Mientras contábamos los días perdidos, la naturaleza se abría
camino. Sobre los muros, bajo las piedras, por las sendas angostas, o entre la
maleza. Lo llamo el avance de lo agreste, de lo terco e indomable. Trinos y
huellas, hormigueros y madrigueras, brotes y aromas. Secretos a voces de un mundo que, al fin y al cabo, sigue palpitando. Una prueba más de esa insignificancia que se nos
olvida con frecuencia: la nuestra.
Cerradas las maletas,
dispuesto el equipaje…
A su modo, los arboles
también viajan:
esperan
al tren-viento, que lleve
su grana a otra estación,
su semilla a otros campos.
* * *
Las flores y los árboles
se vocean lindezas por el aire,
se recitan,
se cuentan
y se cantan
por el aire.
Y, a veces,
cuchichean secretos por la tierra.
El viaje de los árboles y Secretos.
David Hernández
Sevillano.
En: Arbolidades.
Ilustraciones de Maite
Mutuberria.
2020. Pontevedra:
Kalandraka.
Y de qué manera se ha abierto el paso la naturaleza! Vaya maravilla!
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