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lunes, 3 de mayo de 2021

Estrategias para el triunfo


El que la sigue, la consigue. O al menos, eso dice el refranero. El caso es que hay muchas formas de alcanzar el éxito. Se puede lograr a base de trabajo y esfuerzo (con paciencia y saliva, ya saben…), un método que siendo el más indicado para la satisfacción personal, también es el menos utilizado. Que eso de la constancia y la voluntad, del erre que erre, desgasta mucho.


Es por ello que más de uno echa mano de la picardía, algo que no debe extrañarnos, pues esta cultura nuestra donde el malandrín saca más beneficio que el hombre honrado, nunca ha perdido adeptos. ¡Y mira que han pasado décadas desde que vieron la luz el Lazarillo, La Celestina o Rinconete y Cortadillo…! La cosa no cambia en la sociedad española. Todo lo que sean travesuras, astucia y ardides, nos va como anillo al dedo.


Eso sí, no debemos confundir la picaresca con la maldad. Si bien es cierto que solo hay un paso entre la una y la otra, la principal diferencia es que los malos son capaces de pisotear a quien se interponga en su camino con tal de alzar la copa de la victoria. Les importan un comino la ristra de cadáveres que dejen a su paso o las guerras que se desaten por su culpa. Lo tienen más claro que el agua.


También toca hablar de la lástima y el patetismo, algo que pinta bien para pedigüeños o niños en edad escolar (ya saben, se les presupone débiles e inspiran cierta compasión), pero que produce mucha vergüenza ajena cuando se trata de gente crecidita y supuestamente válida. Victimismos y llorones, no gracias.


Para terminar este recorrido por las estrategias con las que obtener el triunfo tenemos la terquedad. Niños, madres y abuelos son especialistas en esto. Y no porque lo intenten una y otra vez, sino porque son capaces de aburrir a las piedras con tal de que alguien les sirva sus deseos en bandeja. Mantras repetitivos, tonos de voz odiosos y chantajes emocionales son las armas que esgrimen todos estos cansinos.


Y así llegamos a hasta La rata que daba la lata por una patata, un libro sin desperdicio de Rafael Ordóñez y Daniel Piqueras Fisk. Publicado esta primavera por la editorial almeriense Libre Albedrío, esta historia de una rata que quiere, anhela, ansía y se desvive por una patata, he de admitir que me ha robado más de una sonrisa. Ella no para de preguntar por su patata. A la cabra, la lechuza, el cangrejo y la hormiga, pero nada, no hay suerte. Está tan obsesionada que termina dándole un patatús. Menos mal que llega el pingüino y le receta la mejor de las medicinas…
Con unos personajes muy bien caracterizados, el formato a caballo entre el álbum y el cómic (territorio favorito del ilustrador), y una narración muy rítmica en la que además lo absurdo se adueña de cualquier resquicio, gusta a cualquier lector, más todavía a los niños, pues como bien he dicho, son los reyes en eso de salirse con la suya a base de dar la lata. Y si es con alguna que otra carcajada, mejor que mejor.

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