Contacto

viernes, 18 de enero de 2019

De célebres escritores y cambios animales



Uno de los espacios de Londres que más me llama la atención es la Poet’s Corner de la Abadía de Westminster. Se trata de un espaco en la nave sur del templo de la iglesia anglicana dedicado a honrar la memoria de todos aquellos que han contribuido a engrandecer la cultura, sobre todo de corte humanístico, inglesa. De entre todos los homenajes allí presentes, son dos los que, como buen lector, me han interesado, concretamente las tumbas (no sólo hay enterramientos, también placas, bajorrelieves o bustos) de Charles Dickens y Rudyard Kipling. Lo del primero es una cuestión de admiración (ya saben que es uno de mis  favoritos) y lo del segundo tiene más que ver con los monstruos, pues es de admirar que un escritor que logró fama con sus novelas y relatos infantiles este sepultado aquí (Y ojo, porque a mi juicio, el honor es para reyes y princesas y no viceversa).
Es cierto que Kipling fue un autor muy prolífico, tanto de textos periodísticos y ensayos, como de relatos y novelas dirigidas a los adultos, pero nada sería de él si los niños no se hubieran fijado en obras como los Libros de la Selva, Kim, Puck de la colina Pook (del que por cierto vamos necesitando alguna buena edición) o Cuentos de así fue, parte del libro que nos acompaña hoy gracias a la última edición en castellano de Blackie Books.
Se podrían decir muchas cosas sobre este título… Por ejemplo que es un libro que nació al amparo de El segundo libro de la selva, concretamente del cuento Cómo empezó el miedo, en la escena en la que Mowgli escucha el cuento de cómo el tigre obtuvo sus rayas. También podríamos hacer alusión a que fueron ideados para darle las buenas noches a su primogénita Josephine, antes de que esta muriera de pulmonía a la temprana edad de 6 años. O que la primera edición (1902) estaba acompañada de las ilustraciones del propio autor (la edición de hoy cuenta con las de la reconocida artista catalana Marta Altés). Pero lo mejor es dejarles con parte de una de las cinco historias rimadas y remasterizadas por Elli Woollard (son 13 en la versión original) que narran la transformación de algunos animales hasta el aspecto que nos presentan hoy día. ¡Disfrútenlas!

Hoy voy a contaros por qué una Ballena
no puede tragarse a un marino
ni cruzar los mares con la tripa llena
como hace un modesto pingüino.

Creedme, la historia merece la pena…

Un gran animal de apetito brutal,
eso era la enorme Ballena,
y tenía un hambre tan descomunal
que nunca esperaba a la cena.

“¡Qué rica dorada! –decía encantada-,
¡que hermoso, ese atún tan lustroso!”.
Ni estando saciada cambiaba por nada
un solo bocado sabroso.

Cuando amanecía, solía engullir
treinta bacalaos de una vez.
Hasta que un buen día se le oyó decir:
“¡Aquí ya no queda… ni un pez!”.
[…]

Rudyard Kipling.
Así fue como a la Ballena le encogió el gaznate.
En: Cuentos de así fue.
Adaptación de Elli Woollard.
Traducción de Miguel Azaola.
Ilustraciones de Marta Altés.
2018. Barcelona: Blackie Books.



No hay comentarios:

Publicar un comentario