A la espera del recuento de votos en las elecciones de Estados Unidos, unas de las más reñidas en los últimos tiempos (al menos los americanos nos regalan estas lecciones de democracia, no como aquí, que está todo el pescao vendío), me ha venido a la mente la figura de Astrid Lindgren, la decimooctava escritora más traducida del mundo y autora de Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump, o lo que viene a ser lo mismo, Pippi Calzaslargas, el personaje pelirrojo de un libro que ha vendido más de 140 millones de ejemplares en todo el mundo (¿Qué todavía no lo han leído? ¡Pues corran a hacerse con un ejemplar de la fantástica edición de Kókinos ilustrada por Ingrid Vang Nyman!)
Y ustedes pensarán, ¿y a cuento de qué se acuerda este de la Lindgren? Pues verán, Astrid Lindgren es lo más cerca que va a estar nadie del universo de la Literatura Infantil en meter mano en el gobierno de un país. Sí, créanme cuando les digo que la opinión de esta mujer (una tía de armas tomar y en cuya biografía les recomiendo sumergirse) fue decisiva en muchos momentos de la política sueca. Les pongo un par de ejemplos…
En 1976, cuando contaba 68 primaveras, Lindgren escribió un artículo de opinión para el diario sueco Expressen, quizá el más importante de la época, en el que hablaba del sistema fiscal sueco donde denunciaba que, al trabajar como escritora autónoma, tenía que tributar ¡el 102% sobre sus ingresos! (aunque lean en pasado yo veo mucho futuro…). A pesar de haber escrito el artículo con un estilo que recordaba al cuento de hadas y que tituló Pomperipossa en Monismania (pueden leerlo íntegro en el enlace), tuvo tal impacto que, además de provocar un cambio en la legislación fiscal, fue el detonante para expulsar del gobierno al partido socialdemócrata tras 44 años en el poder, uno que ella consideraba burocratizado, arrogante y al servicio de sí mismo ¡a pesar de estar afiliada! (eso es compromiso y autocrítica, lo demás, tonterías).
Fueron muchos los temas de los que Astrid Lindgren opinó a lo largo de su vida. Desde el castigo físico infantil (Suecia prohibió golpear a los niños en 1979 tras uno de sus discursos en Alemania), hasta el cuidado dental. Los medios de comunicación preguntaban y ella respondía. Eso unido al cariño y reconocimiento de su figura por parte de los ciudadanos suecos, propiciaron que se erigiera en una especie de oráculo tan respetado como temido (prueba de lo segundo fue que tras su oposición a la adhesión de Suecia a la Unión Europea, fue vetada por la prensa pro-UE para que no afectara al voto ciudadano).
Pues sí, amigos, esto es lo que yo llamo “la LIJ al poder”.
Qué interesante esto que nos cuentas! Un saludo
ResponderEliminar¡Me alega saber que te ha gustado! ¡Un abrazo!
ResponderEliminarJusto acabo de ver la película Conociendo a Astrid de 2018, que narra sus años de juventud y en la que, aún no habiendo iniciado todavía su carrera de escritora, ya se ve que es una mujer especial, diferente, que se atreve a vivir su vida al margen de convencionalismos. Complementa muy bien eso que nos cuentas, Román, ¡gracias!
ResponderEliminarNOTA BENE: La película es un pelín lenta.
¡Hola Teresa! Yo la vi hace unos meses y, aunque como bien dices, es algo lenta, tiene su puntito (ya sabes que la gente sufrida siempre es inspiradora). Para hacerse una idea de cómo fue su vida y de dónde sacó ese carácter, no está mal. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarGenial como siempre, y siempre aprendiendo con tus entradas. Gracias.
ResponderEliminarGenial como siempre, y siempre aprendiendo con tus entradas. Gracias.
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