No hacen más que anunciar que se acabaron los días soleados
(no será el de hoy). Que por fin se avecina el fresco (“Ciclogénesis explosiva”
lo llaman). Y a tenor de las rebajas ¿otoñales? del grupo Inditex (¡Oiga, qué
precios!), yo discrepo. Lo siento señores monstruos, pero me fío más de Amancio
Ortega que de los presentadores del tiempo (El de “La 1” ya no es lo era… Con
ese cambio de imagen, la han cagado). ¿Se pasan el día vendiéndonos el cambio
climático y ahora pretenden que nos traguemos esto…?
Seguramente el termómetro caiga unos cuantos grados, pero
invertir la tendencia de los últimos años se me antoja imposible, más todavía
cuando algunos nos hemos acostumbrado a rezar eso de “En España siempre es
verano”, más “hot” todavía si nos paseamos por el senado, Benidorm o Mazarrón.
Y con este tole-tole climatológico, llego a uno de los
álbumes que más me ha cautivado durante los últimos meses, El día que Baldomero robó el sol
(Ediciones Ekaré). Y es que esta historia de mi siempre admirado Nono Granero,
además de tener como protagonista al astro rey, huele a muchas cosas. Les diré el
por qué…
En primer lugar tiene cierto aroma a tradición. Por un lado
el autor incorpora a Baldomero, el pequeño diablo que desencadena la acción con
una de sus jugarretas y que me recuerda sobremanera al Rumplestiltskin, el
eterno antagonista de los cuentos tradicionales alemanes. Por otro, y gracias a
unas ilustraciones donde priman los tonos ocres, plasma lo cotidiano de un
pueblecito típicamente español, quizá un poco trasnochado (vean en sus muros y
tejados cierto sabor añejo, cierto tiempo pasado).
También llamo la atención sobre la importancia que su autor
da a la figura femenina en una narración que tiene mucho de hermosa. María y
las vecinas del lugar son las verdaderas heroínas en una historia, tan
cotidiana, como fantástica, que ensalza el necesario papel del ama de casa en todo
tiempo humano. Porque a golpe de muñeca y tenedor, son estas mujeres las que hacen
brillar de nuevo al sol.
Por último, y para ahondar en la poética y sus mensajes,
creo que se antoja una lectura rutinaria, no sólo cuando subimos la persiana y
corremos la cortina, sino a cualquier hora del día. Cuando vemos las noticias,
cuando hacemos la compra, cuando reñimos con la familia… Porque habla de todos
y cada uno. De lo poco que aportamos y lo mucho que conseguimos.
No me extraña que haya sido seleccionada en los White Raven
de este año (echen AQUÍ un vistazo a todas las obras en castellano seleccionadas), pues es un libro con el
que he recordado, disfrutado y soñado a partes iguales. Gracias.
Estupenda reseña, puedes estar seguro de que provocas un deseo irresistible de leer!!!
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tus recomendaciones.