Si siguen la cuenta de Instagram de los monstruos se habrán
percatado de que hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Narración Oral,
una jornada que los monstruos celebran con mucho frenesí pues las producciones
orales siempre han sido de notable importancia para los pequeños de la casa,
tanto es así que las primeras obras de la llamada literatura infantil se
basaron en los cuentos de tradición oral que habían pasado de boca a oreja desde
tiempo inmemorial.
Además de celebrar esto, este 20 de marzo también le
dedicamos el día al gorrión, el ave que da nombre al gran orden de los Passeriformes
(su nombre científico es Passer domesticus) y que está desapareciendo de muchas
áreas urbanas por diferentes motivos (en Londres es prácticamente invisible). Y
ustedes dirán, “¡Bah! ¡Un pájaro sin importancia!” Pero la realidad es otra.
Les ilustro… En 1958, China (siempre están presentes…) inició la llamada
campaña de las “Cuatro Plagas”, integrada por Mao Zedong en el proyecto “Gran Salto
Adelante” para relanzar el país como potencia mundial. Esta consistía en
cargarse cuatro especies letales para las cosechas: moscas, mosquitos, ratones
y gorriones. En el caso de los gorriones instó a la población a hacer ruido (palmas,
caceroladas, etc.) para que las aves murieran por agotamiento durante el vuelo.
Y así pasó, que el gorrión fue exterminado de China. Pero como la madre
naturaleza es sabia, dijo aquello de “Rebota, rebota y en tu culo explota” y
fue la langosta, uno de los principales alimentos del gorrión (es más insectívoro
que granívoro por mucho que se empeñara la propaganda china), la que se zampó
todas las cosechas siendo el detonante de la Gran Hambruna China entre 1958 y
1961 en la que murieron entre dos y tres millones de personas. Por si no fuera
poco, China tuvo que plegarse e importar gorriones desde la antigua URSS…
Lo tercero que celebramos este viernes es el Día de la
Felicidad. Como lo oyen. A pesar de virus y lo deprimente de esta situación, la
ONU nos invita a ser felices y de paso hacer felices a los demás, que el mundo
está muy mal y todos tenemos que sonreír ante la vida y sus avatares. Se ve que
alcanzar la felicidad es un objetivo que debe primar en las políticas de los
diferentes países del mundo (aquí se ve que tenemos de sobra porque a nuestros
políticos básicamente se la suda), una perspectiva que empezó a considerar el
rey de Bután hace más de 40 años definiendo lo que él llamó “Felicidad Nacional
Bruta” (total na’…)
Y sin meterme en terrenos pantanosos (Perdónenme, que llevo
una semana a pique de la úlcera…), les dejo con un libro que va de pájaros y felicidad (viene que ni
pintado). El vendedor de felicidad con
texto de Davide Calì e ilustraciones de Marco Somà (editorial Libros del Zorro
Rojo), es uno de esos álbumes para terminar la semana con buen sabor de boca.
La acción se sitúa en un bosque por el que transita la
camioneta del señor Pichón, el vendedor de felicidad. Este personaje se acerca
por todos los hogares y establecimientos. No le falta ni uno: la casa de la
señora Codorniz, la de la Abubilla y la
tienda del señor Chorlito. Aunque se les ve contentos, todos adquieren su dosis
de felicidad, ya saben que nunca está de más tener algo de reserva…
En definitiva, una historia para disfrutar embelesado con
las imágenes preciosistas y llenas de detalles del artista italiano, y en la
que se nos invita a imaginar cómo es capaz cada uno de los protagonistas en
alcanzar la felicidad.
Un viaje de descubrimiento en el que el lector imagina en
cada doble página la felicidad en sus diferentes formas. Porque la felicidad es
como el aire que adopta la forma del frasco que la contiene.
En el patio de mi cocina hay un hueco en una pared donde hay un nido de golondrinas. El año pasado criaron.
ResponderEliminarEste lunes han vuelto y son tres.
Un saludo y feliz fin de semana.
Entonces estarás acompañada esta larga cuarentena... A las ciudades rara vez llegan las golondrinas, pero hace años, yo también tuve un nido en mi balcón. ¡Gracias por el comentario! ¡Un abrazo!
ResponderEliminarEn la parte exterior de la campana, de mi cocina, anidan todos los años, una familia de gorriones. Siempre son bienvenidos. Me encantan los libros sobre pájaros...y si son felices, mejor que mejor.
ResponderEliminar