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lunes, 22 de octubre de 2018

Semana de los cuentos (I): Cuentos selváticos



Durante las últimas semanas tenía muchos cuentos sobre la mesa (más de los habituales), así que me he decidido por abrirles un hueco en este espacio, concretamente durante esta semana, a la que, para darle un toque de cohesión, he llamado “semana de los cuentos” y así hablarles un poco de este tipo de narraciones que tanto bien han hecho por los monstruos.
Empiezo por los Cuentos de la Selva de Horacio Quiroga, una serie de relatos que el autor uruguayo dedicó a los pequeños lectores y que cumplen cien años en este 2018.  Nórdica Libros ha querido celebrarlo con una nueva edición de este ya clásico de la literatura en español acompañándolas de los delicados dioramas del artista y escultor Antonio Santos, y yo, tan bien mandao, me los he releído en la hamaca durante el verano.


La primera vez que leí estos cuentos fue allá por los noventa, cuando estaba sumergido de lleno en la literatura latinoamericana, sobre todo con el realismo mágico del XX y, hurgando en textos anteriores, llegué hasta estos cuentos con los que cumplí (en cierto modo) un sueño de juventud: viajar a la selva. Sólo me transporté y me dejé hacer. Yacarés, coatís, tortugas, flamencos y loros me acompañaron en un hábitat umbroso y húmedo. Me divertí, lo pasé en grande.


Esta segunda lectura y casi veinte años después me ha permitido valorar otras cosas… En primer lugar he conocido a Quiroga (un poco, que este hombre era muy intenso), y he visto su capacidad para mirar el mundo, trasladar su belleza. Me he topado con una mirada infantil, sencilla, quizá un poco triste, atormentada también (no demasiado teniendo en cuenta que su vida estuvo rodeada de tragedias y suicidios), que nos muestra un universo onírico y nos deja comprender el mundo.
También he constatado lo que según muchos estudiosos, era el afán de Horacio Quiroga, crear una literatura de relatos con carácter latinoamericano que se alejara de las corrientes europeas. Mientras que sus coetáneos intentaban copiar de autores como Edgar Allan Poe o Rudyard Kipling, máximos exponentes de este tipo de literatura al otro lado del Atlántico, el escritor desarrolló un lenguaje rico y exuberante, mágico y selvático, nuevo.


Si bien es cierto que Quiroga escribió estos relatos con una dirección eminentemente infantil, es la obra que más ha trascendido de él, no sólo en el ámbito de la infancia, sino en la literatura para jóvenes y adultos. Intelectual de gran magnitud, creo una obra en parte ecologista que puede extrapolarse no sólo al ámbito literario, sino a otros muchos. Su empeño por iluminar y contagiar a los lectores con su amor por la tierra, bien merece un aplauso.


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