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jueves, 15 de abril de 2021

La carrera de la vacuna


Que vamos rezagados en la carrera de la vacuna es un hecho más que evidente. No sólo porque las farmacéuticas nos hayan tomado por cobayas (es lo que tienen las prisas, que a veces la cagan), sino porque en este país de pandereta priman muchas otras cosas en vez de la salud pública o la economía. El eterno problema de un territorio que nadie sabe por qué sigue funcionando.


Si creían que vivían en los países del primer mundo, estaban más que equivocados. Espero que hayan constatado de primera mano que además de ser ciudadanos de segunda, pertenecemos a un continente en clara decadencia económica y social que presta sus servicios a las clásicas potencias mundiales y los imperialismos en vías de desarrollo. Sí, amigos, Europa es el pito del sereno.
No se preocupen, seguiremos siendo el parque temático de un mundo donde los museos, el canon cultural y las formas de vida occidentales pasarán a ser las nuevas atracciones de feria, mientras otros vienen a disfrutar de playas, catedrales y otras obras de arte. Un panorama futurista que empezó a coger forma hace años.


Luego está España, ese zoológico lastrado por el buenismo, la ignorancia y el complejo de superioridad moral, que sólo ha quedado por delante de África y Latinoamérica en una vacunación que dará el pistoletazo de salida a la nueva era post-pandemia donde solo estarán al mando los estados que lo tienen claro. Un norte que nosotros perdimos hace muchos siglos gracias a unos gobernantes que solo tienen clara su propia dirección y una doble moral que nada tiene que ver con el de esas sociedades que nos lanzan sus migajas.
Y es que un país que vive de exprimir la cartera a las clases medias, el sector servicios, cuatro multinacionales que van y vienen, el autónomo desesperado y la economía sumergida, se merece, como mínimo, que se rían de él. Sí, vamos a despegar, pero a medio gas, como siempre.


No se preocupen. Si pueden, échenle gracejo, que de eso, al menos, tenemos bastante. Será difícil, pues no crean que no estamos viendo durante el último año -¡y lo que nos queda por ver!-, pero hay que intentarlo. Por eso mismo he aparcado la carrera de la vacuna (ya no saben con qué entretenernos y marearnos) y me dedico a la diversión a raudales con otra carrera, concretamente Una carrera épica, el álbum de Marie Dorléans que publicó hace un tiempo Astronave y que merecía un hueco en este rincón de libros.
No es el primer álbum de carreras de caballos con el que se van a encontrar en este lugar, pero sí será el primero que desarrolla una mirada muy lúdica y loca, donde el sinsentido rompe el marco de lectura para jugar con el subconsciente. A lomos (nunca mejor dicho) de lo esperado y lo inesperado, en este libro de formato horizontal también hay lugar para los guiños y la sutil crítica.


Como ya ha hecho en otros libros como C’est chic!, Odile? o Le ballon d’Achille, la autora francesa aúna lo imposible con la imaginación en pro de un discurso disparatado que siempre esconde detalles hermosos. Lo dicho, atentos a este libro y a esta autora (¿De verdad que ninguna editorial española se ha planteado publicar Nous avons rendez-vous o Notre cabane, dos libros más que hermosos?).


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