así, a botepronto, me topo con dos... Si bien es cierto que en sus comienzos las obras de fantasía épica estaban contextualizadas en mundos claramente medievales donde seres de la mitología escandinava y las leyendas artúricas campaban a sus anchas, conforme ha ido pasando el tiempo el abanico de ambientaciones se ha ido abriendo a contextos mesopotámicos o de la Grecia clásica (véase la saga de Percy Jackson), lo que ha ido enriqueciendo dichos mundos de seres fantásticos y monstruosos con orígenes culturales diferentes, lo que puede provocar cierta confusión en el lector. Por otro lado también hay que apuntar a lo fantástico como un arma de doble filo para sus lectores... Mientras que hay ocasiones en las que la fantasía puede ser liberadora y desembocar en una especie de catarsis para el adolescente, también puede subyugar a esos lectores a un mundo irreal del que, tarde o temprano se tienen que escapar para entrar en la vida adulta. Este fenómeno sobre el que llaman la atención muchos profesionales de la psicología y la pedagogía, podría asimilarse al mundo ficcional de las redes sociales y los cuentos de hadas: el joven es incapaz de discernir entre realidad y fantasia y vive anclado en este tipo de mundos irreales. El caso es vivir en la ficción, bien enganchados al móvil, bien a las novelas de magos y dragones.


Si bien es cierto que hay multitud de sagas de fantasía épica noveladas por las que han destacado autores nacionales (Laura Gallego, Memorias de Idhún, o Ana María Matute, Olvidado Rey Gudú) e internacionales (Margaret Weiss y Tracy Hickman, Dragonlance, o Ursula LeGuin, Historias de Terramar), hoy me gustaría traer a esta palestra una obra en cómic, concretamente el Mouse Guard de David Petersen (que por cierto también ha ilustrado obras como El viento en los sauces de Kenneth Grahame). Aunque ya hice referencia a la saga en este monográfico sobre cómic infantil y juvenil, tenía una cuenta pendiente con los títulos que han sido publicados en castellano por Norma Editorial, concretamente con los volúmenes Otoño 1152, Invierno 1152 y Hacha Negra.


A pesar de que muchos son reticentes a incluir esta novela gráfica en el género de la fantasía épica ya que la magia no es extrema en este mundo de ratones ambientado en el siglo XII (que se supone es paralelo al de los humanos aunque todavía no los he visto aparecer en ninguna viñeta), un servidor sí que lo hace ya que contiene muchos elementos narrativos que aparecen en este tipo de literatura como son la lucha entre buenos y malos (sean de la misma especie u otra como las comadrejas), los lapsos espacio-temporales y el flash-back, la conversión de un mundo imaginario en real (algo que se hace posible con mapas, planos, lenguas...), la existencia de un viaje y de una aventura (¡Todo un clásico!), y valores como el honor, el compañerismo y la lealtad. Por supuesto, no hay que dejar pasar su toque medieval (me encanta la caracterización de los personajes, sobre todo en lo que se refiere a escenarios y vestuario) ni el estilo preciosista de las ilustraciones.
Todo ello hacen estos libros un regalo ideal para lectores avanzados, niños y no tan niños, que gustan de este tipo de género y de que los sorprendan.


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