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miércoles, 26 de octubre de 2022

Inundados con tanta sequía


Llevan todo el verano dándonos la murga con la sequía, que si las reservas hídricas están bajo mínimos y que la lluvia no aparece ni a tiros. Que si el cambio climático está dando su peor cara, que la desertización es una realidad palpable, y que la culpa de todo la tienen Putin y los chinos.
El rollo del agua no tiene nombre en un país con escasez de precipitaciones desde que yo tengo uso de razón, que para eso vivo en la mitad oriental que está a pique de solicitar su adhesión al Sáhara. Si no me creen, espero que hagan memoria y se acuerden del año 1999, un año para olvidar.



Si bien es cierto que lo de este calor otoñal es bastante novedoso para el Instituto Nacional de Meteorología, la escasez de agua es una cuestión que caracteriza a los países circunmediterráneos. Entonces, ¿por qué tanto alarmismo? Sencillamente porque a los que ostentan el poder les interesa.
Los mismos que han sepultado a golpe de telediario (¡Ups! Quería decir talonario…) que las compuertas de muchos embalses del noroeste español que estaban a rebosar se abrieron para producir energía durante el mes de junio. Ellos aclaran que nadie contaba con un verano infernal, pero ya que tan puestos están en problemas medioambientales, podían haber tenido algo de previsión.


Sí, los mismos que permiten la explotación de miles de hectáreas de regadío en Andalucía, La Mancha, Extremadura o Castilla y León. Se cree que hay más de un millón de pozos ilegales en la España seca que podrían abastecer a casi 100 millones de personas. Es decir, las reservas hídricas de nuestro país no son escasas, sino que se agotan con una serie de cultivos poco apropiados para nuestra climatología.
Los mismos que incitan al ahorro doméstico del agua pero luego dan manga ancha a la industria, las multinacionales energéticas y el turismo para que la desperdicien sin mesura o utilizan cientos de hectólitros para hacer la guerra cultural entre comunidades vecinas.


A mí, que me dejen de propagandas. Me tienen hasta las narices. Dios quiera que caiga un diluvio tal que la 1, la 2, la 3, la 4, la 5 y la secta acaben inundadas. Como el escenario en el que se desarrolla nuestra historia de hoy. Inundado es un álbum de Mariajo Ilustrajo que ha sido editado en nuestro país por Bindi Books y que nos habla de una ciudad que se inunda poco a poco bajo unas aguas que nadie sabe de dónde han salido.
Al principio es agradable patear las calles con los pies mojados, pero la cosa se va complicando conforme sube el nivel. Todos empiezan a preocuparse pero nadie encuentra una solución real para el problema hasta que un pequeño mono bigotudo consigue hablar con todos los demás.


Formada, como muchos otros autores, en el Anglia Ruskin, Mariajo bebe de las fuentes del álbum anglosajón donde el humor, las situaciones surrealistas y una estupenda caracterización de los personajes, son los puntos fuertes. Si el contraste entre el azul del agua, el negro de la tinta y la cola amarilla del protagonista me encantan, no se pueden imaginar lo que he disfrutado con los detalles de este zoo gigante.
Osos polares, cabras montesas, jirafas, avestruces y caimanes. Hipopótamos, elefantes, nutrias, cebras y koalas. Okapis, leones y tejones. Mi favorito es el tití emperador salvando a La joven de la perla. Todo un detalle hacia Vermeer y su arte. Que no. Que no se pueden perder este alegato al cooperativismo y el poder colectivo. La unión hace la fuerza. Con agua o sin ella.

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