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jueves, 28 de junio de 2018

¡Una de libros de actividades para el verano!



Llegan los calores y aquí estamos, pasando penurias hasta que lleguen las vacaciones (reales, que aún nos quedan reuniones diversas). Nada mejor como una buena sombra y la orilla del mar para entretenerse durante las próximas semanas. Seguramente muchos de ustedes echen mano de novelas, sopas de letras, sudokus o autodefinidos, pero ¿y los niños? Sí, sí… que construyan castillos de arena, que le den patadas al balón o busquen erizos entre las rocas, pero en las horas de más calor, como no se echen la siesta, ¡el Dios que los aguanta! Así que, aquí les dejo una buena tanda de libros de actividades que no tienen desperdicio para que ofrezcan ocio a pequeños y jóvenes durante los meses de verano en vez de los típicos cuadernillos de repaso (yo los odiaba profundamente). ¡Ah! ¡ Y todos ellos también aptos para adultos!


Robin Jacobs. Pasaporte. Fulgencio Pimentel. Empezamos con uno de los libros de actividades que más me ha gustado de los últimos meses. Orientado para niños que cruzan fronteras de la mano de sus padres, la editorial Fulgencio Pimentel les provee de un segundo pasaporte con el que descubrir, no sólo los países visitados, sino el antes, el durante y el después. Instrucciones divertidas y ocurrentes ayudan al pequeño artista en su labor de dar tumbos y conocer el mundo con monedas, logotipos de aviones o comidas exóticas.



María Ramos y Tu yo del futuro. El libro del futuro. Fulgencio Pimentel. No les voy a negar que este engendro de papel tiene mucho swagg, más que nada porque es una cápsula del tiempo convertida en libro (¿se lo imaginaban?). Este libro nos pide datos, nos da instrucciones, nos busca y nos encuentra. Cómo somos, nuestras familias, cuáles son tus aficiones y sueños. Mirando al futuro desde el presente, oteando el pasado desde el mañana. Si añadimos que la editorial se compromete a ayudarnos en su rescate dentro de unos cuantos lustros, la cosa no tiene desperdicio. ¡Me vuelve loco esta idea!



El Hematocrítico (Miguel Ángel López) y Olga Capdevila. Cuadernito de escritura divertida. Blackie Books. En este cuaderno, además de escribir cosas que se nos ocurren en el día a día o en nuestra imaginación desde una perspectiva humorística (es la especialidad de este maestro-autor), podemos encontrar contextos poco frecuentes en un libro de escritura, como la pantalla de una tablet o una conversación a través de Whatsapp (lugares próximos al público infantil hoy en día) para crear conversaciones extrañas, chistes o cartas. Aderezado por el grafismo en negro y rosa fluorescente de la siempre acertada Olga Capdevila, creo que el grito de guerra puede ser: ¡No se lo pierdan!



Anders Arhoj. Búscame. Andana. Desde que vi este libro en la estantería, me quedé prendado por su portada tan sugerente (todavía no sabría diferenciar la delantera de la trasera excepto por el color). Un par de ojos en un fondo magenta me miran, otro par de ojos sobre fondo azul también. Nos invitan a abrir los nuestros como platos e ir buscando en cada doble página a los personajes protagonistas de este desafío, de estos dos caminos que confluyen en un encuentro final. Con una factura gráfica impecable, el autor danés propone escenarios coloristas y divertidos sin desperdicio.



Aleksandra Artymowska. La maravillosa aventura de Lucas en busca de sus amigos. Mtm. En este otro libro hay que buscar (y encontrar, que no hay reto sin premio) salidas que ayuden a Lucas (y al lector) a pasar página. Es así como escenarios laberínticos cada vez más intrincados, son el escollo que encuentra Lucas para dar con sus amigos. Cavernas, tuberías, árboles, paisajes polares, estatuas y un sinfín de obstáculos en los que el niño encuentra mundos imaginarios donde disfrutar. ¿Logrará dar con ellos? Sean optimistas y ayuden a sus hijos con la tarea de un buen sherpa.



Bunpel Yorifuji. Rakugaki. Cómo potenciar tu imaginación a través del dibujo. Blackie Books. Dirigido a zoquetes del dibujo (sí, como lo oyen, con desparpajo y alegría) este manual intenta dar unas pinceladas muy acertadas (se lo digo yo que el dibujo es una de mis aficiones) sobre las bases del trazo y la línea. Recomendaciones posturales, sobre el material, líneas básicas, volumetría… nos empujan a dar vida a personajes y situaciones. No crean que hay que complicarse mucho la existencia, cada uno hace lo que puede y eso es lo mínimo para pasarlo bien.



Peng + Hu. Hirameki. El genial pasatiempo de la mancha y el garabato. Sexto Piso. Hirameki es un pasatiempo oriental en el que partiendo de una mancha, de acuarela generalmente, el ocioso busca en su imaginación algo que quepa en ella. Coge un bolígrafo y lo dibuja sobre esta sin pudor. Es así como este libro nos propone diferentes ejercicios temáticos sobre páginas llenas de manchas. Bien fácil y entretenido. ¿Será por eso que el significado literal de esta palabra nipona es “rayo de inspiración”?



Serge Bloch. 3, 2, 1… ¡A dibujar! Cocobooks. De la mano de uno de los mejores ilustradores franceses del momento, se nos presenta un libro muy divertido en el que Serge Bloch da una serie de consejos y pautas para crear escenarios de ficción gracias a elementos reales que tienen poca relación. Es así como se origina su estilo inconfundible a caballo entre el collage y la edición  fotográfica. Me gusta (sobre todo para mí... ¿quién me lo regala?).



E. G. Lutz. Qué dibujar y cómo dibujarlo. Mtm. Orientado a todo tipo de público, en este libro publicado por primera vez en 1913 (no se dejen guiar por su aspecto, ¡los niños también leen libros de otra época! ¡Más todavía si son geniales!) encontramos una serie de sugerencias o clases breves de la mano de uno de los maestros de Walt Disney (o al menos es lo que se dice). En cada página se presenta un proceso para dibujar gallinas, ranas, mapaches o niños, y que cualquiera sea capaz de darles vida con una lápiz y un papel. ¿Se animan?



Asís Percales. Manual del Pintamonas. Mosquito Books. Entre tanto libro para colorear flores y mandalas, nace este manual con una idiosincrasia similar. Lo diferente es que no hay que dar color a motivos repetidos, sino a ilustraciones con cierto aire vintage (me recuerdan a la “old school” del tatuaje) y muy cañí. Para todos los públicos, aunque yo me atrevería a regalárselo a algún adolescente modernito, que siempre pueda añadir algo de su cosecha.


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