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jueves, 7 de marzo de 2019

Grandes figuras de la ilustración LIJ (XXIX): Kvĕta Pacovská



Kvĕta Pacovská (Praga, 28 de julio de 1928 - 6 de febrero de 2023) fue una de esas leyendas del álbum, una mujer que con más de noventa años seguía en activo, sobre todo dando cursos, talleres y conferencias. 
Esta artista destacó en su infancia por sus aptitudes para el dibujo, algo que la llevó a ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas de su ciudad natal recibiendo clases de maestros como Emil Filla, seguidor del cubismo picassiano. Aunque vio interrumpidos sus estudios por la Segunda Guerra Mundial, consiguió graduarse en la especialidad de Arte Gráfico a finales de la década de 1940.




Ilustraciones para "Pohadky Pro Vsedni Dny I Pro Svatky" (Albatros, 1973)

Tras realizar trabajos personales que daban vida a los cuentos que narraba a sus propios hijos, fue contratada por varias editoriales para ilustrar libros de cuentos infantiles, entre los que destacaron los de los hermanos Grimm y los de Hans Christian Andersen. De esta forma, Pacovská labró su fama de ilustradora, creando imágenes de los personajes de cuentos infantiles más conocidos de algunas editoriales checas y alemanas. Pronto llegaron sus ilustraciones para la edición germana de la novela Momo, de Michael Ende, que le abrieron la puerta al universo de la ilustración infantil contemporánea. También destacables son sus imágenes para El señor de las moscas de  William Golding, donde comienza a trabajar el arte secuencial y del que dará buena cuenta en su producción de libro-álbum posterior. Siempre se quedarán en el tintero las ilustraciones para Alicia en el país de las maravillas, uno de sus libros favoritos de la infancia y que nunca ha ilustrado.



Portada e ilustración para "Momo"


Ilustración para "El señor de las moscas"

Durante el último cuarto del siglo XX, además de compaginar su trabajo como ilustradora editorial y tras coquetear con la disciplina escultórica a finales de los años 60 y primeros 70 (algo que tiene mucho que ver con su concepción de la tridimensionalidad en la página), empieza a experimentar en el ingrediente artístico de las ilustraciones, lo que se traduce en una incursión en el libro-álbum, un género que se presta a historias personales en las que la artista involucra toda una serie de ideas que aúpan su idiosincrasia sobre el libro. Es así como en los noventa, Pacovská publica Ein, fünf, viele (en castellano Uno, cinco, muchos, editado por Kókinos) que recibe un notable juicio de la crítica artística. A este le siguen dos libros excepcionales como El pequeño rey de las flores (1992) y Teatro de medianoche (1992), un libro con pestañas móviles para la creación de personajes donde se empieza a observar su viraje hacia el álbum manipulativo y conceptual. A estos le siguieron Colores, colores (1994), El cuadrado de Rond (1994), No hay dos sin tres (1995), Alfabeto (1996) y Hasta el infinito (2008). De entre todas destaco las dos últimas, obras cumbres dedicadas a los pre-lectores que forman una pareja de exquisiteces para los sentidos.



Tras decenas de libros publicados como Fold/UnfoldLa merienda, Pedro y el lobo, Hansel y GretelCaperucita roja o Cenicienta, Pacovska llama la atención sobre las dos fuerzas motrices que le han ayudado a insuflar vida a estos libros: su responsabilidad como madre y el amor que su abuela le inculcó por los libros ilustrados. En cierta ocasión apuntó que “cada vez que comenzaba un trabajo nuevo, intentaba que su idea pareciera más grande”, algo que tiene mucho que ver con la generosidad de la que parte su filosofía, donde “lo más importante para el libro de imágenes es el amor por los niños. Sin pensar y sentir por la audiencia infantil, las imágenes serían sin vida y los libros de imágenes en sí ... muertos.”






Impartió clases de diseño gráfico en la Academia en Berlín desde 1992 hasta 1993, y en 1999, recibió el doctorado honoris causa en diseño en la Universidad de Kingston, Inglaterra y cuenta con más de 50 exposiciones individuales y colectivas tras sus espaldas.
Si a todo esto unimos reconocimientos como la Manzana de Oro de la Bienal Internacional de Bratislava 1983, el Gran Premio Catalonia de Barcelona 1988, el Grand Prix Allemand de Literatura Infantil, la Lettre d’Or de Franckfort, el Pinceau d’Argent de Amsterdam, el Premio Especial de Bolonia 1988, el Premio Johan Gutemberg de Leipzig en sus ediciones de 1984, 1989 y 1997, el Sankei Book Culture Award de Tokyola Deutsche Ugendliteraturpreis en 1991, el Hans Christian Andersen en 1992 que reconoció su "contribución duradera a la literatura infantil", y el Illustrad'Or 2006 de la Asociación Profesional de Ilustradores de Cataluña (APIC), podemos decir que es una de las ilustradoras más completas que hay.


 

Y ahora, una disección de su obra… Su trabajo principal es el de aupar el libro-objeto, el libro experimental y/o el libro de artista, algo en lo que está empeñada desde sus pronta carrera. Su concepto de libro está más allá de una producción impresa como un continente limitado y sugiere nuevas posibilidades que desbordan esos límites, no sólo físicos, sino también psicológicos, pues en ellos interviene la producción fantástica del discurso por parte del receptor. "He intentado hacer los libros como objetos de arte en papel, como pequeños museos para la palabra y las imágenes" dijo en cierta ocasión.
El libro pasa a ser tridimensional, estereoscópico, móvil, un objeto manipulable con gran diversidad de facetas. Al mismo tiempo es expresivo, interactivo y estimula los sentidos para despertar nuevos universos en los que perderse. El juego con el lector-espectador o la diversidad de los materiales con los que toma forma, como el papel de aluminio, el papel de calco o el acetato, nos ayudan a comprender un proceso creativo complejo en el que la artista se sumerge antes de darle vida. “Es un proceso muy largo que a veces me lleva años. Después, cuando lo tengo claro en mi mente puedo crearlo en muy poco tiempo”, comenta la autora.


También hay que hablar de los personajes en su obra que suelen ser recurrentes, como por ejemplo la luna (Fíijense en todas esas ilustraciones de caras enmarcadas en un contorno circular), el ¿lápiz? (Supongo que serán esos seres esbeltos y delgados que aparecen en tantas de sus ilustraciones), el hipopótamo, el rinoceronte (un personaje a quien hace un guiño en el monstruo híbrido de Mon ami invisible de Annalies Schwarz, y a quién está dedicado un libro entero como es el caso de Rotrothorn), montones de letras (su Alphabet es maravilloso), o la mismísima Caperucita. Este hecho tiene un deje metaliterario que ayuda a entender su obra como un todo, como un ente continuo.



Sobre su estilo podemos apuntar a similitudes con la obra de otros artistas como Chagall, en el uso de la línea, Vasily Kandinsky por sus complejas composiciones geométricas, a Paul Klee, sobre todo en lo que se refiere al color, o Pablo Picasso por las formas angulosas que exhiben algunas de sus ilustraciones. Como hemos visto, Pacovská se nutre de la tradición gráfica de Hungría, Polonia y Checoslovaquia, pero también del constructivismo ruso, de Kazimir Malévich y de Kurt Schwitters (a quien dedicó un libro homenaje), quizá mucho más sensible y  funcional, algo que en parte recuerda a la Bauhaus alemana. 
No  obstante ella prefiere hablar del lado emocional, uno que lleva a pensar en el libro como vehículo de (re)conocimiento personal, social y, por qué no, universal (cualquiera puede ver su reflejo en ellos). 


Creo que Kveta Pacovska tiene algo muy personal que la ha convertido en una de las mejores ilustradoras del siglo XX y parte del XXI, una autora de transición entre la edad dorada del libro-álbum y las nuevas generaciones de ilustradores europeos, de esas figuras que sirve y servirá de inspiración a los que están y todos los que vengan. Una artista única e irrepetible.



3 comentarios:

  1. Buenas tardes:
    A mis hijos les encantó el de Uno, cinco, muchos. Lo cogimos en préstamo de la Biblioteca municipal.
    Un saludo.

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  2. Sus ilustraciones llegan directamente a mi corazón ❤

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  3. ¡Me ha encantado leer tu publicación! ¡Cuánto sabes! Un día me tienes que contar como un profesor de biología se convirtió en un amante de la literatura infantil. Tengo tanta curiosidad...

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